Mi relación con el Señor comenzó y creció, y de esto no me dí cuenta hasta muchos años después -¡tan tarda como siempre para ciertas cosas!-, a los pies del Sagrario de la iglesia del colegio de Sevilla. Durante los recreos del mediodía, especialmente, me sentía atraída a sentarme allí en la alfombra, a sus pies y a hablar con Él de corazón a corazón. Así Él se fue haciendo mi confidente, el único a quien yo sentía se lo podía contar todo y en quien podía confiar, de quien me podía fiar.
Por eso digo siempre que mi vocación fue misionera desde el comienzo. Bajo la dirección del P. Guerrero, SJ, empecé a buscar Congregaciones misioneras; él me dio un libro donde estaban las fotos, la explicación del carisma, la misión… creo que de todas las Congregaciones existentes entonces en España, libro que me leía por las noches y a escondidas, como podéis suponer. Pero por más que buscaba y consultaba, yo no me sentía movida a pedir entrar en ninguna de ellas. Solo me sentía en casa con las Esclavas. Aun sin tenerlo tan claro, creo que la acogida y el amor personal que Jesús me había hecho experimentar, y su presencia en la Eucaristía era lo que más tiraba de mí, y esto lo había experimentado en el colegio, con las Esclavas.
Y así pedí entrar en la Congregación, donde desde el principio me dejaron bien claro que no podía entrar con la condición de que me mandarían a misiones; pero yo me sentí en paz y lo dejé en manos de Dios, si Él quería ya se las arreglaría.
Entré como postulante el 5 de agosto de 1965. No tengo palabras para expresar mi agradecimiento a Dios y a la Congregación por su paciencia para conmigo, débil, incongruente tantísimas veces… una historia de altos y bajos, de la que Dios ha ido haciendo Historia de Salvación. Profesé como Esclava hace 43 años, pero esto de ser, o mejor dicho, de irse haciendo Esclava del Divino Corazón es cosa de cada día.
Y en estas ando, con la ayuda de Jesús, el Siervo, María, la primera Esclava, Marcelo, Celia y todas las Esclavas que me han precedido.
Al amor más sincero
al Amor sin fronteras,
al Amor que dio su vida por amor
encontré un día cualquiera...
...y a ese Amor tan sincero,
a ese Amor sin fronteras,
a ese Amor que dio su vida por amor
le entregué mi vida entera.
Y todo ha sido y es obra suya.
Rosario Delgado, A.D.C.
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