Me pongo a escribir sin saber que es lo que tengo que decir pero lo voy a intentar. Carlota me pide que escriba alguna cosa sobre nuestra vida aquí, los desafíos, un poco como enfrentamos la vida.
La verdad es que cuando me puse a pensar en que debía decir, lo primero que se me ocurrió es que tenía que buscar cosas tal vez que os impresionasen, situaciones de gente desnutrida, abandonada, … es decir tragedias fuertes ( que tenemos muchas) porque parece que hoy en día eso es lo único que mueve el corazón de la gente y nos hace reaccionar, pero creo que no se trata de poner el corazón en un hilo sino de conocer la auténtica realidad y los desafíos con los que nos encontramos diariamente. ¿Cuáles son los desafíos con los que yo como esclava, me encuentro cada día?
La verdad es que os voy a quitar toda idea de que los misioneros somos un poco héroes, el gran desafío para mí es cómo hacer que la gente que se acerca cada día, en cada momento se sienta querida y bien tratada. Y si os dais cuenta esto podría también servir para España y cualquier otro lugar del mundo porque lo que realmente nos hace felices a todos es querer y sentirnos queridos desde lo que somos.
Cuando llegué aquí me encontré con una situación que me superaba, me impresionaba, a veces me bloqueaba, otras me daba complejo de “salvadora”. Lo que más me impresionaban eran las carencias materiales, el hambre, la falta de sanidad básica, la falta de infraestructuras, la gente deambulando por las calles, falta de escuelas, de hospitales,…la violencia, el miedo,… la gente no vivía, sino que “sobrevivía” a una situación desde mi punto de vista inhumana, de la que ellos no son los únicos culpables.
Empecé viviendo una serie de incomodidades a las que no estaba acostumbrada (falta de agua, de luz, tiros,…) y hasta me sentía un poco heroína porque “yo hacia el gran esfuerzo de vivir como la gente” cosa que era mentira, porque siempre viví mucho mejor que ellos, ya que nunca nos faltó lo básico para vivir. También pasé por una etapa de creer que yo había venido aquí para solucionar los problemas de la gente, lo que me hizo sentirme un poco fracasada, porque no podía resolver todo y por mucho que trabajaba, cuando se hacía una cosa se veía otra necesidad todavía mayor,… Pienso que fue necesario pasar por todo esto para descubrir cual era mi verdadera misión aquí, que teóricamente sabía desde el noviciado. Yo soy esclava y mi misión es anunciar el amor personal de Jesucristo, es decir querer a la gente y que la gente se sienta querida. Y esto tenía que traducirlo en cosas concretas.
Una era en la escuela. La educación, la formación puede transformar una sociedad. No es sólo que la gente coma y no se muera, sino también que tenga posibilidad de pensar por él mismo. Yo venía de Huelva donde muchas veces las alumnas se quejaban en la clase de que les llegaba el reflejo a la pizarra y no veían bien. Aquí yo tenía una clase sin pupitres, casi sin luz, con una pizarra de cemento que casi no veía lo que se escribía,… no había ni servicios ni agua. El contraste era demasiado grande. Lo primero era luchar por mejorar y dignificar las condiciones de estos niños que querían aprender y no tenían posibilidades. Hoy con la ayuda de mucha gente tenemos una bonita escuela. No sólo con nuestro trabajo aquí sino con la generosidad y el trabajo de muchas personas de ahí.
Cuando salí de España estaba empezando la reforma y había una gran oferta de libros de diferentes editoriales, llegué aquí y no había ninguna, ya eran difíciles los cuadernos. Uno de los retos era una biblioteca porque la mayoría no tienen posibilidades. Hoy tenemos una pequeña biblioteca para la escuela y para el barrio en una sala de aula, pero sólo puede funcionar por la mañana porque no tiene sala propia, sin embargo ya son muchos los jóvenes que vienen a trabajar aquí.
Y me vais a permitir que os cuente una pequeña experiencia. Una de las veces que fui a España estaba hablando con mi hermano Manolo que sería bueno tener un aula de informática porque había que formar a la gente para vivir en este siglo y para poder situarse en el mundo en que vivimos y él me dijo, “yo estoy totalmente de acuerdo contigo, pero el gran problema es que la gente da dinero sólo cuando ven en la televisión grandes desgracias que le hacen sentirse culpables de algo, sin embargo no somos capaces de dar dinero para dignificar un poco la vida de los otros, si quieres hacer un proyecto tienes que ver muy bien lo que pides y cómo lo pides para que te lo den, porque lo que para nosotros consideramos una cosa necesaria para los otros lo consideramos un lujo, y claro no queremos dar dinero para los lujos de los otros.”
Esto me hizo pensar mucho. ¿Es que no tenemos todos los mismos derechos? ¿Es que no somos todos igualmente hijos del mismo Padre? ¿Que sentido de la justicia tenemos?
Hasta ahora sueño con esa sala de informática.
Yo cada día estoy más convencida de que Dios quiere que seamos felices. Y la felicidad no está sólo en tener la barriga llena y saber alguna cosa, aunque son indispensables.
Ahora sería necesario situarse en la realidad que aquí se vive. Hoy ya no tenemos guerra, pero hace sólo un año, quiere decir que toda la población de Angola es fruto de un ambiente de guerra con lo que eso genera de odio, violencia, desconfianza, mentira, rencor, muerte,… No se puede describir y es impresionante escuchar a la gente contarte sus experiencias.
Ante todo esto lo que se necesita es mucho amor, mucha paciencia, mucha comprensión,… Es saber escuchar, tener conciencia de que las personas necesitan contarte sus tragedias, quien mató a su padre, cómo lo llevaron preso, cómo huyeron,… Necesitan sentirse tratados como personas, con derechos, con dignidad, no sólo con paternalismo sino con misericordia y con ternura. Creo que fue aquí donde yo descubrí la vocación de esclava como una vocación a la misericordia y a la ternura. Como veis aquí se necesita lo mismo que allí aunque tal vez de diferente manera, pero en el fondo es lo mismo. Dicen que la vida está llena de sueños, pues bien también sueño con tener en la escuela algún psicólogo que pueda ayudar a tantos niños y jóvenes a rehacer sus vidas.
El gran desafío es no perder la esperanza en ningún momento, aunque la vida no sea tan fácil.
- Vivimos en la gran esperanza de que la paz sea una realidad consolidada, que tiene que empezar en las familias y en la escuela.
- Vivimos en la gran esperanza que la gente viva más dignamente.
- Vivimos en la gran esperanza que ese espíritu de solidaridad africana sea una realidad cada vez mas fuerte.
Hay muchas ONGs, muchos voluntarios y muchos misioneros. Todos trabajamos mucho pero a veces oyes que la gente dice: “los misioneros son diferentes”, los voluntarios de la iglesia hacen las cosas de otra manera” y es cierto, pero no es porque seamos mejores, sino porque no estamos solos, la fe es nuestra fortaleza. La misión no es nuestra es de la Iglesia, somos enviados y la misión es de todos. No os digo que la vida sea fácil, la soledad, la incomprensión,… son realidades pero en esos momentos la presencia del Señor se hace más real en nuestra vida, porque El está y no nos abandona. Yo cuando a veces veo que la cosa me supera voy a la capilla y le digo “Tú me metiste en este lío y Tú me tienes que sacar” y hasta ahora siempre lo ha hecho.
Ahora también os quiero invitar a vivir la ESPERANZA. Pero una esperanza activa, viva, que realmente y por experiencia digo que nos hace vivir felices pero no nos deja tranquilos sentados en un sillón.
En la vida las cosas no se improvisan y cada día estamos a tiempo de amar, de servir, de dar y de darnos, no es cuestión de esperar para mañana, ni de medirnos, para no gastar mucho y que dure más tiempo, que puede ser tarde. Es otra de las cosas que aprendí aquí. Las personas, acostumbradas a vivir en la guerra, a huir, a esconderse y a ver morir a los suyos, saben que existe el presente y hay que aprovecharlo ahora, mañana puede ser tarde.
Aquí hay un lugar una misión que os acoge y que os necesita y con la que siempre podéis contar porque todos necesitamos de todos. En Angola estoy viviendo a tope, es cierto pero también recibiendo a mucho.
Os invito también a contar con Jesucristo en vuestras vidas, no va a evitar las dificultades, no nos va a hacer la vida fácil, pero ¡es tan bonito en los momentos más decisivos de nuestra vida saber que no estamos solos!
También os invito a ser generosas y generosos, a entregaros en la medida de vuestras posibilidades y no os quedéis sentados delante del ordenador dejando que la vida corra.
Y dicen que los misioneros siempre piden, os pido que compartáis conmigo esta misión, primero desde la oración y después desde los sueños y luchando y contribuyendo para que estos sueños se hagan realidad.
Su testimonio en momentos de Cruz
(Sintiendo amenazada su vida)“...esta es una de las muchas contradicciones que vivo. En medio del hambre, la violencia y la muerte, la fiesta y la esperanza.
La violencia es cada día mayor, prácticamente todos los días matan a alguien en el barrio pero es gracioso, ahora lo vivo con una cierta paz, por la noches le pido al Señor una noche tranquila y repito las palabras de S. Pablo “si vivimos con Cristo moriremos con Él” y duermo en paz. Hago esfuerzo por vivir con Cristo porque el resto ya no depende de mí.”
“A un vecino, miembro del Consejo de la Capilla le han dado un tiro en la cabeza. Me puse nerviosa y pasé varias noches sin dormir y temblando con cada tiroteo en mi ventana.
Después poco a poco me fui serenando. Cogí el salmo 22 que dice “aunque pase por cañadas oscuras nada temo porque el Señor está conmigo”. Es cierto, el Señor no me va a quitar los momentos de oscuridad y las dificultades de la vida pero sí me acompaña y va conmigo.
Esta experiencia me está ayudando a vivir el momento presente lo mejor posible, porque en cualquier momento nos puede llegar la hora del encuentro con el Padre. No vivo ya con angustia sino con confianza, pidiéndole al Señor que acoja y cambie el corazón de todos los que hacen el mal, el daño a los otros, incluso a los hombres buenos. A todos nos puede pasar, pero Él nos acompaña...”
“...Me parece que no es la primera vez que te digo que aquí hay dos experiencias que vivo, la confianza y la esperanza, que en el fondo son lo mismo, porque sólo vale la pena esperar en el Señor, y no es por virtud sino por necesidad, porque si no es así no se vive.
Es bonito confiar, abandonarse, esperar, solo que es difícil creer verdaderamente que no me va a dejar en ningún momento, que esos son los momentos de muerte que necesito para la VIDA y que son necesarios...
...en medio de todo esto el Señor me va dando la gracia y me doy cuenta que es Él porque por mí en muchos momentos ya me habría “hartado” y sin embargo continúo y soy feliz”.
“Es bonito ver cómo no depende ni de dónde estamos ni de lo que hacemos, sino que en el fondo sigo con la misma tesis del noviciado, el Señor es un caprichoso y quiere nuestro corazón y si no se lo damos por las buenas, El lo va a coger por las malas. Da igual que sea España, Angola o la Cochinchina, que seas blanco, negro o amarillo, es así de simple...”
“...Son cosas que no se pueden entender, hubo muchos heridos y muertos... Cuando se viven estas situaciones no hay más posibilidad que ponerse en las manos del Señor y se entiende el Evangelio que dice “estad siempre preparados porque no sabemos ni el día ni la hora”. Creo que no se piensa en nada, sólo se espera, se confía y se reza. Otra cosa no se puede. Te agarras al Señor porque es el único que te da paz en la vida o en la muerte. A veces estas experiencias ayudan a entender algunas cosas....”
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