¿Qué por qué me hice Esclava? Pregunta un tanto difícil de responder para quién tiene mala memoria, porque en mi vida no ha habido ningún hecho especial que me llevase a tomar esta decisión.
El por qué pienso es sencillamente porque El Señor lo quiso. Él mismo dijo en Jn, 13,13: No me elegisteis vosotros, sino que fui yo el que os elegí...” y sé que de eso hace 84 años que son los que tengo pues también leemos en el profeta Jeremías: “antes de que tú nacieras, te consagré....
Otra cosa sería, qué es lo que me decidió a tomar este camino, y eso sí que no puedo concretarlo porque, que yo recuerde, no hay ningún hecho concreto que me moviera a ello, como he visto ocurre en otras vocaciones que he oído relatar.
Para tomar esta decisión creo me ha influido los ratos de oración que ofrecía el Colegio, cuando –en aquellos tiempos de los años 40 un cuarto de hora antes de que acabase el recreo de la merienda tocaban una campanilla de mano para que la que quisiera pudiese irse a la Capilla a hacer un rato de oración.
En eso fui bastante constante. No sabía mucho cómo hacer oración, pero me ayudaba mucho un librito que tenía: “15 minutos en compañía de Jesús Sacramentado” (que no sé si ya existe). Estar un rato con el Señor me daba paz y más adelante, algunos domingos –si no tenía ningún plan concreto con las amigas- me iba al colegio a la hora del manifiesto de la Comunidad, que la Iglesia estaba abierta al público. Eso sería con 15 o 16 años.
Pienso que es el contacto con Jesucristo el que va dando luz, al menos en mi caso, para llegar a comprender que merece la pena tomar ese rumbo de seguir más de cerca y, de por vida, al Señor.
Nunca dudé ni se me ocurrió pensar en otra Congregación. La misión y la vida que yo veía entonces en las religiosas, aunque en ocasiones presenciara hechos que merecieran mi aprobación, y el ver a la mayores que ya no tenían actividad en el Colegio, como se pasaban horas con el Señor en la Capillita pequeña que había en Jesús 18, algunas en silla de rueda, tal vez me hicieron pensar también. Sé que hasta el día de hoy, recuerdo aquellas monjas en oración. No hubo nada extraordinario no recuerdo que ninguna de las religiosas me empujase a ello. Notaba, en general, un trato cercano y que se interesaban por mi bien.
Lo que sí puedo afirmar es que al terminar aquel mi último curso de colegio, con 16 años salí decidida a irme al noviciado y así se lo dije a mi padre -mi madre había muerto hacía algunos años-. Quedó sorprendido, pero su respuesta fue que quería para mi lo que me hiciera más feliz. Y ¡vaya si lo he sido! Pienso que esa es la confirmación de que fue acertada mi elección. Al mes y pico, el 2 de agosto, ya con 17, marché al noviciado de Moguer. Nunca, ni dudado, ni me he arrepentido del paso dado.
A lo largo de los años, he ido descubriendo con más profundidad lo que supone la vocación de Esclava; el sentido de la esclavitud, con la riqueza que encierran los matices con que la describió Marcelo Spínola para nosotras (por eso quiso ese nombre para la Congregación) y, sobre todo, el gozo interno que produce gastar una vida en tratar de hacer presente en este mundo, estemos donde estemos y trabajemos en lo que trabajemos, el amor que El Corazón de Dios nos tiene a todos los hombres. La presencia del señor en cada acontecer del camino hace posible la superación de dificultades, que toda vida lleva consigo y creo que al final de mi vida puedo afirmar aquello de S. Policarpo, del s.II, cuando a las puertas del martirio querían que apostatase para verse libre de los tormentos con que lo amenazaban: Ochenta y seis años ha -respondió Policarpo- que le sirvo y jamás me ha hecho mal; al contrario, me ha colmado de bienes…,
En mi caso, son sólo 67 los que llevo en esta vida, pero el contenido es igual. Por todos, doy gracias al Señor.
Para leer más testimonios ADC pincha aquí.