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Joy responde ¿Por qué soy Esclava?

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¿Porque soy Esclava? Es una pregunta que requiere mucha reflexión del pasado. Mi historia personal es un poco complicada.  Estuve en otra Congregación, por causas políticas de mi País tuve que escapar de muchos lugares hasta llegar a la diócesis donde estaban trabajando las Esclavas.  Era perseguida por los agentes secretos del Régimen del ex-presidente Marcos, por los trabajos  que hacía de la Iglesia en favor de los pobres.  ¡¡¡Me condenaron como rebelde!!!! Fue una coincidencia que los rebeldes rojos del partido comunistas ilegales en mi tierra, hablaban del misma tema de la liberación de los pobres.  Los militares pensaban que yo era también líder de los rebeldes.  Me llevaron a la cárcel, después de algún tiempo, con las ayudas de los Obispos de Filipinas y sobre todo de Mons. Federico Escaler, sj fui rescatada de la cárcel y fui a trabajar con él en su nueva Diócesis de IPIL.  Ahí, en este lugar fue donde me encontré con Angeles Martínez, Rosario Delgado, Nilda, Boni  y Milfor.

Con el contacto, el testimonio de las vidas de  estas hermanas, poco a poco Dios me fue revelando lo que realmente buscaba en mi Vida.  Las horas de oración combinando con el celo apostólico de las hermanas me atraía tanto… yo pedía al Señor señales para poder ver claramente lo que Él me quería de mí para el resto de  mi vida
Dios, es un Dios de Amor.  Realmente, El me acompañó en el duro camino de búsqueda  y con la mediación de mi Confesor Mons Escaler, sj, me indicó el  camino para gastar el resto de mi vida... Después de muchas oraciones, discernimiento y las intervenciones de las personas de Dios, entré en la Congregación de las Esclavas.  A pesar del problema político que tenía, Dios había preparado todo el terreno para que yo pudiera hacer su voluntad.
Me mandaron a España, en contacto con las raíces de la Congregación, sus obras, la vida de los fundadores etc... conociendo a mis compas del Noviciado, Fátima y Victoria, crecimos juntas en este camino de Feliz Esclavitud. 

En este momento, estoy en Angola, Feliz y contenta trabajando con los africanos en este país....

Mirando hacia atrás puedo decir que Dios escribe Feliz y recto en las líneas torcidas de mi Vida, puedo decir con las frases de la Madre Celia: “Voluntad de mi Dios yo te amo”. 
¿Porque Soy Esclava? Porque Dios lo quiere para siempre.

Joy ADC

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MªJosé Láinez responde ¿Por qué soy Esclava?

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Ayer por la tarde, estando en la Secretaría General, llegó Fátima a trabajar, y me dice después de un ratito, ¡ah, María José, si yo tenía que pedirte un favor!, y le dije, si está en mi mano, cuenta con él. Me dijo, mira, en la web Spínola hay un apartado en el que algunas religiosas han contestado a la pregunta: ¿Por que soy Esclava?. ¿Tu podrías contestarla?

Desde ayer por la tarde me ronda la pregunta y solo me sale una primera e impulsiva contestación, porque el Señor se encarga de que lo sea. El me sigue queriendo Esclava suya, no me ha retirado nunca, su fidelidad. La mía, podré decir que a veces, se ha nublado, no sé si decir que incluso se ha desdibujado, pero El siempre me ha recuperado. Ese sería el principal y único motivo. SU AMOR Y SU FIDELIDAD.
Su Amor.  Puedo decir que cuando leo el Ps. 138, 15-16 en el que se dice “Cuando en lo oculto era formado, entretejido en lo profundo de la tierra, tus ojos veían mi ser informe. En tu libro estaban escritos todos mis días, ya planeados antes de llegar el primero”, esa continua atención de su Amor, con la mirada atenta encontrada día a día en la oración  ha ido llevando mis días. 

Yo soy melliza, y muchas veces pienso, mirando la vida de mi hermana, que fuiste caprichoso al elegirme a mi, porque verdaderamente fué su elección la que me hizo Esclava, para nada mis merecimientos. Esto me hace exclamar muchas veces: ¡Señor que sería de mi sin Ti!.

Las que me conoceis, sabeis que no soy fácil, mi caracter, a veces, no hace fácil la vida de Comunidad, pero sé que hay algo de lo que yo y todas las que me habéis vivido, es que quiero muy de verdad y muy de corazón a todas. Creo que entiendo el amor fraterno como lo viví en mi familia, somos nueve hermanos, mis padres nos ayudaron mucho a saber aceptar y respetarnos siempre, éramos muy distintos, pero muy muy unidos, y siempre nos hemos ayudado incondicionalmente. Creo que lo mismo he vivido y querido siempre tanto en la Comunidad, como en mi Misión apostólica, dónde y cómo  me ha tocado vivir. De todas estoy muy agradecida, creo que el Señor se ha valido de mí para que se pudieran encontrar en Él muchas personas, tanto alumnos, profesores, familias y trabajadores. Muchas veces me sorprendo del reguero de personas que se han quedado en mi vida, y yo en la de ellas, gracias a mi  vocación de Esclava. Siempre se las devuelvo al Señor rezando por ellas, y ocupándome de hacerme presente cuando me necesitan.

De mi vida me sale porque yo lo digo mucho gracias,  ¡¡¡GRACIAS SEÑOR POR TANTO BIEN RECIBIDO!!!, y ¡¡¡SIGO CONTANDO CONTIGO!!!.


Maria José ADC

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Myrna responde ¿Por qué soy Esclava?

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¿POR QUÉ SOY ESCLAVA?
 
Soy Esclava porque  esto es lo que Dios quiere de mí y estoy muy feliz de serlo.
 
Llevo en la Congregación desde mis primeros votos casi 25 años. Echo la vista atrás, tenía 16 años y al principio fui consciente del don de la llamada que Dios como una idea feliz después de la graduación de la escuela secundaria. Consideré comenzar Trabajo social, pensando que con este curso, sería fácil para mí para convertirme en una hermana. Pero, por supuesto, quité esta idea de mi mente... Era muy joven para estar seriamente pensando en una idea loca como convertirme en hermana. Pero 8 años después, Dios llamó a mi corazón otra vez... ahora tenía 24 años... Disfrutaba de mi trabajo, así como de la vida con mi familia y mis amigos. Pero, llegó un momento en que sentí la inquietud en mi corazón. No pude encontrar la alegría más en las cosas que solía hacer y tener antes. Estaba tratando de buscar el significado de mi existencia. Podría haber más en la vida que trabajar, estar con mi familia y amigos…
 
Dios es verdaderamente sabio. En 1984, él me invitó, a través de un amigo, para asistir a un retiro en Leten, fui por pasar el tiempo pero en este retiro, Dios me habló a través del director de retiro que era un extraño para mí. En su discurso, dijo que muchas personas nunca se hacen esta pregunta: "¿Señor, cuál es tu voluntad para mi?" Mientras estábamos más de 5,000 participantes, sentí intensamente que esta pregunta fue dirigida personalmente sólo a mí. Una pregunta que realmente tocó el núcleo más profundo de mi ser, porque hasta ese momento, yo era una de esas personas que nunca le había preguntado a Dios: "Señor, ¿cuál es tu voluntad para mí?" Esta experiencia fue un momento decisivo en mi vida. Sentí profundamente y comprendí que alguien entró en mi vida ordinaria y que es alguien era grande y quería una vida diferente para mí...
 
Entonces comenzó mi búsqueda de la voluntad de Dios. Asistí a un retiro sobre la vocación y comenzó mi proceso de discernimiento. En poco tiempo, después de tener esta experiencia de una semana, tome la decisión de unirme a las Misioneras de la Caridad en 1995, cuya misión es servir a los más pobres entre los pobres. Así que renuncié a mi trabajo en diciembre de y me fui a mi ciudad natal (sólo dos ciudades de distancia de Ipil) para celebrar lo que se supone que debían ser mis últimas Navidades con mi familia, y para pedir a nuestro párroco una carta de recomendación que necesitaba para mi entrada al postulantado. Sin embargo, el sacerdote fue asignado a otra parroquia y esto me llevó al obispo Escaler SJ, Obispo de la Prelatura de Ipil entonces. Después de escuchar la historia de mi vocación, me aconsejó que discerniera de nuevo. Y estoy tan contenta de haberle obedecido, porque durante ese retiro, que me dirigió generosamente, me quedé con la Congregación de las Esclavas del Divino Corazón (Ipil), y entonces pude sentir que Dios me estaba diciendo que esta era la Congregación donde Él quería que yo fuera. Me sentí como en casa. Me atraía la sencillez de las hermanas y su vida de oración ante el Santísimo Sacramento. Sentí una presencia envolvente entonces. Así, después de cinco días de oración, decidí posponer mi entrada a las Misioneras de la Caridad para que pudiera discernir la voluntad de Dios.
 
Yo estaba muy agradecida a las hermanas que me permitieron quedarme con ellos durante mi período de discernimiento de enero a agosto de 1985. En el proceso de llegar a conocer la Congregación a través de ellas, dudaba y tenía miedo... ¿Es realmente cierto que Dios me llama a la vida religiosa? ¿Me llama a ser una Esclava? Tuve miedo también por su trabajo apostólico de la educación. Nunca había pensado que yo tenía la capacidad de desarrollar mi misión en una escuela en la que tengo que ponerme delante de la  gente y enseñarles. La educación no es donde yo me sentía a gusto. "¿Por qué yo Señor?" Me hice esta pregunta muchas veces. Yo sólo conozco la vida en el mundo de los negocios; Sé muy poco de Dios y nada de la vida de amor y servicio, especialmente en la escuela. "Llama a los demás Señor, no a mí, por favor"... Pero en mi resistencia, Dios a menudo me aseguró: "Myrna, eres mía, te he llamado. No temas, yo estoy contigo dondequiera que yo te envíe".
 
Después de un largo discernimiento de mi fe, respondí a la llamada de Dios. Mi primer sí fue doloroso porque mis padres se opusieron fuertemente a mi decisión. Pero la llamada de Dios era irresistible. El 15 de octubre de 1985, me uní a las Esclavas y recibí la gracia de vivir con paz y en libertad, mi familia y mis amigos, mi trabajo y todos los valores, para seguir a Jesús.
 
La Congregación me ha brindado generosamente de mil maneras y medios concretos para que pueda experimentar la riqueza de nuestra espiritualidad y carisma y por lo tanto crecer como Esclava. Sin embargo, el proceso de formación nunca ha sido fácil. Como yo bebo de la fuente, el Corazón de Jesús en la Eucaristía, me llevó a pasar por el doloroso proceso de morir a mi antiguo "yo", a morir de mis propios valores y sistema de creencias que no se ajusta a su corazón para que con su amor y gracia puedan ser transformados conforme a su corazón compasivo y gentil y ser como Él en su vida de amor y servicio.
 
He experimentado mis propios altibajos mientras me unía a la Congregación y la Iglesia. Pero siempre encuentro una alegría que me impulsa a decir mis muchos síes a Jesús. Creo que lo que me ha sostenido todos estos años es la experiencia del amor personal de Dios, de ser poseído por él, de la belleza de la relación y la confianza. He experimentado este amor de diversas maneras: en la oración, en su Palabra y en los sacramentos, a través de mis hermanas en la comunidad/delegación y en las diferentes partes del mundo, ya que hacen visible el carisma y la espiritualidad de nuestros Fundadores, con mi familia y mis amigos, así como las muchas personas (padres, educadores, estudiantes, etc) con los que tengo el privilegio de relacionarme por nuestra misión como educadoras, especialmente de los pobres que me enseñan a compartir todo lo que soy y tengo. He experimentado este amor con más fuerza en mi propia pobreza, en esa miseria Jesús constantemente me muestra su amor fiel y su permanente presencia. Esto me ha motivado fuertemente a entregarme totalmente a la misión de anunciar su amor personal a través de la tarea apostólica de educación. Es bastante irónico que la misión que tenía miedo de abrazar ha sido generadora de vida para los demás y para mí.
 
Doy gracias a Dios por el don de la llamada a estar con él, para ser testigo de su amor compasivo y de las oportunidades para proclamar sus maravillas en mi vida como una Esclava. Jesús, fue quien inició todos estos encuentros de amor conmigo, y me hace sentir que he encontrado lo que estaba buscando. Mi búsqueda podría ser como la de aquel comerciante que vende todo lo que tiene para poder comprar la mejor perla que encontró. La búsqueda es costosa, pero para mi no tiene importancia, porque he encontrado mi tesoro: Jesucristo, mi alegría, mi vida, mi Señor, que me ha dado fuerza y me ha enseñado a ser pan que e parte para que otros tengan vida.
 
También agradezco a María, y con ella vuelvo a decir: "Señor, yo soy tu sierva, hágase en mí según tu palabra."

Myrna ADC

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Carlota responde ¿Por qué soy Esclava?

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Soy Esclava porque el Señor, la realidad que vivo, mi familia y otras esclavas así me lo gritan, no sólo en el momento de mi primera decisión, sino en los diferentes momentos por los que he pasado en mi vida, y en mi día a día.

Soy de Sevilla, y entré en el colegio que tenemos allí gracias a madre Belén. Así que este fue el primer instrumento del que se valió el Señor para llamarme. Unido a todo lo que fui viviendo en él de grupos, catequesis, estudios, amistades, está lo que a través de mis padres, mis hermanos, mi familia también me ha ayudado a crecer y madurar mi fe y mi vocación.

Con 16 años, preparándome para recibir la confirmación, fue cuando me planteé con más fuerza… y después de la confirmación, ¿qué? El acompañamiento personal, la experiencia del grupo de montañeras, de las colonias spínola… todo eso me dio el empujón final, y me decidí a entrar, no sin antes “luchar” un poco con la resistencia de mis padres, que me pedían dejarlo para un poco más adelante.

Entré contenta y con ganas de comerme el mundo. Ya el Señor se encargó de ponerme los pies en la tierra, y de hacerme madurar poco a poco. Mi camino en Málaga en el noviciado, Sevilla y Valdezorras en el juniorado, me ayudaron a dar mi sí definitivo.

Después de un tiempo trabajando en nuestros colegios de España-Sur, pedí una experiencia misionera, y vine a Angola, donde ya me quedé y donde me siento en  casa. Son ya 9 años viviendo en esta realidad, con sus carencias materiales y sus riquezas humanas, queriendo dar a conocer que Jesucristo ama a todos y quiere que seamos felices y justos unos con los otros. Vivir en Angola me ha abierto horizontes, me ha hecho descubrir que la fe es universal y que nos une de verdad unos a otros. Convivir con hermanas de otras nacionalidades, culturas, me hace enriquecerme y descubrir otros valores, otros puntos de vista de la realidad, otra manera de ver la vida.

El Señor me sigue gritando en esta realidad de carencia y dolor, en el día a día de este pueblo de Angola. Y no quiere que me quede, como esclava, con los brazos cruzados. Intento poner mi grano de arena ante esta inmensa tarea de estar y vivir entre los más pobres. Soy feliz aquí, y creo que, por encima de mis limitaciones y pobrezas, el Señor me llama a seguir aquí.

Carlota ADC

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El Señor lo ha querido para mi

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¿Por qué soy esclava?

Me pide Fátima que haga esta pequeña colaboración. Aunque yo no soy muy amiga de estas cosas porque no me gustan ni el teléfono ni escribir, me parece “feo” decir que no. Así, pues, doy mi “versión”.

A estas alturas de la vida, me resulta tan fácil como el primer día, decir por qué soy esclava. Sencillamente, porque lo ha querido, expresamente, el Señor. No hay más.

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¡25 Años de ser bendecida, amada, llamada y enviada como Esclava!

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¡25 Años de ser bendecida, amada, llamada y enviada como Esclava!

Dios me llamó para ser Esclava. Las Esclavas llegaron a Ipil, (lugar donde nací) en junio de 1981 cuando había todavía mucha pobreza en este lugar, sin electricidad y con escasez de agua. Cuando Hna. Linda Vitto (difunta).ADC,  coordinadora del grupo juvenil, me invitó a participar en una formación de líderes iniciada por ella, yo no estaba estudiando sino ganándome la vida felizmente como vendedora de pescado en el mercado. Allí empezó en mí esa inquietud que se despertaba cada vez que había un encuentro juvenil y que finalmente me llevó a buscar la voluntad de Dios.

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¿Por qué soy esclava? Por Loli

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Nací en el seno de una familia cristiana buena  aunque poco practicante en el culto religioso, descubro que mi madre tuvo un papel fundamental en el origen de mi vocación, desde su sencillez , me enseñó a ser buena con las personas y a querer mucho a Dios. Mi educación primaria fue con las Esclavas y durante esos años ellas también supieron, con su estilo sencillo, cercano, alegre, sembrar la semilla buena.  Nunca me había planteado la posibilidad de ser religiosa, me gustaba divertirme con mis amigos, salir a fiestas, lo propio de la adolescencia. Por casualidad, que no es tanta casualidad, participé de un retiro que se organizaba en el curso por ser el final del año en el colegio, y allí Dios tuvo su momento para tocarme el corazón. El sacerdote que dirigía el retiro, dijo algo que me hizo pensar: ¿a qué van a dedicar su vida, en qué la van a emplear?... Dios se valió de esta frase para no dejarme ya tranquila y a partir de entonces se me repetía con frecuencia. 

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Elvira responde¿Por qué soy Esclava?

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Hace unos días recibí un correo de Fátima Blanca invitándome a dar mi testimonio sobre mi vocación; según ella, como a mí me conocen en la Congregación muchas hermanas, podía ayudar a alguien. Mi primera impresión fue decir que no; pero después pensé que quizá debería intentar hacerlo por si podía ayudar a alguien; así que me dispongo a hacer un ejercicio de memoria y escribir algo sobre cómo me decidí y entré.

  

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La experiencia vocacional de María Artillo

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Mi experiencia vocacional tuvo un comienzo, pero le precedió una preparación: familia, colegio, amigos, ambiente social, la Virgen muy presente en mi vida...

Dios me eligió, me llamó, me buscó, me acompañó, me rodeó de cuidados.

Su llamada para mi no fue fácil ni nítida.

Me sentía sí fuertemente atraída por JESÚS, el Señor.

Atracción mezclada con otras muchas atracciones sanas y legítimas. Lucha, dudas, claudicaciones. Pero siempre en mi caminar la Providencia me ha puesto personas cualificadas que me han ayudado a discernir, y en el comienzo de mi vocación fueron extraordinariamente importantes.

 

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¿Por qué me hice Esclava?

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Me preguntan que defina mi identidad.

Viví desde los 3 años en un Colegio de Esclavas, en Loreto, hasta los 17 que terminé Pre-universitario.

Aprendí un camino de FE y de entrega, fundamentado en la afirmación que tantas veces encontramos en la Biblia: “Creo en el Dios de mis padres”. En mi casa se experimentaba la FE y el AMOR de una familia creyente.

Recibí el testimonio de muchas Esclavas y sobre todo, la llamada del SEÑOR; ese misterio inexplicable de la vocación se fue fortaleciendo en mi adolescencia, a través de la oración y la Eucaristía.


Mis padres me hicieron esperar un año al terminar mi etapa de Colegio. Un año de

Universidad que afianzó mi decisión de consagrarle mi vida.

 

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¿Por qué soy Esclava?

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Lo primero que se me ocurre es algo aplastantemente simple, soy Esclava porque el Señor me llama…

Hace ya unos 15 años intuía que era así como el Señor me llamaba, con la claridad y el lío de alguien de 18 años, con motivaciones mezcladas, entre las ganas de entrega, de amar, de ayudar, de servir…y otras menos nobles de idealismos, de sentirme salvadora y protagonista…

Mi llamada era ese deseo que el Señor ponía en mí de ser radical a la hora de seguirle, deseo de no ser mediocre y el camino que intuía como Esclava me hablaba de eso, sentía que el Señor me decía, “Te quiero mía y te quiero toda”…

Luego al ir caminando, la vida va poniendo todo más en su sitio, y va purificando lo turbio, y bueno siento que ha sido Él quien se ha encargado, el Dios de las oportunidades y de la fidelidad sin fisuras me ha ido rescatando y salvando, como Amor que se encarna en la miseria que soy y en la miseria de la realidad y que ha autentificado aquella primera respuesta, siento que el Señor me ha ido enamorando cada vez más y lo que más me emociona no es aquella llamada sino que hoy sigo sintiendo, con más claridad y verdad aún, la llamada a ser su Esclava, desde mi miseria enamorada.

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¿Por qué soy Esclava?

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Y Llegué al Colegio de Sevilla,  con 12 años, para  quedar como pupila. Allí había amigas mías de mi pueblo: Marchena. Y también una religiosa de ese lugar que se llamaba Madre Desamparados.

Por eso, fuimos su hermana, y dos chicas más a estar internas en nuestro Colegio de Sevilla.

Me encantaron las Hnas. Se mostraban con unas características que siempre nos siguen distinguiendo: sencillas, cercanas, amables, comprensivas…. Tenía en la clase a Madre Sto. Arcángel. La admiraba tanto, que recortaba lo que ella me escribía en mi cuaderno. Luego me enfermé de tifus  y la enfermera, era la misma Hna. Me seducía su entrega. Quedaba embobada, con sus actitudes de cariño.  Nos castigaron por una travesura que hicimos en la siesta (tiempo de descanso después de comer). Y nos dejaron sin teatro en la feria de Sevilla, porque teníamos nuestra feria en el colegio.  Enseguida, pensaba en esta hermana tan querida para mí, cuando me metí en la cama. Y Dios quiso, que me viera, y vino, a mi cama… a preguntarme qué me había pasado... Es el día de hoy, que tengo grabado su rostro… ¡ Cómo atrae ese cariño que nunca se olvida.!!

 

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Todos llevamos un Juan Salvador Gaviota dentro

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¿Y quién es éste? Dirán algunos… pues uno que también quería encontrar cuál iba a ser su vuelo… (Parábola de unas alas. De Emilio Mazariegos)

¿Por qué soy Esclava del Divino Corazón?... Una pregunta a la vez fácil y difícil del contestar.

Fácil, porque hay un solo motivo real y es que el Señor lo ha querido desde siempre, me lo hizo ver y yo acepté su propuesta. Así de simple.

Difícil, porque no es fácil de entender esto ¿no? Porque siempre que hablamos del destino de una vida topamos con el misterio. Las preguntas que me hacen normalmente los alumnos y gente conocida son algo así como éstas: “¿Y cómo supiste lo que quería Dios? ¿No pensaste alguna vez que te podías equivocar?”

¡Hombre pues claro que me podía equivocar! Pero hay que lanzarse… aunque no de repente, así, sin pensarlo. Verás, es que el Señor sabe cómo hacer las cosas. Conmigo reconozco que lo hizo muy bien. Se me fue presentando con lo mejor de la vida. En aquellos momentos de los 13, 14 años, en la ilusión y en la alegría de los sencillo, en la Naturaleza con las marchas montañeras, la convivencia con los amigos, en el baloncesto y todo lo que fuera pasarlo bien. Yo disfrutaba mucho (y sigo disfrutando) en los campamentos, encuentros, acampadas…

 

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¿Por qué eres Esclava? ¿Por qué te hiciste Esclava? – Me preguntan…

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Son el tipo de preguntas que como mejor se responden es con un poema… , lo malo es…que no sé hacer poemas… y con la prosa sólo balbuceo…, en fin, me lo han pedido, interiormente me resisto, pero no quiero negarme,  de manera que intentaré responder aunque sea con frases deshilvanadas. Se lo dedico a Él.

¿Por qué me hice ADC?

Antes de nada, os explico por qué pongo ADC. Son las iniciales de “Ancilla Divini Cordi” por si no sabes latín, como es mi caso, te lo traduzco “Esclava del Divino Corazón” ¡a que te gusta!

Porque era mi ideal –hoy se diría “mi sueño”- , porque sentía que solo así se llenaría el vacío interior que notaba, sólo así encontraría lo que buscaba…sólo así sería feliz.

¿Y qué buscaba? Vamos por partes… Antes déjame que te explique otra cosa. La vida me va enseñando que Dios se vale de las propias experiencias para hacerse entender… Creo que son una serie de experiencias aisladas las que fueron confluyendo hasta la decisión.

 

 

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¿Porque me hice Esclava?

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Pues porque me sentí atraída por alguien que me fue conquistando la vida. Creo que todo comenzó cuando me di cuenta de que algo estaba faltándome por dentro.

A mis padres desde muy jóvenes les gustaba mucho ayudar en lo que podían en las necesidades de la parroquia principalmente en las catequesis rurales. Parece que esa fe que tenían tan viva y como la transmitían fue lo que me hizo ir buscando el sentido profundo de mi lugar en el mundo y me llevaba a cuestionar mi propia vida.

Fui aprendiendo a no quedarme igual ante la necesidad de otros. Tanto así que cuando veía algún pobre tirado en la calle me daba mucha impotencia y no sabía por qué no me quedaba tranquila. Las situaciones de pobreza de mi tierra cogían mi mirada y no sabía el porqué.

Estando en la catequesis de la parroquia una vez nos dijeron que levantasen las manos los que querían ser monjitas; y así con las distintas vocaciones y me acuerdo que levante mi brazo sin saber el por qué. Pero eso claro sólo era por la hora de catequesis. No era una idea que me gustara mucho en esa época, ni siquiera quería ir al colegio de las hermanas.

Sólo me gustaba participar en el grupo misionero porque dedicábamos un tiempo a las misiones en lugares pobres. Algunas veces convidaban algún misionero para compartir su experiencia, y me llamó mucho la atención un joven que con los padres del Verbo Divino se fue como misionero a Vietnam.  Me impactaron las fotografías y lo que contaba de la situación que allí se vivía y noté que algo dentro de mí se estaba formando, era como un deseo de también poder hacer algo.

 

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El Señor hizo cosas grandes en mí…

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“El Señor tomó la iniciativa, yo solo cooperé.” Esta frase es la que siempre se me viene cada vez que me preguntan sobre como decidí hacerme religiosa (ser monja) tan pronto.

Hace 14 años, cuando yo tenía casi 18, sentí el deseo y el valor de pedir permiso a mis padres para entrar en la Congregación, les dije que quería darme la oportunidad de empezar mi formación como postulante en la Congregación de las Esclavas del Divino Corazón (Hermanas Spínolas). Creo que fue el Señor quien me dio el valor que tuve en aquel momento, fue Él quien tomó la iniciativa, era Él quien quería establecer una relación profunda conmigo. Creo que siempre tuvo la iniciativa, desde que estuve en las entrañas de mi madre. Si veo  mi propia vida y mi historia de enamoramiento, puedo decir que Él me bendijo y me sigue bendiciendo con muchas cosas grandes en mi vida.

Crecí en una familia sencilla. Somos cinco, yo soy la tercera niña con un hermano y 3 hermanas. Mis padres son sencillos, mi padre trabajaba en el campo, en un terreno de  mi abuela y mi madre era ama de casa. A pesar de que éramos pobres, mi familia me enseñó valores y fue quien sembró en mi joven corazón esa fe en el Señor. Mi abuela fue mi primera maestra de la oración, después mi padre. Él nos hablaba siempre sobre nuestra fe cristiana y católica y fue quien nos llevó por primera vez a asistir a la Santa Eucaristía.

Puedo decir que a pesar de los problemas económicos que tuvimos mientras estudiábamos, he visto como El Señor nos dio la oportunidad de tener unos estudios y como nos regaló talentos e inteligencia. Terminé mis estudios en el colegio y en la Universidad católica como becaria. También he visto como el Señor me amó a través de  mi familia: mi abuela, mis padres, mis hermanos, mis parientes y mis amigos que me rodeaban.

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Mi historia vocacional

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“No os buscó Dios ni porque lo merecieseis ni porque os necesitase; os buscó por un solo motivo, por el amor que os tenía, y para estrechar con vosotras una alianza, que no se romperá nunca”. M. Spínola

Nací el día de San Juan Bautista pero fui registrada el  25 de Junio de 1951. Yo soy la mayor de seis hijos, 3 varones y 3 mujeres de una sencilla familia en la provincia. Mis padres son Católicos pero no practicantes.  Mi padre trabajaba en el campo como empleado, era muy trabajador.

Cuando era niña asistía a catequesis e hice mi primera comunión sin que mis padres se enteraran, más tarde lo supieron. Después de mi educación primaria dejé los estudios por dos años porque mis padres tenían problemas económicos y en aquel momento no había ningún colegio público cerca. Había un colegio parroquial pero tampoco pudimos. Después de dos años, mi hermano y yo continuamos estudiando juntos.

Durante los años en el colegio, algo despertó dentro de mí. Me gustaba asistir el manifiesto cada viernes. Intentaba no faltar a misa cada los domingos y cada día si había  posibilidad, y sentía atracción por el Sagrado Corazón. Me di cuenta después.

Pocos meses antes de mi graduación, mi padre tuvo un accidente de coche. Desde entonces él siempre estuvo enfermo y finalmente cogió tuberculosis. Todos nosotros dejamos de estudiar otra vez excepto mi hermano pensando que cuando terminase podría ayudarnos a todos nosotros. Me fui a Manila para trabajar para ayudar a mi familia. Mi padre nunca se curó de su  enfermedad empeoró y mi hermano  se vio obligado a dejar los estudios y trabajar. Después de 4 años mi padre murió, un mes antes de yo llegar a casa.

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¿Por qué me hice Esclava?

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Sencillo, porque sentí la fuerza abrazadora del Amor de Dios y la atracción de una familia congregacional que vive unos valores Marianos.
Manabí es lugar donde vi la luz primera, concretamente Jipijapa, en el seno de una familia, donde el Dios de la vida no era desconocido  y se expresaba,  de algún modo, en la luz de las velas que siempre debían estar encendidas en el altar familiar,  sin considerar  peligros de incendios, y que  hoy con un camino ya recorrido puedo considerarlo como la zarza ardiente que deslumbró a Moisés.


Este camino de fe, producto de una Iglesia doméstica,  y la  compañía de un grupo juvenil,  fueron débiles raíces que se  abrían paso a la vida en busca del manantial y crearon en mí una conciencia misionera.

El trabajo, el ir y venir en el encuentro con los enfermos, confirmaron esa mirada de ansia de reconocer la fuente de la luz verdadera. Era el sueño de juventud.

Hasta que la propuesta de una voz que repetía “Servir es Reinar” y “Ser Esclava es ser libre”,  vividos desde el Corazón de Cristo, en el corazón de la humanidad y desde la Iglesia, sin esperar recompensa, creo que fueron otras fortalezas  para mi respuesta de dar un Si generoso.

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¿Cómo contarte que soy ESCLAVA y que soy feliz?

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A menudo por los pasillos del cole de Sevilla (donde vivo actualmente), en los intercambios, o incluso en plena clase (de forma inesperada), muchos de los niños/as, adolescentes y jóvenes con los que convivo día a día, con los que paso bueno ratos, comparto grupos y charlas de todo tipo…  me sorprenden con preguntas como esta: “Me caes muy bien pero… ¿Cómo es posible que te hayas hecho “monja”? ¿Estás tonta o qué? ¡¡No lo entiendo!! ¿Cómo fue eso?...”

Comprendo que en principio cuesta entenderlo, y no pretendo con estas letras aclarar todos los interrogantes que mi forma de vivir despierta en ti, pero al menos espero contagiarte algo de “mi locura” para que no me sientas “tan bicho raro”. Me gustaría contarte que ser Esclava y ser feliz no es solo “compatible” sino que es ¡estupendo! Te lo contaré a partir de una anécdota que viví hace pocos días:

Una de las últimas veces que me asaltaron con una pregunta de este tipo, no sé, fue curioso; me quedé sin palabras y por lo visto apareció en mi rostro una sonrisa de oreja a oreja. Eran alumnas de 1º ESO, estaban expectantes, esperaban que les diera una respuesta convincente, una muy impaciente me dijo: ¡Ángela, no te sonrías tanto y explícanos! ¿Por qué eres monja?... y a mi no se me ocurrió otra cosa que decirle: “Pues creo que ya os he respondido, soy “monja” porque Dios me hace sonreír siempre y eso me encanta”. Ahora las que se quedaron sin palabras fueron ellas… me miraron con cara de… “Ángela a ti no hay quién te entienda” ¿Qué pasa que Dios te hace “cosquillas” o qué?” me dijo una con un tono algo irónico… y a partir de aquí se desencadenó una conversación muy interesante sobre lo que Dios es capaz de provocar en las personas… y concretamente lo que provocó y provoca cada día en mi.

 

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¿Por qué me hice Esclava del Divino Corazón?

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¿Qué por qué me hice Esclava? Pregunta un tanto difícil de responder para quién tiene mala memoria, porque en mi vida no ha habido ningún hecho especial que me llevase a tomar esta decisión.

El por qué pienso es sencillamente porque El Señor lo quiso. Él mismo dijo en Jn, 13,13: No me elegisteis vosotros, sino que fui yo el que os elegí...” y sé que de eso hace 84 años que son los que tengo pues también leemos en el profeta Jeremías: “antes de que tú nacieras, te consagré....

Otra cosa sería, qué es lo que me decidió a tomar este camino, y eso sí que no puedo concretarlo  porque, que yo recuerde, no hay ningún hecho concreto que me moviera a ello, como he visto ocurre en otras vocaciones que he oído relatar.
Para tomar esta decisión creo me ha influido los ratos de oración que ofrecía el Colegio, cuando –en aquellos tiempos de los años 40 un cuarto de hora antes de que acabase el recreo de la merienda tocaban una campanilla de mano para que la que quisiera pudiese irse a la Capilla a hacer un rato de oración.
En eso fui bastante constante. No sabía mucho  cómo hacer oración, pero me ayudaba mucho un librito que tenía: “15 minutos en compañía de Jesús Sacramentado”  (que no sé si ya existe). Estar un rato con el Señor me daba paz y más adelante, algunos domingos –si no tenía ningún plan concreto con las amigas- me iba al colegio a la hora del manifiesto de la Comunidad,  que la Iglesia estaba abierta al público. Eso sería con 15 o 16 años.

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¿Por qué me hice Esclava del Divino Corazón?

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Creo que la fe de mi familia, la mía propia, engancha con el TRONCO DE FE que ha sido y sigue siendo mi madre.

Una gran sensibilidad, desde muy pequeña, hacia el Señor y sus cosas, unido a una como resolución interior, que me ha acompañado desde los 13 años a elegir el camino de lo que permanece y no envejece con los años, constituyeron la tierra donde la llamada del Señor arraigó.

Esta resolución tuvo que ver con un hecho concreto: Desde los 13 años estuve interna en la Residencia de Madrid, que entonces era Colegio. Un Domingo, en el autobús nº 2 pasando por la calle Guzmán el Bueno, vi en la acera, al mirar por la ventanilla, a una señora muy anciana –una de tantas-... En ese momento, experimenté como un escalofrío interior, al pensar: “Algún día yo también seré anciana”. Y en aquel momento, deseé con toda mi alma “seguir un camino en mi vida que me mantuviera por dentro siempre joven…”

El ambiente del Colegio, algunas Esclavas concretas que me acompa-ñaron, y sobre todo el encuentro con la persona de Jesucristo y su evangelio, hicieron posible el paso al Noviciado. El apoyo de mis padres siempre, su manera de vivir mi vocación, ha sido desde el principio un apoyo a todo lo que el Señor ha ido tranzando en mi vida.

Mi trayectoria en la fe tiene mucho que ver con la confianza. Tengo la experiencia de SER CONDUCIDA, envuelta por una “providencia” que me acompaña y me ayuda a vivir los acontecimientos sin inquietud, confiada y serena, apoyada en Quien me conduce.

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Sólo vale la pena esperar en el Señor

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Me pongo a escribir sin saber que es lo que tengo que decir pero lo voy a intentar. Carlota me pide que escriba alguna cosa sobre nuestra vida aquí, los desafíos, un poco como enfrentamos la vida.

La verdad es que cuando me puse a pensar en que debía  decir, lo primero que se me ocurrió es que tenía que buscar cosas tal vez que os impresionasen, situaciones de gente desnutrida, abandonada, … es decir tragedias fuertes ( que tenemos muchas) porque parece que hoy en día eso es lo único que mueve el corazón de la gente y nos hace reaccionar, pero creo que no se trata de poner el corazón en un hilo sino de conocer la auténtica realidad y los desafíos con los que nos encontramos diariamente. ¿Cuáles son los desafíos con los que yo como esclava, me encuentro cada día?

La verdad es que os voy a quitar toda idea de que los misioneros somos un poco héroes, el gran desafío para mí es cómo hacer que la gente que se acerca cada día, en cada momento se sienta querida y bien tratada. Y si os dais cuenta esto podría también servir para España y cualquier otro lugar del mundo porque lo que realmente nos hace felices a todos es querer y sentirnos queridos desde lo que somos.

Cuando llegué aquí me encontré con una situación que me superaba, me impresionaba, a veces me bloqueaba, otras me daba complejo de “salvadora”. Lo que más me impresionaban eran las carencias materiales,  el hambre, la falta de sanidad básica, la falta de infraestructuras, la gente deambulando por las calles, falta de escuelas, de hospitales,…la violencia, el miedo,… la gente no vivía, sino que “sobrevivía” a una situación desde mi punto de vista inhumana, de la que ellos no son los únicos culpables.

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Lo mejor que me ha podido pasar en la vida

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Mirando la imagen del Cristo de Javier, con el que me he encontrado este verano  en los EE.EE de mes, fluye la respuesta a la pregunta: “¿por qué soy esclava?”.

Sincera y sencillamente por gracia, es don que agradezco, regalo que no puedo apropiarme, es ¡lo mejor que me ha podido pasar en la vida!

Desde que nací he tenido y tengo  referentes de fe en mi familia, con 13 años en clase recibimos la  invitación a formar un grupo de oración donde empecé a conectar más personalmente  con el Señor; el testimonio de  vida de las religiosas del Sagrado Corazón, su cercanía, atención personal, confianza, prepararon el terreno.

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Siempre “SI” en todo lo que Él quiere hacer conmigo

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Yo entré en la Congregación de las Esclavas del Divino Corazón, pero en Japón las religiosas usan el nombre del Fundador, M. Spínola, y todo el mundo las llama Spínola Sisters. Solo después de entrar en el convento me di cuenta del nombre oficial de la Congregación. El nombre del Divino Corazón tuvo para mí un significado especial porque el Corazón de Cristo me dio nueva vida.

Me bauticé un día antes de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Medio año antes de mi Bautismo yo no creía en Dios ni en Jesucristo. Cuando tenía 24 años, fui de viaje a España como turista. Desde mi infancia me faltó consideración hacia mi familia, mis amigos y la gente de alrededor. Yo vivía la vida a mi antojo y aunque la gente me decía era muy caprichosa, yo no lo admitía, y seguía viviendo así cada día. Cuando me dí cuenta de que mi comportamiento había hecho daño a otras personas me dio un asco tremendo de mí misma y perdí el sentido de la vida.

 

 

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¿Por qué me hice Esclava del Divino Corazón?

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Un día una chica Indonesia me pregunto ¿Cómo has descubierto tu vocación para la vida religiosa?

Sin pensar mucho espontáneamente le respondí: Tenía 14 años, estaba cursando el segundo año de high school cuando presencié la ordenación del primer sacerdote nativo de mi pueblo. En el momento de la consagración cuando cantaban la Letanía de los Santos, el diácono se postraba en el suelo y al verlo surgió en mí en aquel momento un deseo fuerte: “Yo también ¡quiero consagrarme a Dios!”.

No sabía como podría realizarlo pues en mi pueblo no había religiosas. Guardaba en secreto mi deseo al mismo tiempo que procuraba acercarme más a Dios. Empecé a ir a Misa diariamente por las mañanas que significaba levantarme muy temprano, a las 4:30, para preparar el desayuno, ir a la Misa de 6:00 e ir al colegio que estaba justo al lado de la Iglesia. No encontré ninguna razón para faltar a Misa aunque tuviera fiebre o me encontrara mal físicamente.

 

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Mi confidente

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No sé por qué mi madre decidió ponernos a las dos niñas en el colegio de las Esclavas; entonces era de pago y en mi casa andábamos justitos. Entré a los 4 años y salí a los 18, tengo mucho, muchísimo, que agradecer en todos los sentidos a las Esclavas que traté durante todos esos años, pero la verdad es que no me hice Esclava por la influencia de ninguna de ellas, aunque, por supuesto, de todo se valió el Señor para traerme a donde Él quería.

Mi relación con el Señor comenzó y creció, y de esto no me dí cuenta hasta muchos años después -¡tan tarda como siempre para ciertas cosas!-, a los pies del Sagrario de la iglesia del colegio de Sevilla. Durante los recreos del mediodía, especialmente, me sentía atraída a sentarme allí en la alfombra, a sus pies y a hablar con Él de corazón a corazón. Así Él se fue haciendo mi confidente, el único a quien yo sentía se lo podía contar todo y en quien podía confiar, de quien me podía fiar.  

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Lo que tú quieras lo quiero yo

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Hola, tenía tiempo queriendo compartir con todos ustedes esta experiencia, es maravilloso poder hablar de lo que se ama y de lo que hace feliz, ensanchando el corazón y dándole vida abundante en cada instante, en cada suspiro.


Crecí en un hermoso pueblo del Estado Mérida (Venezuela), Bailadores, nada más el nombre es sinónimo de fiesta, de alegría, de música; y siento que el Señor al darme la vida en aquel lugar ya estaba definiendo gran parte de mi ser.

Vivíamos en una casa pequeña en medio de las montañas, perdidos del mundo y de los grandes inventos y tecnologías, nunca imaginaba la inmensidad de la tierra, las diferentes razas, los distintos pueblos… eso solo lo comencé a conocer cuando caminaba más de una hora para llegar a mi escuela, ciertamente vivía en la inocencia, pero a la vez en la sabiduría de aquellas bellas tierras y en la cercanía de 8 hermanos mayores y uno menor que yo y mi papá que cariñosamente nos tenía preparado el almuerzo cuando regresábamos de la escuela. Mi mamá trabajaba en la ciudad e iba todos los fines de semana cargada del alimento necesario para la semana.
 
 
 

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¿Por qué soy Esclava?

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Yo contestaría rápido: “Porque Dios lo ha querido así y yo, libre y conscientemente, le entregué mi vida, ingresando en la Congregación que me acogió como miembro suyo”. Esa es la respuesta escueta.

Pero la historia es mucho más compleja. Mirando hacia atrás en mi historia personal, veo cómo el Señor fue preparándolo todo con infinito cariño para que mi vida fuese lo que es hoy. Estoy segura de que Dios nos acompaña y nos habla a través de las personas y circunstancias concretas que van apareciendo en nuestra vida.

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Una historia feliz

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¡Hola!

¡Quisiera compartir con ustedes  cómo soy  una Esclava del Divino Corazón!

Soy parte de una familia de 6 hermanos, mis padres ya no están  con nosotros pero les agradezco que su unión matrimonial le llevase a vivir en Mérida - Venezuela, en el barrio San José Obrero, parroquia que la llevan los Jesuitas y  que dio posibilidad a que cada uno de nosotros pudiésemos conocer la fe y comprometernos en diferentes estados de vida. Les agradezco el apoyo  y la libertad para que cada uno pudiésemos  elegir.

 

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¿Por qué soy Esclava?

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Esta es la pregunta que me hacen y piden que responda.

¿Qué por qué soy Esclava? Creo que porque Dios se apañó para que lo fuera. Tengo claro que yo no elegí serlo, aunque fuera yo quien diera el paso.

No quería ser monja. Si algo no quería ser era monja. Yo quería ser arquitecto. Me parecía una carrera que aunaba muy bien la creatividad, la belleza, y el rigor, lo exacto. No quería ser monja: me resultaban rarísimas y ajenas a la vida: su mundo se reducía a las paredes del colegio. No digo que fuera así, sino que yo las percibía así.

 

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Dios me llamaba a través de personas y acontecimientos muy concretos

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Descubrí que Dios me llamaba a través de personas y acontecimientos muy concretos.

El desconocimiento y la curiosidad también han tenido parte en esto. No me eduqué en colegio religioso, nunca tuve contacto con monjas, por tanto no tenía idea de la vida Religiosa.

Descubrí que Dios me llamaba a través de personas y acontecimientos muy concretos.

El desconocimiento y la curiosidad también han tenido parte en esto. No me eduqué en colegio religioso, nunca tuve contacto con monjas, por tanto no tenía idea de la vida Religiosa.

Tenía 17 años y no había hecho la primera Comunión, me gustaba ir a Misa con alguien de mi familia o con mis amigos, pero no podía comulgar (mi madre que  era una de las  catequistas del pueblo había fallecido cuando yo tenía menos de 2 años).

Un día, al final de la Misa, La Hermana María Alonso, Esclava del Divino Corazón, que llevaba muy poco tiempo en el pueblo, dio un aviso para los jóvenes que tenían más de 15 años y no habían hecho su Primera Comunión.

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O agir de Deus em mim

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Pensava antes de começar a escrever como iria intitular minha experiência vocacional, e me vinha: tudo o que eu sou hoje; se sou o que sou graças a acção e o agir de Deus em mim.

Tudo começou quando pela primeira vez minha mãe mandou-me a catequese. Aí na catequese aprendi a conhecer e a amar Jesus. Pois, em minha casa era como que um “imperativo categórico” ir a catequese aos sábados pela tarde e a missa os Domingos pela manha. E ainda, quando chegássemos éramos interrogados por meu pai sobre o que lá aconteceu, sobre o que disseram o catequista e o padre. Agradeço a Deus ter vivido estes momentos não como uma ditadura, pois, hoje acredito que em meio de tudo Ele esteve presente.

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