¡Me encanta la música! Creo que mi padre desde muy pequeña supo alimentar esta pasión.
Durante mucho tiempo he buscado acordes, distintos “arpegios”, notas originales, ritmos diferentes…hasta que llegó el día en que me di cuenta que mis heridas, personas que caminaban a mi lado y algunas realidades de sufrimiento…poco a poco me iban llevando a una búsqueda más autentica, a caminar hacia el compositor de la canción más “hermosa” del mundo: mi vocación. Una vocación con una entonación y dulzura preciosa, la de ser Esclava del Señor.
Tengo 25 años y hoy por hoy, vivo mi vocación como un don. Me siento una mujer como otras tantas, intentando vivir el Evangelio y procurando no estorbar mucho en la tarea del Reino.
Cada vez soy más consciente de que esto no es cosa mía. Cuanto menos soy más de Dios me siento y más comprendo eso de que no me llamó por mis éxitos sino sencillamente por AMOR.
Por amor, viene el Señor cada día hacía mí en la oración. Es ese instante donde sólo deseo estar con Él, libre de mí. Donde intento dejarle todo en sus manos y donde quiero aprender de su mirada, de su ternura, de su sencillez, de su libertad. ¡A veces ocurre el milagro! Y por un momento parece que me olvido de controles, resistencias y bloqueos…y siento como se calman mis prisas y cómo una voz cálida me susurra ¡Ven!...” Hoy tengo que alojarme en tu casa”
Por amor, el Señor me llena el corazón con nombres nuevos con quienes caminar y en quienes quererle, mi comunidad. Para mí, es estímulo para vivir en verdad mi vocación y también zarandeo que me ayuda a buscar lo más evangélico y seguir creciendo.
Y por amor me invita a seguirle como Esclava del Divino Corazón, cada día con un sí nuevo y cada vez un poquito más grande. Es la Congregación para mí como un campo de girasoles (¡Que me encantan!)Buena gente que busca y se torna siempre a Dios y que me ayudan a girarme siempre a Él.
Que… ¿Por qué mi vocación es un Don? Porque gracias a Dios no depende de mí. Yo prometo cada día trasmitir su amor personal con mis torpes palabras, con mis pobres gestos, con mi mirada…es decir, buscar su Reino y lo que le es propio…y el Señor “de los lirios”, por AMOR, hace el resto y me da por añadidura. Es el mejor de los regalos.
Rocío