“Pi pi pi pí, pi pi pi pí, pi pi pi piiiiii” (5:00 a.m) La vida se juega en este instante. Y… tras una leve deliberación… ¡Se escoge la vida…y comienza la jornada!
A las 5:30 nos encontramos todas en la capilla para empezar el día poniéndolo en manos del Señor. Después de la oración nos espera un desayuno a la velocidad de la luz. Ha de ser rápido, sin mucho hablar, concentrada en el café y el pan… ¿Por qué? ¡Muy sencillo! para poder ir “dignamente” hacia el Internoviciado. Os lo explico: Hay que hacer un plan de acción para que las nueve podamos entrar en el Trole. A las 6:10 ya estamos esperando en la parada. Apretadas, apretadísimas, súper apretadas conseguimos pasar (después de alguna que otra indignación cuando la gente se cuela).
Así comienza nuestro viaje hacia el norte de la ciudad, hacia el Inter. En este trayecto no faltan los ingeniosos momentos de hacerte con un asiento y el intercambio de mp3 para orar un ratillo con “rezando voy”.
Al llegar al Inter nos encontramos con la pluralidad de la Iglesia y la riqueza de los distintos carismas. La formación es muy buena, hemos estado trabajando el Eneagrama, el proyecto personal, la interpretación de sueños, el discernimiento en el seguimiento…
Por las tardes, algunas se sueltan en el arte de la guitarra y otras en el idioma español. Después de todo lo vivido terminamos la tarde con la Eucaristía…Y sin mucho demorarnos, después de cenar, nos vamos a la cama que al día siguiente el despertador ¡vuelve a sonar…!