“Sí, a todos nos mueve una misma cosa”… en cualquier parte del mundo, en cualquier lugar recóndito en donde nos encontremos, podemos encontrar gente latiendo por una misma cosa, por un mismo sueño: desparramar desde el derroche y el disfrute algo muy grande: “que hemos sido TOCADOS (SACUDIDOS) por la ternura de Dios…”
Y todo esto es lo que se respiraba en el encuentro de catequistas que vivimos en Manta. Tras las dinámicas, la sed de conocer y de formación, tras las ganas de compartir, de celebrar… tras el sentarnos en una misma mesa, podíamos sentir como algo nos iba urgiendo por dentro como jóvenes cristianos, como jóvenes Spínola. Y no es más que reconocer los nombres de las personas que nos han ido contagiando esto de la fe, asumir nuestra propia experiencia de un Dios que nos llama y nos ama. Ver cómo Éste es capaz de hacer piruetas para entrar en nuestra historia, inventando si es necesario un lenguaje nuevo, personal, con el que dedicarnos un te quiero (en nuestro propio idioma). Y por supuesto: Después de tanto recibido… ¿cómo no asumir que estamos llamados a dar gratis lo que con desmesura hemos recibido gratis?