Me preguntan que por qué mi vocación es un don. Para mí don significa regalo y no dudo que el Señor me ha hecho un regalo, y grande, al invitarme a ser su Esclava.
Anterior a la vocación, fue regalo encontrarme con un Dios, con mi Dios, que me devolvía la dignidad, que me devolvía a la Vida, que me enamoraba cada día más y me hacía sonreír, ilusionarme con sus cosas, que daba sentido a mi vida, que la llenaba de color y de esperanza, de posibilidades no sólo para mí, sino también para mis hermanos.
Mi vocación es un regalo desde el mismo momento en que conocí la Congregación por lo que a través de ella he recibido: trato personal con el Señor “de corazón a corazón”, trato diario con Él, relaciones personales de igualdad y dignificación de la persona, vivir más profundamente que Dios me quiere por encima de mis límites, que Él cuenta conmigo tal cual soy, que me capacita para lo que me pide, que al invitarme a ser su Esclava me hace libre, que me regala una comunidad con la que compartir la vida y la misión, preferencia por los que menos cuentan y más necesitan, descubrirme como soy y mostrarme así….
Vivir hoy como Esclava es un don que sé que no sólo depende de mí, sino que es Él quien me ayuda a vivir cada día, quien poco a poco ha ido cogiendo mi corazón, quien ha ido hablándome de manera que yo le pudiera entender.
Es Él quien me ayuda a vivir abierta a su paso en mi vida, quien me da su mano para que caminemos juntos. Es Él quien me amó primero y quien me mostró su amor personal y desde entonces no puedo callarme tanto bien recibido.
Mercedes Blanco