En el momento en que nos estábamos planteando qué tipo de pastoral hacer en el mes de julio, una propuesta nos llegó como “caída del cielo”. La propuesta consistía en impartir un curso intensivo de español para muchos de los haitianos que se encuentran en Ecuador. Estuvimos discerniendo en el noviciado los pros y los contras y finalmente decidimos aceptar la propuesta: era una necesidad urgente y estamos para ello!!! Así que... el mes de julio con los haitianos!!
A día de hoy los grupos están hechos y disfrutamos de sus avances, risas y empatía con nosotras. Los primeros días llegábamos a la casa con el corazón dolorido de las historias que cada uno de ellos tienen detrás.
Tenemos la suerte de vivir la realidad de Haití muy de cerca. Haití sigue sufriendo, los jóvenes no pueden estudiar por los precios de las universidades. Muchos salen del país para estudiar, otros “engañados” con becas de estudio, algunos en busca de trabajo y hay quienes quieren empezar una vida nueva, después de haber perdido a todos sus familiares.
Las más jóvenes sueñan con volver a su país, junto a su familia. Para ellas Haití es el país más bonito del mundo y lo recuerdan con muchísimo cariño. Desean realizar estudios universitarios para regresar a su país y trabajar. Las condiciones en las que viven no son las más adecuadas. Hay días que pueden comer y otros que no… eso se nota en las clases.
Durante este mes de julio, la comunidad está volcada con el pueblo de Haití. No todas damos clases pero sí que todas estamos en el proyecto. Todas conocemos la realidad que allí se vive. Unas impartimos las clases y otras nos esperan en la casa deseosas de saber cómo ha ido el día, cómo siguen viviendo, cómo van los avances en español,... Somos “comunidad en misión”. Un nuevo regalo del Señor para este mes de julio.
Una vez más agradecemos al Señor esta realidad que nos permite palpar. Los haitianos están siendo mediación para transformarnos el corazón, disponernos a servir en las necesidades urgentes y mirar más allá de lo que nos rodea.