Salmo
Levanto mis ojos a los montes :
¿de dónde me vendrá el auxilio ?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guardas tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Lectura
San Pedro escribe: Os hemos dado a conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas, sino después de haber visto con nuestros propios ojos su majestad. Porque recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió esta voz: «Este es mi Hijo muy amado en quien me complazco.» Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con él en el monte santo. Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana.
Habiendo entrado en Jericó, Jesús atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.» Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también este es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»
Canto
Silencio
Oración de Intercesión
Dios, Creador y Salvador, fuente de paz para toda la tierra: sé hoy nuestra vida.
Cristo, tú nos llamas a compartir con los demás; unifícanos en tu amor.
Cristo, nuestro Pastor, tú vienes a buscar a los que están perdidos, visitas a los abandonados, a quienes están solos: vivifica su esperanza.
Espíritu Consolador, tú depositas en nosotros una esperanza y una alegría: cólmanos con tu amor.
Espíritu Consolador, tú suscitas en nosotros un amor que perdona: ven a nosotros, Espíritu Santo.
Padrenuestro
Oración
Señor Cristo, haz que tengamos los ojos puestos en ti en todo momento. Con frecuencia olvidamos que estamos habitados por tu Espíritu Santo, que rezas en nosotros, que nos amas a todos. Tu milagro en nosotros es tu confianza y tu continuo perdón.
Tú nos bendices, Jesús el Resucitado, a nosotros que quisiéramos vivir de tu confianza hasta el punto de que las fuentes del júbilo nunca se agotan.