
Señor vengo ante ti, quiero estar este tiempo contigo,
Ya sabes cómo vengo y cómo estoy,
Con mis líos, con muchas cosas por dentro…
Pero quiero dejarlo todo y mirarte, llegar a sentir que me miras,
Llegar a dejarme mirar entera,
Llegar a encontrarme con tu Ternura,
Descansar en tu corazón y dejarme abrazar,
Dejarme hablar por tu Palabra, dejarme remover y llamar.
Eco
El miedo es una experiencia central de la vida humana que nos hace tomar conciencia de ser criaturas frágiles y amenazadas de muchas maneras.
Puede ser un camino que nos conduzca a Dios, al hacernos reconocer su misterio y nuestra necesidad de salvación; pero, si nace de una falta de confianza, debilita nuestra fe y tiene efectos paralizantes. Por eso la expresión “no temas” aparece una y otra vez en labios de Jesús, acompañada de una invitación a la confianza.
Hoy les pedimos a los apóstoles que nos cuenten cómo le oyeron decirles “¡Ánimo!¡No tengas miedo!” cuando se encontraban en situaciones de extremo peligro o desgracia; y como Él parecía asombrarse de su temor, como si fuera algo imposible teniéndole a Él a su lado….
“En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, y no lo reconocieron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
Al momento Jesús, extendiendo la mano, lo agarró, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.” (Mt 14, 24-34)
“Llegó la noche…la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario…. Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, y no lo reconocieron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.”
- En muchos momentos el viento no sopla a favor y las olas nos sacuden, el miedo se nos cuela y no nos permite ver más allá… Ni siquiera podemos reconocer a Jesús que se acerca.
- En la barca de nuestra vida vamos con otros. Mira a tu alrededor y descubre el miedo que empapa nuestro mundo, nuestra sociedad, a los más cercanos….Tantos hombres y mujeres que viven angustiados y bloqueados por distintas formas de mal, dolor, persecución, depresión, vida amenazada…
“Al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!”
- Acércate a Jesús y pon delante de Él todos tus miedos, incluidos aquellos que te resultan más humillantes el reconocerlos, grítale a Jesús, tú también “Señor sálvame”
“Al momento Jesús, extendiendo la mano, lo agarró, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.”
- Siente su mano que te salva, que te agarra y que te calma… pídele al Señor que aumente tu fe y tu confianza. Repite por dentro alguna de estas expresiones tomadas de los Salmos:
“Tú Señor, eres mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?
Tú, Señor, eres la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?” (Sal 27,2)
“Tú Señor eres mi guardián, tú eres mi sombra, Estás a mi derecha,
Tú me guardas de todo de mal Y salvas mi vida…” (Sal 121,5-6)
“Tú estás conmigo, Dios y salvador mío.
Estoy seguro y sin miedo Porque tú eres mi fuerza y mi canción” (Is 12,2)
- Esa mano de Jesús puede ser la tuya… Pregúntale como puede ser tu manera concreta de liberar a otros de sus miedos. Aprende de Él a comunicar con tu vida “No temas, ten ánimo”
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