
Antes de leer, fíjate en la actitud de los personajes. Observa su rostro, mira sus manos…
María y Juan
A la derecha de Jesús, y no a uno y otro lado, se encuentran María y Juan, inseparables como en todos los crucifijos de tipo sirio: «Mujer, ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,26-27).
No son rostros paralizados por el dolor, antes bien permanecen serenos, casi sonrientes;
La mano izquierda de María refleja su actitud de interiorización, de guardar en el corazón. La mano derecha de ambos señala a Jesús, Dios y hombre, vencedor del mal y de la muerte, glorificado por el Padre.
Cuanto hemos dicho de Cristo, personaje central del icono, lo leemos reflejado en la actitud de María y Juan: María aprueba la obra de su hijo y participa en ella; Juan, que en su evangelio expondrá ampliamente el misterio de Jesús, está junto a María y, con ella, aprueba con idéntico gesto la obra de Jesús.
María Magdalena, María mujer de Cleofás y el Centurión.
No son rostros paralizados por el dolor, antes bien permanecen serenos, casi sonrientes;
La mano izquierda de María refleja su actitud de interiorización, de guardar en el corazón. La mano derecha de ambos señala a Jesús, Dios y hombre, vencedor del mal y de la muerte, glorificado por el Padre.
Cuanto hemos dicho de Cristo, personaje central del icono, lo leemos reflejado en la actitud de María y Juan: María aprueba la obra de su hijo y participa en ella; Juan, que en su evangelio expondrá ampliamente el misterio de Jesús, está junto a María y, con ella, aprueba con idéntico gesto la obra de Jesús.
María Magdalena, María mujer de Cleofás y el Centurión.
A la izquierda de Cristo, siguiendo la descripción del cuarto evangelio (Jn 19,25), están María Magdalena y María, mujer de Cleofás; sus nombres aparecen escritos bajo sus pies. Su actitud es serena, como la de María y Juan. María Magdalena mira al centurión, que está proclamando su fe; con un gesto de emoción, pero sin manifestar tristeza, acerca la mano izquierda a la garganta, igual que la madre de Jesús; como el centurión, cree, y también ama, pues ella fue curada y convertida por Jesús, y su corazón arde de amor a su Señor; así lo demostrará, además, la mañana de Pascua (Jn 20, 1-2 y 11-18). María de Cleofás, entre María Magdalena y el centurión, contempla a Cristo y lo señala con la mano, expresando también su admiración. El centurión mira a Jesús; está como ausente de todo lo demás; su mirada y su gesto expresan la palabra referida por los sinópticos: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios» (Mt 27,54).
Contempla cada personaje, evoca la relación de cada uno con el Señor.
¿De dónde procede esa esperanza que transmiten, esa confianza que expresan en el rostro?
¿Te podrías identificar con alguno de ellos?
¿Dónde pones la confianza y la paz?
¿Qué oración te brota después de esta contemplación?