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Maestro bondadoso

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Te encuentras ante este icono de la Iglesia Rusa, (museo de Moscú, s.XVI) que ha consolado a quienes lo han contemplado a lo largo de los años. Proclama el misterio de la encarnación para fortaleza del hombre. Su mirada serena nos invita a la confianza; te mira con firmeza y sin sombra de dudas porque Él es la verdad y el camino; sus labios cerrados indican que ël sólo tiene un palabra para ti, te invita… las marcadas ojeras que muestra, sugieren que sabe lo que es la preocupación y el sufrimiento profundo del ser humano que se halla sin rumbo, sin trabajo, sin alegría, y te brindan acogida y comprensión. Te dan firmeza en el esfuerzo y capacidad para seguir… Él es el Pantocrator, Señor todopoderoso, puedes confiar y desahogarte con calma; aunque sea tu noche, Jesús siempre tiene tiempo para escucharte hasta que amanezcas… ahora calla, contempla. Siéntelo dentro de ti que te habla:
Nada te turbe. Estoy contigo, cuando te hundes. No tengas miedo, yo he salido de todas las estrechuras humanas… créeme. Tú acoge mi modo de vivir, te curaré todas tus heridas y vivirás. Soy el camino y la verdad porque he vivido confiando el Padre del cielo. Confía tú en Mí. Lee despacio lo que les dije a mis seguidores: Mt 16, 21-28. Y no tengas miedo… atrévete a venir conmigo.

Recréate mirando todos los detalles sin pensar en nada como cuando se contemplas una llama. Su mano derecha dirigida hacia el pecho nos está diciendo: "Yo soy el camino..."; mientras que la otra sostiene el evangelio abierto en el que se lee: "Venid a mí todos los que estáis cansados...yo os aliviaré" (Mt 11,28ss). La belleza de este icono es, más que la armonía de rasgos y colores, su poder grandioso de comunicación. Sólo míralo como signo del Señor que iba por los campos y aldeas de Palestina y veía a las gentes como ovejas sin pastor, agobiadas, sin rumbo… Tal vez tú eres hoy alguien sin rumbo, sin saber qué hacer, sin vocación porque no te abres a la vida. Calla y contempla… seguro que alguien necesita tu amor y tu tiempo…

¡Qué envidia das, Señor, al verte tan sereno y al mismo tiempo tan lleno de afecto a quienes te miramos! No dejes de poner tus ojos de amor en nosotros con decisión para que creamos en ti. A aquel joven lo miraste con amor, pero se marchó solo, sin ti, vacío, porque sus riquezas no le llenaban. No me permitas alejarme de ti, si la vida es dura, para que tú seas mi fuerza… y si es generosa, para ser generoso con tu estilo, como el que infundiste en Zaqueo…

Jesús muestra una actitud majestuosa y al mismo tiempo reconfortante y cercana. Su mirada llena de sentido nuestra búsqueda. Su manto azul, signo de su sabiduría divina y de su encarnación humana significa que lleva sobre sus hombros nuestra humanidad sufriente. Esa es la sabiduría de Dios. Pero al mismo tiempo ese manto azul envuelve el Misterio de su divinidad, (túnica roja) y es garantía poderosa de la confianza depositada en Él: Es Dios quien nos lleva a hombros como a ovejas sin pastor... Jesús es el Buen Pastor.

Señor Jesús, Tú que eres la vida y el camino, déjame ir a tu lado, no sigas adelante sin mí. Y mírame siempre con decisión para que yo no dude. Si me descarrío, ven a buscarme y llévame a tu par para que sepa por donde andar. Quiero que tu mirada sea siempre mi luz, quiero tener valor para cambiar mis criterios humanos por tus propuestas evangélicas. Quiero que seas mi Maestro para que yo aprenda a ser un discípulo bondadoso con todos. Amén.

Misioneros rendentoristas
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