a. “No podéis servir a Dios y al dinero”, ¡no es posible!: o nos arrodillamos ante uno o lo hacemos ante el otro…
b. “No estéis agobiados por la vida… “¿Por qué os agobiáis por el vestido?” “¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podría añadir una hora al tiempo de su vida?” “A cada día le bastan sus agobios”…
¡Cuánto agobio! Pero, hay agobios y agobios… ¿Los míos?
c. Pues lo nuestro, lo propio de la persona seguidora de Jesús, sería “buscar el Reino de Dios y su justicia”… ¡Eso sería lo nuestro, en lugar de tantísimas pamplinas a veces!