Tamaño Fuente
  • Inicio
  • ADC
    • ¿Quiénes somos?
    • ¿Dónde estamos?
    • Ser ADC
      • Proceso de Formación
      • Testimonios ADC
    • Publicaciones
    • Acceso Privado
    • Misión, Valores, Visión
  • Marcelo Spínola
    • Hojas de difusión
    • Historia
    • Escritos
      • Correspondencia
      • Escritos a las Esclavas
    • Bibliografía
  • Celia Méndez
    • Hojas de difusión
    • Historia
    • Escritos
      • Correspondencia
    • Bibliografía
  • Laicos Spínola
    • Materiales
    • ¿Quiénes somos?
    • Sal y Luz
  • Spínola Solidaria
    • ¿Quiénes somos?
    • ¿Qué hacemos?
  • Noticias
  • Descargas
  • Para empezar a amar

    Para empezar a amar

    Leer más
  • 12 señales para el camino.

    12 señales para el camino.

     

    Leer más
  • Missa de Ação de Graças 23-01-2021

    Missa de Ação de Graças 23-01-2021

    A história da Congregação no Brasil inicia o relato de Dianópolis assim:

    Leer más
  • Si no he de ser santo,  ¿Para qué quiero la vida?

    Si no he de ser santo, ¿Para qué quiero la vida?

    En vano pretendemos ser santas sino somos humildes.

    Leer más
› ‹
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
twitter
ADC Spínola @ADCSpinola
ADCSpinola 4ª Jornada de nuestra #conferenciageneraladc. Disfrutamos compartiendo nuestros sueños de forma creativa. Hemos viv… https://t.co/e1MZi8eZjg
12h • reply • retweet • favorite
ADCSpinola RT @ADCSpinola: 3 Jornada de nuestra #conferenciageneraladc. Terminamos la dase de descubrir y comenzamos a soñar. #xxicapítulogeneraladc h…
Abr 11 • reply • retweet • favorite
ADCSpinola 3 Jornada de nuestra #conferenciageneraladc. Terminamos la dase de descubrir y comenzamos a soñar.… https://t.co/xCVPixAXwo
Abr 11 • reply • retweet • favorite
  • Pastoral

    pastoral esclavas divino corazon

    Leer más
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4

Contenido Destacado

  • Revista ADC

    Sigue nuestros números ONLINE Leer más
  • Testimonios ADC

    ¿por qué soy Esclava y Misionera? Leer más
  • IGLESIA AL DÍA, Un papa que se moja

    La actualidad de la Iglesia en un click Leer más
  • 1
  • Todo lo puedo en Él

    Recursos para la Oración Leer más
  • Galería Multimedia

    Mira nuestras imágenes y vídeos Leer más
  • Música Spínola

    Descarga y escucha nuestra música Leer más
  • Madre Belén

    Leer más
  • 1

Ten compasión de mi

  • Imprimir
  • Correo electrónico
Twitter
“A unos que se tenían por justos y despreciaban a los demás les dijo Jesús esta parábola: ‘Dos hombres fueron al templo a orar; uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, de pie, hacía en su interior esta oración: Dios mío, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano; yo ayuno dos veces por semana y pago los diezmos de todo lo que poseo. El publicano, por el contrario, se quedó a distancia y no se atrevía ni a levantar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador. Os digo que éste volvió a su casa justificado, y el otro no. Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. (Lc.18, 9-14)

Es necesaria la humildad, y lo es por dos causas principales. La primera: porque para alcanzar la justicia o perseverar en ella, si es que la tenemos, necesitamos continuamente la gracia de Dios, y Dios no comunica sus gracias, sino a los que son humildes. La otra causa, el otro motivo por el que hemos de ser humildes es porque necesitamos nosotros mismos, para ir adelante, un estímulo, un aguijón. ¿Qué hace el soberbio? Se sienta a descansar, le parece que ha llegado al término, y como el fariseo, exclama: “Gracias te doy, Señor, porque yo no soy pecador como lo son los demás; yo soy caritativo; yo cumplo con los preceptos divinos; yo ayuno dos veces en semana; yo, en una palabra, soy justo, ya he llegado al término, y no me queda nada que hacer”; esto dice el soberbio; y como se ve lleno de méritos, cree que todo lo ha hecho y se sienta a descansar. El humilde, por el contrario, no mira el camino que lleva andado, sino que tiende su mirada hacia delante, y ve el largo trecho que aún tiene que recorrer. ¡Ay! Dice para sí, algo he hecho, pero ¿qué es esto en comparación con lo que tengo que hacer? Acaso he conseguido la obediencia, pero en esta hay muchos grados, y para llegar al último, me queda gran trecho que andar. Acaso he conseguido la virtud de la mortificación, pero la escala de la mortificación es interminable. Tal vez he comenzado a amar a Dios; quizá le amo bastante, pero ¡qué gran diferencia entre el amor que yo tengo y el que le tenían San Agustín y Santa Tersa! ¡Qué diferencia, entre la humildad que yo tengo y la que tuvieron los santos! Aún me queda mucho que andar. ¡Adelante! Era la divisa de los santos, los cuales, empuñando las armas con nuevos bríos, seguían su marcha, sin tener en cuenta lo que habían hecho, sino lo mucho que les quedaba por hacer.

La humildad es, pues, necesaria a todos, a los que comienzan, a los que siguen y a los que han llegado al término.

Jesucristo, durante su vida, nos ha manifestado el precio que tiene la humildad, lo que esta virtud vale. En efecto, no nos ha dicho nunca: “Aprended de mí, a curar enfermos, a obrar milagros” no; y sin embargo, nos ha dicho: “Aprended de mí, que soy mando y humilde de Corazón”. ¡Qué hermosa es la virtud de la humildad! Ella nos gana el Corazón de Dios; ella atrae las bendiciones del cielo, y hace que el alma camine sin inquietud y sin temores, porque el alma humilde no confía en sí misma, sino que se apoya en Dios, y sabe que aunque pise sobre basiliscos, no recibirá daño, porque Dios la tiene cogida por la mano, y no permitirá que le suceda mal alguno.
(Pláticas II, pág.749)
  • Acceso Privado
  • Contacto
  • Enlaces
  • Protección de Datos
  • Correo Web
  • Mapa Web
  • Aviso Legal
 
Esclavas del Divino Corazón
C/Maestro Ángel Llorca nº 11 bis
28003 Madrid
 
info@adcspinola.net
 
Diseñada por Rebeca Collado y Joaquín Duro

  • ¿Recordar contraseña?
  • ¿Recordar usuario?