Ábreme despacio el corazón,
cuélate entre las rendijas
de mi cueva,
necesito tu AMOR
como el agua que refresca
en las almas desérticas.
Desabróchame las resistencias,
besa el escozor,
y entra, entra con tu AMOR
en mi empastada tierra.
Golpea, magulla, derriba
o bien llama, recita,
canta,
pero no me dejes ni un segundo más
engolfada en mi
enquistada miseria.
Desciende, penetra,
en mi vida, en mi tienda,
levanta y ábreme la puerta...
Dame tu TERNURA, Señor...
y mientras llegas
(porque llegarás...)
dame de ti PACIENCIA
en la Espera.
Irene del Río