Yo quise ser misionera,
fueron mis primeros sueños,
en esto puse mi empeño
y llegué a serlo de veras.
Y es que al buscar santidad
ésta no la concebía
sin un dar con valentía
por la entrega más total.
Entrega que yo juzgaba
había de ser esa vida
que ya sólo era vivida
por el objeto que amaba.
Y es cierto que allá en las selvas
en que nada humano encuentro
es donde yo más me siento
a Dios dada sin reservas.
Allí sólo a Dios se siente,
no hay nada que de este suelo
pueda dar goce y consuelo
¡Sólo Dios! ¡Bendita suerte!
Por eso en ser misionera
sigo poniendo mi empeño
¡salvar almas! son mis sueños
dándome a Jesús de veras.
Octubre 1957 (M. Belén a bordo)