Déjame volver a Ti,
una vez más después de cientos, miles,
como he vuelto.
Déjame, ábreme tus brazos,
hazme un sitio
en tu hogar, en tu lecho.
Vengo casi agachada,
escondida, sucia,
descosida,
pero transparente de mi pecado
y de mi desamor,
viéndoseme desde lejos
ese olvido de Ti,
que también me trae a Ti
obsesionado,
sin remedio.
Mírame, o mejor,
ámame como otras veces
sin reparar en este aspecto
humano y deshumano,
sediento, muy sediento,
...
En esta noche desapercibida
para el mundo entero,
quiero volver a Ti,
traigo miedos y deseos,
vergüenzas y misterios,
tráigome a mí misma,
a pedazos,
a retazos
...
Sea como sea,
sé que no te importa,
Tú de mí lo sabes todo, Señor,
A TI VUELVO,
una vez más, de nuevo.
Irene del Rio