Hoy construiré un poquito más
LA ESPERANZA
dejando atrás algunas cosas,
despojándome de otras:
dejaré el miedo sentado en un taburete,
la costumbre en una silla
y esa que no soy yo y que me ha servido hasta ahora
tumbada en el sofá.
Prohibido mirarme mucho
-me digo mientras impulso mi corazón hacia delante-,
ni hacer llorar a los sentimientos dolientes,
prohibido utilizar las manos
para agarrar sombras nuevas con las que sostenerme,
admitidas mis piernas, mi corazón, mis manos frescas...
y la fe como bandera.
Abro la ventana y es de día.
¿Por dónde va ella? -¡Ah sí,
ya la reconozco!!!
Bajo enseguida y delante de sí misma
con temblores... me digo:
Es ella, comienza y confía,
y sin darme cuenta, pero queriendo,
agradándole estoy con mimo.
Es LA ESPERANZA, mi destino.
Irene del Río