Ésta es la historia de un viajero que fue a parar a una ciudad de Francia. El caminante se admiró de ver la cantidad de canteros, albañiles y carpinteros dedicados a la construcción de un magnífico edificio para la Iglesia. Se acercó a uno de los canteros para interesarse por su trabajo.
– “¿Podría explicarme en qué consiste su trabajo?”, le preguntó.
El hombre, molesto por la pregunta, le contestó de mala forma:
– “Estoy picando estos bloques de piedra con el marrón y el cincel, y después los estoy ensamblando tal y como se me ha indicado para hacer un muro. Estoy sudando la gota gorda y además me duele muchísimo la espalda. Y para colmo, este trabajo me aburre y me paso el día soñando con el día en que pueda dejarlo.”
Ante tal respuesta, el viajero prefirió marcharse y charlar con otro cantero.
– “¿Podría explicarme en qué consiste su trabajo?”, preguntó nuevamente.
Y el segundo cantero le contestó:
– “Pues mire usted: como tengo mujer e hijos necesito un trabajo para ganarme un sueldo. Me levanto pronto cada mañana y vengo a picar la piedra, tal y como se me ordena. Es un trabajo repetitivo, como se puede imaginar, pero gracias a él puedo alimentar a mi familia, que es lo que me importa; estoy contento con tener este trabajo.”
Más animado por esta segunda respuesta, el forastero se acercó a otro trabajador.
– “Y usted, ¿qué está haciendo?”
Y el tercer cantero, con los ojos brillantes de emoción y con el dedo índice apuntando hacia el cielo, le contestó:
– “Estoy levantando una catedral. ¡Una preciosa catedral! No podría soñar con un trabajo más hermoso al que dedicar mi esfuerzo.”
La Cuaresma se nos puede presentar, dependiendo de nuestro estado de ánimo, como una carga, como algo que llega sin remedio, o como una oportunidad. Lo vemos en las tres actitudes de los canteros del cuento. El primero vive su trabajo como un suplicio que le aburre, que no tiene sentido. El segundo, entiende que es un trabajo que tiene que hacer, aunque le parece repetitivo. Sin embargo, el tercer cantero vive su labor con ilusión, sabe cuál será el resultado final, y se dedica con alegría.
Igual que éstos, nosotros podemos vivir este tiempo de preparación que comienza como una carga, con esa visión negativa tradicional de penitencia, ayuno… otra opción es saber que es algo que pasa, que viene cada año y hay que vivirlo de la mejor manera posible, sin que me cueste mucho, pero que me pueda aportar algo. Por último, tenemos la oportunidad de vivir el tiempo de Cuaresma con la alegría y la ilusión de saber a lo que nos atenemos, de saber “la catedral que estamos levantando”.
Esta Cuaresma, ¿en qué consiste tu trabajo? ¿Cómo vives este tiempo?
Que estos 40 días nos sirvan para preparar el corazón para acoger, de verdad todo el amor de Jesucristo que se manifiesta en la experiencia del paso por la Cruz y la Vida.
Esperamos que estos materiales os ayuden a vivir la cuaresma con todo su sentido.