Nuestro día es el de una Esclava del Divino Corazón.
Iniciamos con la oración seguida del desayuno y continuamos con el trabajo.
Cerramos la mañana con la Celebración de la Eucaristía y luego del almuerzo y un breve descanso continuamos los trabajos dejando para el final de la tarde la oración y el rezo de las Vísperas. Después de la cena algo de expansión: caminar, contar anécdotas, celebrar onomásticas, contar cosas de los diferentes países o compartir otros talentos diferentes.
Todo lo que hacemos en el día está lleno de sentido, celebrar y compartir la fe nos fortalece; trabajar en torno a la realidad congregacional y su proyección en el futuro nos pone en onda de universalidad, comunión, búsqueda sincera de lo mejor; sentarnos a la mesa es ocasión de interesarnos por la otra, su persona, comunidad, el país donde vive, situaciones de esperanza y de sufrimiento por las que pasamos y acompañamos.
Ya hemos realizado otro bloque significativo de esta experiencia: los informes del Gobierno General sobre el sexenio y el estado de la Congregación. Estos han sido una buena ocasión para pasar ver el paso de Dios por nuestra historia. “Pasear” por los sitios donde estamos e ir recordando con cariño y agradecimiento a las personas con las que compartimos la misión y a los destinatarios de la misma. Rostros de niños, jóvenes, profesores, colaboradores, laicos… han estado presentes. Mirar el futuro con
esperanza.
Sentimos que están rezando por nosotras,
¡Gracias!
Continúen haciéndolo.
Un gran abrazo de todas