En 1968, en Italia, se dio un encuentro inesperado que resultó providencial. M. Ascensión, que era entonces la Procuradora de Misión, tuvo la oportunidad de saludar al Cardenal de Osaka, Taguchi. En la conversación surgió la invitación para trabajar en su Diócesis en la evangelización de la familia a través de la educación. La Diócesis podía proporcionarle la venta de un terreno adecuado. A partir de ahí, poco a poco se fueron concretando las cosas, no con pocas dificultades, y el 1 de mayo de 1971 el mismo Cardenal Taguchi pudo bendecir el amplio Parvulario reconocido oficialmente como entidad educativa.
A través de los 3 años que están en el Parvulario se les va transmitiendo el conocimiento de la existencia de Dios. Se les va enseñando también a sembrar y cultivar "las flores del corazón": pequeños actos de paciencia, ser amable con los amigos; se les va conduciendo poco a poco a formarse un corazón que sabe colaborar y ayudar a los amigos para estar todos contentos y felices porque esta será la base de crear una sociedad, un país, un mundo de paz.
En octubre, la fiesta de floral de la Virgen, en Navidad con su representación del Evangelio transmitir a las familias el sentido real de la Navidad, terminando con una oración con la familia.
También se les habla de los muchos niños que pasan hambre, que sufren y para ayudarles todos los meses, se envía el dinero ahorrado del obento (comida del medio día) suprimiendo parte de lo que les justa (una vez a la semana).
Así poco a poco se les va educando el corazón.
Una vez al mes, el sábado por la tarde hay reunión para antiguos alumnos del yochien que están interesados en continuar en catequesis. Suelen reunirse unos 80 niños. Un grupo de madres, mientras sus hijos participan de las actividades, tienen reunión para formación humana.