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Discernimiento Vocacional
 
Aunque no es una etapa propiamente dicha, el discernimiento vocacional es un proceso que permite clarificar a la persona que siente inclinación hacia la Vida Religiosa, si, además del interés por ella, posee las aptitudes requeridas para vivirla y la voluntad manifiesta y decidida de entregarse enteramente al Señor por motivos de fe.
 
Este tiempo de discernimiento debe ser acompañado por una religiosa Esclava del Divino Corazón antes del comienzo de la formación inicial en la Congregación.
 
El objetivo de este tiempo de acompañamiento es hacer en contexto de vida cristiana, un camino de conocimiento mutuo entre la Congregación y la persona, para verificar su llamada al seguimiento de Jesucristo y ver si se dan las condiciones necesarias para iniciar el proceso de formación en nuestra familia religiosa de Esclavas del Divino Corazón.
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Postulantado

Es la etapa de formación inmediatamente preparatoria para el Noviciado. La persona continúa su discernimiento vocacional en el que se hace la transición gradual de la vida cristiana seglar vivida hasta ese momento, al Noviciado con el que inicia propiamente la vida consagrada.  El objetivo fundamental es el análisis de la autenticidad de la llamada (purificando sus motivaciones vocacionales) y en el conocimiento y el seguimiento de Jesús viviendo la fe coherentemente.

En esta etapa, que suele durar dos años salvo casos excepcionales en que dura uno, las postulantes conocen más de cerca la vida y misión de la Congregación y la propia Congregación conoce, a su vez, la vocación, aptitudes y el nivel de madurez que tiene la persona.

Las postulantes, dentro de su condición seglar, vivirán un estilo de vida que les facilite la transición gradual al Noviciado. Vivirán en una casa de la Congregación designada para postulantado con una maestra al frente. Las postulantes continuarán sus estudios civiles, se verá si puede iniciar estudios teológicos o pastorales. Participará en reuniones semanales de formación específica de postulantado, iniciará de manera acompañada alguna experiencia apostólica en consonancia con nuestra misión.

Un día en la vida de una postulante

 

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noviciado

El Noviciado es una iniciación progresiva e integral en el seguimiento de Cristo según nuestro Carisma, en orden a la incorporación a la Congregación mediante la Profesión Religiosa.

Este tiempo de intensa formación tiene como finalidad el que la novicia conozca mejor el don de la propia vocación tal como se propone en la Congregación, experimente su estilo de vida, conforme la mente y el corazón con el espíritu de ésta, y al mismo tiempo puedan comprobar su intención e idoneidad, tanto ella como la Congregación.

El estilo de vida de  la novicia debe ser lo más acorde posible con el de una comunidad profesa, ya que es una etapa de iniciación en el seguimiento de Jesucristo según nuestro Carisma.

Según nuestras Constituciones, el noviciado dura dos años. El primero o año canónico, es fundamentalmente un tiempo de dedicación a la interiorización. Los estudios formativos deben ir encaminados a un mayor conocimiento de Jesucristo y de la espiritualidad congregacional. El segundo año, año no canónico, se orienta a iniciar gradualmente a las novicias en los trabajos propios de nuestra misión, de forma que realicen progresivamente en su vida aquella coherente y armoniosa unidad entre oración y acción que nuestros Fundadores querían. Durante este tiempo se sigue dando especial importancia a la interiorización (vida de oración y a los estudios formativos).

 

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votos temporales

Es la última etapa de la formación inicial y la más larga. Abarca desde la primera profesión hasta la profesión perpetua y comprende: el Juniorado propiamente dicho, que dura los tres primeros años de votos temporales y el Postjuniorado, etapa que llega hasta la profesión perpetua.

Durante esta etapa la profesa de votos temporales continúa su formación para vivir plenamente la vida y la misión de la Congregación y prepararse para la Profesión Perpetua. En cada Provincia/Delegación se planificará el proceso formativo previendo cómo armonizar en cada formanda experiencia apostólica, estudios teológicos, obtención de títulos académicos necesarios para el desempeño de nuestra misión, vida comunitaria y de oración.

Vivirá en Casa Juniorado o no (según convenga), antes de la profesión perpetua es conveniente que haya pasado por más de una comunidad a fin de tener mayor conocimiento de la realidad congregacional y poder asumirla afectiva y efectivamente.

Hasta los votos perpetuos, la Esclava renovará anualmente sus votos. A partir de los cinco años de su primera profesión puede solicitar la profesión perpetua.

 

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La formación permanente es un proceso global de renovación que abarca todos los aspectos de la persona y el conjunto de la Congregación. Pretende la constante renovación de la vida personal, comunitaria y apostólica de la Esclava del D. Corazón como respuesta en fidelidad creadora al don de la vocación.

La formación permanente no es, en primer lugar, una acción externa, sino un constante compromiso de autoformación de la persona, de actualización de las propias competencias y de intercambio enriquecedor en la confrontación con las hermanas y los seglares con los que compartimos la misión.

La búsqueda continua de la voluntad de Dios, la condición humana con sus posibilidades y limitaciones hacen de la formación un proceso continuo hacia la transformación de toda la persona en Cristo.
 

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tercera edad

La denominación de tercera edad en las distintas culturas comprende un arco de tiempo diferente, no es sencillo definir esta edad, tanto por la amplitud como por los diversos modos en que la viven las personas.

A través de la comunidad, la formación en esta etapa de la vida debe ofrecer ayudas para el conocimiento y la comprensión de sí mismas y de las posibilidades que todavía encierra cada una dentro de sí, apoyar humana y espiritualmente a las hermanas, buscando las orientaciones médicas y psicológicas necesarias para que se sientan acogidas y queridas, teniendo con ellas las mismas actitudes de misericordia, compasión y ternura del Corazón de Cristo.

 

 

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Proceso Formativo

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proceso formativoEl objetivo fundamental al que tiende la formación, es la identificación con Cristo, la unión con Él según nuestro Carisma. Esta configuración se da a través de un proceso de transformación espiritual que nos va llevando a pensar como Él, sentir como Él, querer y hacer lo que Él quiere con un sentido de pertenencia total, hasta poder decir como Pablo que es Él quien vive en nosotras.
 
 
 
 
 
 
 
Este proceso que comienza por la llamada gratuita e incondicional de Dios y la respuesta libre y total de cada una, nos introduce en la comunión de todas las que somos con-vocadas y nos confía una misión: contemplar, vivir y anunciar el misterio de su Amor.
 
Agentes y Ámbitos de formación
 
Jesucristo es el único Maestro que nos ha llamado y nos irá acompañando a lo largo de todo el camino formativo. Los agentes adquieren su sentido en cuanto están referidos a Él.
 
El Espíritu Santo. Es el primer y principal agente de la formación, si Él no hay posibilidad auténtica de seguimiento. Es quien nos llama y suscita en nosotras una respuesta libre y generosa, es quien a lo largo de toda nuestra vida conserva la iniciativa (Fiel es quien os llama) es la verdad que enseña, recuerda y guía
 
María. Ejemplo de consagración por su entrega total a Dios, nos recuerda que la iniciativa es de Dios y nos muestra cómo acoger su gracia en nuestra vida. Mirando a la primera Esclava aprendemos a estar incondicional y permanentemente disponibles al querer de Dios en actitud de humildad y obediencia a Él.
 
La Iglesia. La vida, la santidad y la misión de la Iglesia son agentes de formación. Nuestra vida cristiana y religiosa se nutre y profundiza en la participación activa en la vida litúrgica y sacramental, particularmente en la Eucaristía. Por la Palabra de Dios escuchada, vivida y celebrada recibimos luz, interpelación y fuerza para responder cada día al Señor.
 
La realidad. El mundo es el lugar de la acción salvífica de Dios. La realidad humana y social que vivimos, las esperanzas y sufrimientos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, son palabra de Dios para nuestra manera de vivir, de estar presentes y de servir a la misión.
 
La Comunidad. Es elemento esencial de nuestra vocación. Se construye diariamente al dejarse interpelar y convertir por la Palabra de Dios y transformar por la Eucaristía. Es el lugar en donde se encarna el Carisma, aprendemos a vivir en compañía de aquellas hermanas a quienes Dios ha puesto a nuestro lado, el aprendizaje diario del diálogo, la comunión, corresponsabilidad, servicio, entrega, reconciliación, gratuidad… .
 
La persona llamada. Al hacerse consciente del don de Dios que ha recibido, invitada a dar una respuesta personal, responsable y gozosa, asume que ella es la primera responsable de su formación. Para ello ha de cultivar la docilidad al Espíritu; ser transparente y sincera; reconocer la acción de Dios en su propia vida; aprender a convivir sintiéndose responsable de la construcción de la fraternidad; desarrollar la vida de oración, estudio, trabajo; colaborar con las mediaciones humanas…
 
La Maestra. Importante mediación humana en esta etapa inicial, convencida de que el Señor es el único Maestro acompaña a la formanda en todos los aspectos de la formación favoreciendo su integración progresiva en la vida y en la misión de la Congregación. Lo hace con particular dedicación por medio del diálogo.
 
La Superiora. Las Superioras han de ser estímulo en la búsqueda y realización del querer de Dios. Ayudar a cada hermana a que viva su consagración al Señor como Esclava del Divino Corazón y se sienta feliz, es su principal servicio.

Dinamismos y medios formativos

Entendemos por dinamismos y medios las realidades que se presentan con una intencionalidad formativa.

La Palabra de Dios. La Palabra de Dios, regla suprema de vida, es la primera fuente de vida espiritual, alimenta nuestra relación personal con Dios y nos muestra su voluntad.
 
El acompañamiento personal. En sentido más estricto lo entendemos como el diálogo personal realizado con regularidad para acompañar a las Esclavas en el camino del Señor a lo largo de su vida. Tiende a hacer a la persona capar de percibir de manera realista y sin deformaciones, la acción de Dios en ella y poder decidir libremente el responder a la misma de manera responsable.
 
La oración. La oración es esencial a nuestra vida y oración apostólica, de ahí que dediquemos dos horas diarias a la oración personal. La calidad de nuestra vida cristiana depende de la calidad de nuestra vida de oración, es ponerse frente a la verdad de Dios con la verdad de una misma, nos hace entrar poco a poco en el mundo de los deseos de Dios. La oración personal es para la Esclava íntima relación de amistad con Jesucristo, desahogo del alma con el amigo que no se muda; diálogo, relación, es hablar con Él y dejar que Él nos hable,; es trato familiar, comunicación íntima, tierna y cordial, llena a la vez de profundo respeto.
 
El estudio. Nuestra consagración y nuestra misión educativa exigen de nosotras el cultivo de las ciencias si queremos lograr una síntesis armónica entre Evangelio y Cultura, fe y vida y favorecer la transmisión de una cultura impregnada de valores evangélicos. Realizado con responsabilidad, constancia, rigor y técnica suficientes ayuda al crecimiento humano, espiritual y vocacional.
 
Experiencias apostólicas formativas. Teniendo en cuenta la centralidad de la misión en nuestra vida, las experiencias apostólicas adquieren una importancia singular en todo el itinerario formativo y se convierte en una escuela en la que a la vez que anunciamos el amor de Jesucristo nos vamos convirtiendo en verdaderas Esclavas educadoras.
 
El Proyecto personal. Es autoconocimiento y discernimiento en el Espíritu, una invitación a seguir tomando siempre de nuevo la vida en las propias manos secundando la obra de Dios.
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