Nací en el seno de una familia cristiana buena aunque poco practicante en el culto religioso, descubro que mi madre tuvo un papel fundamental en el origen de mi vocación, desde su sencillez , me enseñó a ser buena con las personas y a querer mucho a Dios. Mi educación primaria fue con las Esclavas y durante esos años ellas también supieron, con su estilo sencillo, cercano, alegre, sembrar la semilla buena. Nunca me había planteado la posibilidad de ser religiosa, me gustaba divertirme con mis amigos, salir a fiestas, lo propio de la adolescencia. Por casualidad, que no es tanta casualidad, participé de un retiro que se organizaba en el curso por ser el final del año en el colegio, y allí Dios tuvo su momento para tocarme el corazón. El sacerdote que dirigía el retiro, dijo algo que me hizo pensar: ¿a qué van a dedicar su vida, en qué la van a emplear?... Dios se valió de esta frase para no dejarme ya tranquila y a partir de entonces se me repetía con frecuencia.
Empecé a cuestionarme mi relación con el chico con el que estaba saliendo, es entonces que empecé a considerar otras opciones de vida y cuando pensé en religiosa , ni yo misma me lo creía pues la verdad es que estaba bastante alejada de la práctica religiosa. Sentía la necesidad de orar, aunque no sabía muy bien en qué consistía, me iba a la terraza de mi casa por ser un sitio silencioso y alejado de la gente y allí con mi Biblia leía algún texto y me sentía en la presencia del Señor.
Experimentaba que estos ratitos me llenaban y me sentía bien, lo hacía a escondidas porque no quería que nadie se enterara, era mi secreto con el Señor. Las circunstancias se fueron dando para que muy pronto pudiera entrar al noviciado, uno de los momentos más importantes en mi vida.
A grandes rasgos he contado los inicios de mi vocación, pasando los años, y ya he hecho las bodas de plata, me voy dando cuenta que en el día a día voy experimentando esta elección de Dios para conmigo, soy consciente en mi propia vida de una gran verdad y es la que manifiesta el libro del Espíritu “no os buscó Dios ni porque lo mereciéseis… os buscó por el amor que os tenía…”
Por eso para mí es motivo de agradecimiento la vocación, me siento con la responsabilidad de cuidarla y mimarla cada día. Soy Esclava porque EL así lo ha querido y deseo responderle en fidelidad, entregando lo mejor de mí a Él y a mis hermanos . Gracias a la Congregación por abrirme sus puertas para poder ser parte de esta gran familia SPÍNOLA.
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