Pues porque me sentí atraída por alguien que me fue conquistando la vida. Creo que todo comenzó cuando me di cuenta de que algo estaba faltándome por dentro.
A mis padres desde muy jóvenes les gustaba mucho ayudar en lo que podían en las necesidades de la parroquia principalmente en las catequesis rurales. Parece que esa fe que tenían tan viva y como la transmitían fue lo que me hizo ir buscando el sentido profundo de mi lugar en el mundo y me llevaba a cuestionar mi propia vida.
Fui aprendiendo a no quedarme igual ante la necesidad de otros. Tanto así que cuando veía algún pobre tirado en la calle me daba mucha impotencia y no sabía por qué no me quedaba tranquila. Las situaciones de pobreza de mi tierra cogían mi mirada y no sabía el porqué.
Estando en la catequesis de la parroquia una vez nos dijeron que levantasen las manos los que querían ser monjitas; y así con las distintas vocaciones y me acuerdo que levante mi brazo sin saber el por qué. Pero eso claro sólo era por la hora de catequesis. No era una idea que me gustara mucho en esa época, ni siquiera quería ir al colegio de las hermanas.
Sólo me gustaba participar en el grupo misionero porque dedicábamos un tiempo a las misiones en lugares pobres. Algunas veces convidaban algún misionero para compartir su experiencia, y me llamó mucho la atención un joven que con los padres del Verbo Divino se fue como misionero a Vietnam. Me impactaron las fotografías y lo que contaba de la situación que allí se vivía y noté que algo dentro de mí se estaba formando, era como un deseo de también poder hacer algo.
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Sencillo, porque sentí la fuerza abrazadora del Amor de Dios y la atracción de una familia congregacional que vive unos valores Marianos.
Manabí es lugar donde vi la luz primera, concretamente Jipijapa, en el seno de una familia, donde el Dios de la vida no era desconocido y se expresaba, de algún modo, en la luz de las velas que siempre debían estar encendidas en el altar familiar, sin considerar peligros de incendios, y que hoy con un camino ya recorrido puedo considerarlo como la zarza ardiente que deslumbró a Moisés.
Este camino de fe, producto de una Iglesia doméstica, y la compañía de un grupo juvenil, fueron débiles raíces que se abrían paso a la vida en busca del manantial y crearon en mí una conciencia misionera.
El trabajo, el ir y venir en el encuentro con los enfermos, confirmaron esa mirada de ansia de reconocer la fuente de la luz verdadera. Era el sueño de juventud.
Hasta que la propuesta de una voz que repetía “Servir es Reinar” y “Ser Esclava es ser libre”, vividos desde el Corazón de Cristo, en el corazón de la humanidad y desde la Iglesia, sin esperar recompensa, creo que fueron otras fortalezas para mi respuesta de dar un Si generoso.
Read moreA menudo por los pasillos del cole de Sevilla (donde vivo actualmente), en los intercambios, o incluso en plena clase (de forma inesperada), muchos de los niños/as, adolescentes y jóvenes con los que convivo día a día, con los que paso bueno ratos, comparto grupos y charlas de todo tipo… me sorprenden con preguntas como esta: “Me caes muy bien pero… ¿Cómo es posible que te hayas hecho “monja”? ¿Estás tonta o qué? ¡¡No lo entiendo!! ¿Cómo fue eso?...”
Comprendo que en principio cuesta entenderlo, y no pretendo con estas letras aclarar todos los interrogantes que mi forma de vivir despierta en ti, pero al menos espero contagiarte algo de “mi locura” para que no me sientas “tan bicho raro”. Me gustaría contarte que ser Esclava y ser feliz no es solo “compatible” sino que es ¡estupendo! Te lo contaré a partir de una anécdota que viví hace pocos días:
Una de las últimas veces que me asaltaron con una pregunta de este tipo, no sé, fue curioso; me quedé sin palabras y por lo visto apareció en mi rostro una sonrisa de oreja a oreja. Eran alumnas de 1º ESO, estaban expectantes, esperaban que les diera una respuesta convincente, una muy impaciente me dijo: ¡Ángela, no te sonrías tanto y explícanos! ¿Por qué eres monja?... y a mi no se me ocurrió otra cosa que decirle: “Pues creo que ya os he respondido, soy “monja” porque Dios me hace sonreír siempre y eso me encanta”. Ahora las que se quedaron sin palabras fueron ellas… me miraron con cara de… “Ángela a ti no hay quién te entienda” ¿Qué pasa que Dios te hace “cosquillas” o qué?” me dijo una con un tono algo irónico… y a partir de aquí se desencadenó una conversación muy interesante sobre lo que Dios es capaz de provocar en las personas… y concretamente lo que provocó y provoca cada día en mi.
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Creo que la fe de mi familia, la mía propia, engancha con el TRONCO DE FE que ha sido y sigue siendo mi madre.
Una gran sensibilidad, desde muy pequeña, hacia el Señor y sus cosas, unido a una como resolución interior, que me ha acompañado desde los 13 años a elegir el camino de lo que permanece y no envejece con los años, constituyeron la tierra donde la llamada del Señor arraigó.
Esta resolución tuvo que ver con un hecho concreto: Desde los 13 años estuve interna en la Residencia de Madrid, que entonces era Colegio. Un Domingo, en el autobús nº 2 pasando por la calle Guzmán el Bueno, vi en la acera, al mirar por la ventanilla, a una señora muy anciana –una de tantas-... En ese momento, experimenté como un escalofrío interior, al pensar: “Algún día yo también seré anciana”. Y en aquel momento, deseé con toda mi alma “seguir un camino en mi vida que me mantuviera por dentro siempre joven…”
El ambiente del Colegio, algunas Esclavas concretas que me acompa-ñaron, y sobre todo el encuentro con la persona de Jesucristo y su evangelio, hicieron posible el paso al Noviciado. El apoyo de mis padres siempre, su manera de vivir mi vocación, ha sido desde el principio un apoyo a todo lo que el Señor ha ido tranzando en mi vida.
Mi trayectoria en la fe tiene mucho que ver con la confianza. Tengo la experiencia de SER CONDUCIDA, envuelta por una “providencia” que me acompaña y me ayuda a vivir los acontecimientos sin inquietud, confiada y serena, apoyada en Quien me conduce.
Read more¿Qué por qué me hice Esclava? Pregunta un tanto difícil de responder para quién tiene mala memoria, porque en mi vida no ha habido ningún hecho especial que me llevase a tomar esta decisión.
El por qué pienso es sencillamente porque El Señor lo quiso. Él mismo dijo en Jn, 13,13: No me elegisteis vosotros, sino que fui yo el que os elegí...” y sé que de eso hace 84 años que son los que tengo pues también leemos en el profeta Jeremías: “antes de que tú nacieras, te consagré....
Otra cosa sería, qué es lo que me decidió a tomar este camino, y eso sí que no puedo concretarlo porque, que yo recuerde, no hay ningún hecho concreto que me moviera a ello, como he visto ocurre en otras vocaciones que he oído relatar.
Para tomar esta decisión creo me ha influido los ratos de oración que ofrecía el Colegio, cuando –en aquellos tiempos de los años 40 un cuarto de hora antes de que acabase el recreo de la merienda tocaban una campanilla de mano para que la que quisiera pudiese irse a la Capilla a hacer un rato de oración.
En eso fui bastante constante. No sabía mucho cómo hacer oración, pero me ayudaba mucho un librito que tenía: “15 minutos en compañía de Jesús Sacramentado” (que no sé si ya existe). Estar un rato con el Señor me daba paz y más adelante, algunos domingos –si no tenía ningún plan concreto con las amigas- me iba al colegio a la hora del manifiesto de la Comunidad, que la Iglesia estaba abierta al público. Eso sería con 15 o 16 años.
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No inicio do ano de 1953 chegaram, em Dianópolis, então Estado de Goiás, as primeiras Escravas do Divino Coração, para assumir a Direção do Colégio João d’Abreu que tinha um ano de fundação; eram elas: Madre Belém, Madre Aránzazu, Madre Glória, ( espanholas), Madre Consolata e Ir. Anunciata ( brasileiras). Eu era aluna do Colégio, onde cursava a 6ª série do Ensino Fundamental.
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Pensava antes de começar a escrever como iria intitular minha experiência vocacional, e me vinha: tudo o que eu sou hoje; se sou o que sou graças a acção e o agir de Deus em mim.
Tudo começou quando pela primeira vez minha mãe mandou-me a catequese. Aí na catequese aprendi a conhecer e a amar Jesus. Pois, em minha casa era como que um “imperativo categórico” ir a catequese aos sábados pela tarde e a missa os Domingos pela manha. E ainda, quando chegássemos éramos interrogados por meu pai sobre o que lá aconteceu, sobre o que disseram o catequista e o padre. Agradeço a Deus ter vivido estes momentos não como uma ditadura, pois, hoje acredito que em meio de tudo Ele esteve presente.
Read more¡Hola!
¡Quisiera compartir con ustedes cómo soy una Esclava del Divino Corazón!
Soy parte de una familia de 6 hermanos, mis padres ya no están con nosotros pero les agradezco que su unión matrimonial le llevase a vivir en Mérida - Venezuela, en el barrio San José Obrero, parroquia que la llevan los Jesuitas y que dio posibilidad a que cada uno de nosotros pudiésemos conocer la fe y comprometernos en diferentes estados de vida. Les agradezco el apoyo y la libertad para que cada uno pudiésemos elegir.
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Esta es la pregunta que me hacen y piden que responda.
¿Qué por qué soy Esclava? Creo que porque Dios se apañó para que lo fuera. Tengo claro que yo no elegí serlo, aunque fuera yo quien diera el paso.
No quería ser monja. Si algo no quería ser era monja. Yo quería ser arquitecto. Me parecía una carrera que aunaba muy bien la creatividad, la belleza, y el rigor, lo exacto. No quería ser monja: me resultaban rarísimas y ajenas a la vida: su mundo se reducía a las paredes del colegio. No digo que fuera así, sino que yo las percibía así.
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Me preguntan que defina mi identidad.
Viví desde los 3 años en un Colegio de Esclavas, en Loreto, hasta los 17 que terminé Pre-universitario.
Aprendí un camino de FE y de entrega, fundamentado en la afirmación que tantas veces encontramos en la Biblia: “Creo en el Dios de mis padres”. En mi casa se experimentaba la FE y el AMOR de una familia creyente.
Recibí el testimonio de muchas Esclavas y sobre todo, la llamada del SEÑOR; ese misterio inexplicable de la vocación se fue fortaleciendo en mi adolescencia, a través de la oración y la Eucaristía.
Mis padres me hicieron esperar un año al terminar mi etapa de Colegio. Un año de
Universidad que afianzó mi decisión de consagrarle mi vida.
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Mi experiencia vocacional tuvo un comienzo, pero le precedió una preparación: familia, colegio, amigos, ambiente social, la Virgen muy presente en mi vida...
Dios me eligió, me llamó, me buscó, me acompañó, me rodeó de cuidados.
Su llamada para mi no fue fácil ni nítida.
Me sentía sí fuertemente atraída por JESÚS, el Señor.
Atracción mezclada con otras muchas atracciones sanas y legítimas. Lucha, dudas, claudicaciones. Pero siempre en mi caminar la Providencia me ha puesto personas cualificadas que me han ayudado a discernir, y en el comienzo de mi vocación fueron extraordinariamente importantes.
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Hace unos días recibí un correo de Fátima Blanca invitándome a dar mi testimonio sobre mi vocación; según ella, como a mí me conocen en la Congregación muchas hermanas, podía ayudar a alguien. Mi primera impresión fue decir que no; pero después pensé que quizá debería intentar hacerlo por si podía ayudar a alguien; así que me dispongo a hacer un ejercicio de memoria y escribir algo sobre cómo me decidí y entré.
Nací en el seno de una familia cristiana buena aunque poco practicante en el culto religioso, descubro que mi madre tuvo un papel fundamental en el origen de mi vocación, desde su sencillez , me enseñó a ser buena con las personas y a querer mucho a Dios. Mi educación primaria fue con las Esclavas y durante esos años ellas también supieron, con su estilo sencillo, cercano, alegre, sembrar la semilla buena. Nunca me había planteado la posibilidad de ser religiosa, me gustaba divertirme con mis amigos, salir a fiestas, lo propio de la adolescencia. Por casualidad, que no es tanta casualidad, participé de un retiro que se organizaba en el curso por ser el final del año en el colegio, y allí Dios tuvo su momento para tocarme el corazón. El sacerdote que dirigía el retiro, dijo algo que me hizo pensar: ¿a qué van a dedicar su vida, en qué la van a emplear?... Dios se valió de esta frase para no dejarme ya tranquila y a partir de entonces se me repetía con frecuencia.
Read more¡25 Años de ser bendecida, amada, llamada y enviada como Esclava!
Dios me llamó para ser Esclava. Las Esclavas llegaron a Ipil, (lugar donde nací) en junio de 1981 cuando había todavía mucha pobreza en este lugar, sin electricidad y con escasez de agua. Cuando Hna. Linda Vitto (difunta).ADC, coordinadora del grupo juvenil, me invitó a participar en una formación de líderes iniciada por ella, yo no estaba estudiando sino ganándome la vida felizmente como vendedora de pescado en el mercado. Allí empezó en mí esa inquietud que se despertaba cada vez que había un encuentro juvenil y que finalmente me llevó a buscar la voluntad de Dios.