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No inicio do ano de 1953 chegaram, em Dianópolis, então Estado de Goiás, as primeiras Escravas do Divino Coração, para assumir a Direção do Colégio João d’Abreu que tinha um ano de fundação; eram elas: Madre Belém, Madre Aránzazu, Madre Glória, ( espanholas), Madre Consolata e Ir. Anunciata ( brasileiras). Eu era aluna do Colégio, onde cursava a 6ª série do Ensino Fundamental.
Creo que la fe de mi familia, la mía propia, engancha con el TRONCO DE FE que ha sido y sigue siendo mi madre.
Una gran sensibilidad, desde muy pequeña, hacia el Señor y sus cosas, unido a una como resolución interior, que me ha acompañado desde los 13 años a elegir el camino de lo que permanece y no envejece con los años, constituyeron la tierra donde la llamada del Señor arraigó.
Esta resolución tuvo que ver con un hecho concreto: Desde los 13 años estuve interna en la Residencia de Madrid, que entonces era Colegio. Un Domingo, en el autobús nº 2 pasando por la calle Guzmán el Bueno, vi en la acera, al mirar por la ventanilla, a una señora muy anciana –una de tantas-... En ese momento, experimenté como un escalofrío interior, al pensar: “Algún día yo también seré anciana”. Y en aquel momento, deseé con toda mi alma “seguir un camino en mi vida que me mantuviera por dentro siempre joven…”
El ambiente del Colegio, algunas Esclavas concretas que me acompa-ñaron, y sobre todo el encuentro con la persona de Jesucristo y su evangelio, hicieron posible el paso al Noviciado. El apoyo de mis padres siempre, su manera de vivir mi vocación, ha sido desde el principio un apoyo a todo lo que el Señor ha ido tranzando en mi vida.
Mi trayectoria en la fe tiene mucho que ver con la confianza. Tengo la experiencia de SER CONDUCIDA, envuelta por una “providencia” que me acompaña y me ayuda a vivir los acontecimientos sin inquietud, confiada y serena, apoyada en Quien me conduce.
Read more¿Qué por qué me hice Esclava? Pregunta un tanto difícil de responder para quién tiene mala memoria, porque en mi vida no ha habido ningún hecho especial que me llevase a tomar esta decisión.
El por qué pienso es sencillamente porque El Señor lo quiso. Él mismo dijo en Jn, 13,13: No me elegisteis vosotros, sino que fui yo el que os elegí...” y sé que de eso hace 84 años que son los que tengo pues también leemos en el profeta Jeremías: “antes de que tú nacieras, te consagré....
Otra cosa sería, qué es lo que me decidió a tomar este camino, y eso sí que no puedo concretarlo porque, que yo recuerde, no hay ningún hecho concreto que me moviera a ello, como he visto ocurre en otras vocaciones que he oído relatar.
Para tomar esta decisión creo me ha influido los ratos de oración que ofrecía el Colegio, cuando –en aquellos tiempos de los años 40 un cuarto de hora antes de que acabase el recreo de la merienda tocaban una campanilla de mano para que la que quisiera pudiese irse a la Capilla a hacer un rato de oración.
En eso fui bastante constante. No sabía mucho cómo hacer oración, pero me ayudaba mucho un librito que tenía: “15 minutos en compañía de Jesús Sacramentado” (que no sé si ya existe). Estar un rato con el Señor me daba paz y más adelante, algunos domingos –si no tenía ningún plan concreto con las amigas- me iba al colegio a la hora del manifiesto de la Comunidad, que la Iglesia estaba abierta al público. Eso sería con 15 o 16 años.
A menudo por los pasillos del cole de Sevilla (donde vivo actualmente), en los intercambios, o incluso en plena clase (de forma inesperada), muchos de los niños/as, adolescentes y jóvenes con los que convivo día a día, con los que paso bueno ratos, comparto grupos y charlas de todo tipo… me sorprenden con preguntas como esta: “Me caes muy bien pero… ¿Cómo es posible que te hayas hecho “monja”? ¿Estás tonta o qué? ¡¡No lo entiendo!! ¿Cómo fue eso?...”
Comprendo que en principio cuesta entenderlo, y no pretendo con estas letras aclarar todos los interrogantes que mi forma de vivir despierta en ti, pero al menos espero contagiarte algo de “mi locura” para que no me sientas “tan bicho raro”. Me gustaría contarte que ser Esclava y ser feliz no es solo “compatible” sino que es ¡estupendo! Te lo contaré a partir de una anécdota que viví hace pocos días:
Una de las últimas veces que me asaltaron con una pregunta de este tipo, no sé, fue curioso; me quedé sin palabras y por lo visto apareció en mi rostro una sonrisa de oreja a oreja. Eran alumnas de 1º ESO, estaban expectantes, esperaban que les diera una respuesta convincente, una muy impaciente me dijo: ¡Ángela, no te sonrías tanto y explícanos! ¿Por qué eres monja?... y a mi no se me ocurrió otra cosa que decirle: “Pues creo que ya os he respondido, soy “monja” porque Dios me hace sonreír siempre y eso me encanta”. Ahora las que se quedaron sin palabras fueron ellas… me miraron con cara de… “Ángela a ti no hay quién te entienda” ¿Qué pasa que Dios te hace “cosquillas” o qué?” me dijo una con un tono algo irónico… y a partir de aquí se desencadenó una conversación muy interesante sobre lo que Dios es capaz de provocar en las personas… y concretamente lo que provocó y provoca cada día en mi.
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Sencillo, porque sentí la fuerza abrazadora del Amor de Dios y la atracción de una familia congregacional que vive unos valores Marianos.
Manabí es lugar donde vi la luz primera, concretamente Jipijapa, en el seno de una familia, donde el Dios de la vida no era desconocido y se expresaba, de algún modo, en la luz de las velas que siempre debían estar encendidas en el altar familiar, sin considerar peligros de incendios, y que hoy con un camino ya recorrido puedo considerarlo como la zarza ardiente que deslumbró a Moisés.
Este camino de fe, producto de una Iglesia doméstica, y la compañía de un grupo juvenil, fueron débiles raíces que se abrían paso a la vida en busca del manantial y crearon en mí una conciencia misionera.
El trabajo, el ir y venir en el encuentro con los enfermos, confirmaron esa mirada de ansia de reconocer la fuente de la luz verdadera. Era el sueño de juventud.
Hasta que la propuesta de una voz que repetía “Servir es Reinar” y “Ser Esclava es ser libre”, vividos desde el Corazón de Cristo, en el corazón de la humanidad y desde la Iglesia, sin esperar recompensa, creo que fueron otras fortalezas para mi respuesta de dar un Si generoso.
Read more“No os buscó Dios ni porque lo merecieseis ni porque os necesitase; os buscó por un solo motivo, por el amor que os tenía, y para estrechar con vosotras una alianza, que no se romperá nunca”. M. Spínola
Nací el día de San Juan Bautista pero fui registrada el 25 de Junio de 1951. Yo soy la mayor de seis hijos, 3 varones y 3 mujeres de una sencilla familia en la provincia. Mis padres son Católicos pero no practicantes. Mi padre trabajaba en el campo como empleado, era muy trabajador.
Cuando era niña asistía a catequesis e hice mi primera comunión sin que mis padres se enteraran, más tarde lo supieron. Después de mi educación primaria dejé los estudios por dos años porque mis padres tenían problemas económicos y en aquel momento no había ningún colegio público cerca. Había un colegio parroquial pero tampoco pudimos. Después de dos años, mi hermano y yo continuamos estudiando juntos.
Durante los años en el colegio, algo despertó dentro de mí. Me gustaba asistir el manifiesto cada viernes. Intentaba no faltar a misa cada los domingos y cada día si había posibilidad, y sentía atracción por el Sagrado Corazón. Me di cuenta después.
Pocos meses antes de mi graduación, mi padre tuvo un accidente de coche. Desde entonces él siempre estuvo enfermo y finalmente cogió tuberculosis. Todos nosotros dejamos de estudiar otra vez excepto mi hermano pensando que cuando terminase podría ayudarnos a todos nosotros. Me fui a Manila para trabajar para ayudar a mi familia. Mi padre nunca se curó de su enfermedad empeoró y mi hermano se vio obligado a dejar los estudios y trabajar. Después de 4 años mi padre murió, un mes antes de yo llegar a casa.
Read more“El Señor tomó la iniciativa, yo solo cooperé.” Esta frase es la que siempre se me viene cada vez que me preguntan sobre como decidí hacerme religiosa (ser monja) tan pronto.
Hace 14 años, cuando yo tenía casi 18, sentí el deseo y el valor de pedir permiso a mis padres para entrar en la Congregación, les dije que quería darme la oportunidad de empezar mi formación como postulante en la Congregación de las Esclavas del Divino Corazón (Hermanas Spínolas). Creo que fue el Señor quien me dio el valor que tuve en aquel momento, fue Él quien tomó la iniciativa, era Él quien quería establecer una relación profunda conmigo. Creo que siempre tuvo la iniciativa, desde que estuve en las entrañas de mi madre. Si veo mi propia vida y mi historia de enamoramiento, puedo decir que Él me bendijo y me sigue bendiciendo con muchas cosas grandes en mi vida.
Crecí en una familia sencilla. Somos cinco, yo soy la tercera niña con un hermano y 3 hermanas. Mis padres son sencillos, mi padre trabajaba en el campo, en un terreno de mi abuela y mi madre era ama de casa. A pesar de que éramos pobres, mi familia me enseñó valores y fue quien sembró en mi joven corazón esa fe en el Señor. Mi abuela fue mi primera maestra de la oración, después mi padre. Él nos hablaba siempre sobre nuestra fe cristiana y católica y fue quien nos llevó por primera vez a asistir a la Santa Eucaristía.
Puedo decir que a pesar de los problemas económicos que tuvimos mientras estudiábamos, he visto como El Señor nos dio la oportunidad de tener unos estudios y como nos regaló talentos e inteligencia. Terminé mis estudios en el colegio y en la Universidad católica como becaria. También he visto como el Señor me amó a través de mi familia: mi abuela, mis padres, mis hermanos, mis parientes y mis amigos que me rodeaban.
Read morePues porque me sentí atraída por alguien que me fue conquistando la vida. Creo que todo comenzó cuando me di cuenta de que algo estaba faltándome por dentro.
A mis padres desde muy jóvenes les gustaba mucho ayudar en lo que podían en las necesidades de la parroquia principalmente en las catequesis rurales. Parece que esa fe que tenían tan viva y como la transmitían fue lo que me hizo ir buscando el sentido profundo de mi lugar en el mundo y me llevaba a cuestionar mi propia vida.
Fui aprendiendo a no quedarme igual ante la necesidad de otros. Tanto así que cuando veía algún pobre tirado en la calle me daba mucha impotencia y no sabía por qué no me quedaba tranquila. Las situaciones de pobreza de mi tierra cogían mi mirada y no sabía el porqué.
Estando en la catequesis de la parroquia una vez nos dijeron que levantasen las manos los que querían ser monjitas; y así con las distintas vocaciones y me acuerdo que levante mi brazo sin saber el por qué. Pero eso claro sólo era por la hora de catequesis. No era una idea que me gustara mucho en esa época, ni siquiera quería ir al colegio de las hermanas.
Sólo me gustaba participar en el grupo misionero porque dedicábamos un tiempo a las misiones en lugares pobres. Algunas veces convidaban algún misionero para compartir su experiencia, y me llamó mucho la atención un joven que con los padres del Verbo Divino se fue como misionero a Vietnam. Me impactaron las fotografías y lo que contaba de la situación que allí se vivía y noté que algo dentro de mí se estaba formando, era como un deseo de también poder hacer algo.
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Lo primero que se me ocurre es algo aplastantemente simple, soy Esclava porque el Señor me llama…
Hace ya unos 15 años intuía que era así como el Señor me llamaba, con la claridad y el lío de alguien de 18 años, con motivaciones mezcladas, entre las ganas de entrega, de amar, de ayudar, de servir…y otras menos nobles de idealismos, de sentirme salvadora y protagonista…
Mi llamada era ese deseo que el Señor ponía en mí de ser radical a la hora de seguirle, deseo de no ser mediocre y el camino que intuía como Esclava me hablaba de eso, sentía que el Señor me decía, “Te quiero mía y te quiero toda”…
Luego al ir caminando, la vida va poniendo todo más en su sitio, y va purificando lo turbio, y bueno siento que ha sido Él quien se ha encargado, el Dios de las oportunidades y de la fidelidad sin fisuras me ha ido rescatando y salvando, como Amor que se encarna en la miseria que soy y en la miseria de la realidad y que ha autentificado aquella primera respuesta, siento que el Señor me ha ido enamorando cada vez más y lo que más me emociona no es aquella llamada sino que hoy sigo sintiendo, con más claridad y verdad aún, la llamada a ser su Esclava, desde mi miseria enamorada.
Read moreMe preguntan que defina mi identidad.
Viví desde los 3 años en un Colegio de Esclavas, en Loreto, hasta los 17 que terminé Pre-universitario.
Aprendí un camino de FE y de entrega, fundamentado en la afirmación que tantas veces encontramos en la Biblia: “Creo en el Dios de mis padres”. En mi casa se experimentaba la FE y el AMOR de una familia creyente.
Recibí el testimonio de muchas Esclavas y sobre todo, la llamada del SEÑOR; ese misterio inexplicable de la vocación se fue fortaleciendo en mi adolescencia, a través de la oración y la Eucaristía.
Mis padres me hicieron esperar un año al terminar mi etapa de Colegio. Un año de
Universidad que afianzó mi decisión de consagrarle mi vida.
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Mi experiencia vocacional tuvo un comienzo, pero le precedió una preparación: familia, colegio, amigos, ambiente social, la Virgen muy presente en mi vida...
Dios me eligió, me llamó, me buscó, me acompañó, me rodeó de cuidados.
Su llamada para mi no fue fácil ni nítida.
Me sentía sí fuertemente atraída por JESÚS, el Señor.
Atracción mezclada con otras muchas atracciones sanas y legítimas. Lucha, dudas, claudicaciones. Pero siempre en mi caminar la Providencia me ha puesto personas cualificadas que me han ayudado a discernir, y en el comienzo de mi vocación fueron extraordinariamente importantes.
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Hace unos días recibí un correo de Fátima Blanca invitándome a dar mi testimonio sobre mi vocación; según ella, como a mí me conocen en la Congregación muchas hermanas, podía ayudar a alguien. Mi primera impresión fue decir que no; pero después pensé que quizá debería intentar hacerlo por si podía ayudar a alguien; así que me dispongo a hacer un ejercicio de memoria y escribir algo sobre cómo me decidí y entré.
Nací en el seno de una familia cristiana buena aunque poco practicante en el culto religioso, descubro que mi madre tuvo un papel fundamental en el origen de mi vocación, desde su sencillez , me enseñó a ser buena con las personas y a querer mucho a Dios. Mi educación primaria fue con las Esclavas y durante esos años ellas también supieron, con su estilo sencillo, cercano, alegre, sembrar la semilla buena. Nunca me había planteado la posibilidad de ser religiosa, me gustaba divertirme con mis amigos, salir a fiestas, lo propio de la adolescencia. Por casualidad, que no es tanta casualidad, participé de un retiro que se organizaba en el curso por ser el final del año en el colegio, y allí Dios tuvo su momento para tocarme el corazón. El sacerdote que dirigía el retiro, dijo algo que me hizo pensar: ¿a qué van a dedicar su vida, en qué la van a emplear?... Dios se valió de esta frase para no dejarme ya tranquila y a partir de entonces se me repetía con frecuencia.
Read more¡25 Años de ser bendecida, amada, llamada y enviada como Esclava!
Dios me llamó para ser Esclava. Las Esclavas llegaron a Ipil, (lugar donde nací) en junio de 1981 cuando había todavía mucha pobreza en este lugar, sin electricidad y con escasez de agua. Cuando Hna. Linda Vitto (difunta).ADC, coordinadora del grupo juvenil, me invitó a participar en una formación de líderes iniciada por ella, yo no estaba estudiando sino ganándome la vida felizmente como vendedora de pescado en el mercado. Allí empezó en mí esa inquietud que se despertaba cada vez que había un encuentro juvenil y que finalmente me llevó a buscar la voluntad de Dios.