Mi voluntad, Señora,
se quedó aprisionada
una tarde serena
entre tus manos blancas.
Desde entonces es un hecho
la honda paz de mi alma.
Y en las dulces prisiones
de tus manos, la gracia
ha infundido en mi vida
la libertad soñada.
Libertad que es la luz,
libertad que es la calma
de quien lo tiene todo
cuando no quiere nada.
Libertad en tus manos
poderosas y santas.
Que he descubierto un mundo
infinito en el alma.
Todo lo hallé al dejarlo
todo en tus manos blancas.
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