“Un día subió Jesús con sus discípulos a una barca y les dijo: ‘Pasemos a la otra orilla’. Y se adentraron en el lago. Mientras navegaban se durmió. Y cayó sobre el lago tal torbellino que la barca se inundaba y corrían peligro. Los discípulos se acercaron y lo despertaron, diciendo: ‘¡Maestro, maestro, que perecemos!’. Él se levantó, increpó al viento y a las olas, que cesaron, y se hizo la calma. Entonces les dijo: ‘¿Dónde está vuestra fe?’. Llenos de miedo y de admiración, se decían: ‘¿Quién es éste, que manda incluso a los vientos y al agua y le obedecen?’.” (Lc.8, 22-25)
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