No sé expresarlo,
pero siento, Señor, tu cercanía,
como siento la brisa,
como siento el calor,
y percibo el aroma de la flor.
No sé expresarlo,
como en la noche fría
hay paz y vida y la luz y el calor.
Consuelo Ojeda
Me da qué pensar el río
que en su corriente no para
de huir sórdido y sombrío
mientras los pueblos separa.
Mucho más me gusta el puente
que de manera sencilla
hace transitar la gente
de una orilla a la otra orilla.
Consuelo Ojeda
MARIA
Misterio de Dios.
MARIA
Silencio de Dios.
MARIA
Mujer a la escucha de Dios.
¿Qué hiciste? Nada.
Dejaste hacer.
¿Qué pediste? Nada.
Sólo responder
a una llamada,
a una misión,
que quedó guardada
en tu corazón.
Tu vida fue
profunda humildad.
Tu vida fue
serena bondad.
Tu vida fue,
tu vida es
luz y claridad.
Mujer sencilla
y profunda en el amor.
Mujer orante
en silencio y en fervor.
Mujer atenta
ante el divino rumor.
Y disponible
Esclava del Señor.
Fiat.
Fue tu palabra.
Fue tu oración.
Fue tu existencia.
Fije tu canción.
Y todo en el santuario
limpio de tu corazón.
MARIA
Misterio de Dios.
Silencio de Dios.
Rectitud
MARIA
Belleza de dios.
Música de Dios.
Juventud.
MARIA
Ternura de Dios.
Sonrisa de Dios.
PLENITUD
Consuelo Ojeda
El colegio es barco grande
anclado siempre en el puerto.
Y ve cómo tu barquilla
se despega mar adentro.
Hoy se rompen las amarras
e hinchan tu vela los vientos,
mientras que dices adiós
con tu pañuelo.
El Colegio es una estrella
con resplandor de lucero.
Cada vez que alces los ojos
te alcanzarán sus destellos.
El Colegio es una estrella
fija en tu cielo.
El Colegio es una mina
que guarda riquezas dentro.
Qué bien si tú te encontraste
algún tesoro en su seno.
El Colegio es una mina
y tu fuiste su minero.
El Colegio es una siembra
y variado el terreno.
Gozarás cuando florezcan
las semillas de tu huerto.
El Colegio es sementera
de fruto incierto.
El Colegio es como un río
que bulle en su cauce, inquieto.
Agua que viene y se va...
y él queda con su misterio.
Paisaje siempre dinámico,
y siempre bello.
El Colegio es una música
que lleva lejos sus ecos.
Aprende bien la canción
que tienes que cantar luego.
Cántala, tú, colegiala,
Canta niña de tercero.
Alegra a un mundo que sufre
y olvida el bien y lo bello.
Cántala para que él cante
también su cántico nuevo.
Y ten presente, no olvides
cuando tú empuñes los remos...
que el Colegio es barco grande
y sigue anclado en el puerto.
El te impulsó a navegar
mar adentro.
Consuelo Ojeda
Cargaste de infinito
mi corazón y siento
la impotencia y el gozo,
la paz y la ilusión.
Y me faltan palabras
para mi pensamiento
y la música exacta
que exige mi canción.
Consuelo Ojeda
Haz de mi vida una Eucaristía,
porque desborda mi gratitud,
y no sé ni siquiera agradecer.
No respondo, Señor, a lo que esperas...
¿Pero, qué esperas tú?
Ya no hago proyectos. Todo es vano.
Tú sabes que deseo
aquí, y después cuando ya esté contigo,
cantarte mi profunda gratitud.
Consuelo Ojeda
Mi vida es una escalada
Me entusiasmaron las cumbres,
las montañas.
Toda mi vida es compendio
de muchas ansias.
Siento como el alpinista
la irresistible llamada
a subir... no sé hasta dónde
de la montaña.
Así me encuentro conmigo
Y soy yo.
Y todo es a la luz blanca
de un soñar siembre con algo
¬que no se abarcará.
El escalador conoce
que a veces rodando baja,
pero no pierde de vista
la cumbre alta.
Y sigue con el empeño
de la montaña.
Consuelo Ojeda
Tú no tienes que tener
en cuenta mí delito.
Tampoco mis virtudes,
sólo cuenta el amor.
No el mío, sólo el tuyo
eterno e infinito,
que me va liberando
soñando ser mejor.
Mejor para quererte,
mejor para esperarte,
mejor para buscarte
y dejarme encontrar.
Tú eres mi Absoluto,
lo único que llena…
es tu amor y tu vida
y aquella paz serena
que tú nos sabes dar.
Entre luces y sombras,
yo mi destino leo,
algo que me desborda
como tu inmensidad.
Señor en este día
profundamente creo
que cuando allá en el alma
tú pones un deseo
es porque ya has pensado
hacerlo realidad.
Consuelo Ojeda
Empuja con tu fuerza
la vela de mi barca,
que yo no se remar,
y está lejano el puerto
y picada la mar
0 mejor...
engancha tú mi barca
a la tuya
que a compás de tus remos
yo empezaré a remar.
Consuelo Ojeda
Yo vivo, yo respiro, yo sufro,
yo soy protagonista de mi vida.
Yo vivo mis tragedias, mis fracasos,
mi enorme soledad.
Y pregunto ¿por qué?
Y Teresa de Calcuta me responde:
viven y respiran y sufren,
y son protagonista de mi vida.
Yo vivo sus tragedias, sus fracasos,
su enorme soledad...
Y pregunto ¿por qué?
Y Teresa responde:
Yo contemplo la vida
desde la otra ribera
se han cambiado las luces
al cruzar la frontera.
Consuelo Ojeda
Nunca pregunté tu origen,
Peregrino.
Lo que de ti me interesa
es que vas por el camino
hacia adelante
con un corazón amante
que suena un alto destino.
La pobreza de tu traje,
tu vida simple y frugal,
tu carencia de equipaje,
y tu idea fija, muy fija,
en tu ideal.
Nada te turba ni inquieta,
nada tienes que perder,
caminar hacia la meta
es tu quehacer.
Caminar...
No es que me asombre
no saber
ni tu historia ni tu nombre.
Me asombra que seas constante
en tu anhelo divino.
Siempre, siempre hacia adelante,
caminante,
PEREGRINO
La vida es maravillosa
cuando tu fuerza
la siento dentro de mí.
La vida es interminable
cuando tu vida
la siento dentro de mí.
La vida,
un regalo precioso
que tú me has querido dar.
Vivir
sólo para darla,
Vivir
sólo para amar.
La vida es maravillosa
cuando tu amor
lo siento dentro de mí.
La vida es una riqueza
cuando tu acción
la siento dentro de mí.
Mi vida
tú la iluminas
con tu calor v tu luz.
Vivir
es ir conociendo,
Vivir es ir descubriendo
todo eso que eres Tú.
Consuelo Ojeda
Fue una tarde junto al mar
Mediterráneo.
Sólo tu amor y tu paz
y tu perdón.
Sentí la felicidad
de sentirme perdonada
una tarde frente al mar.
Qué azul las aguas del mar
Mediterráneo.
Me rodeaba el silencio,
la soledad.
Como las olas borraban
toda huella en las arenas,
sentí que habías olvidado
una tarde frente al mar.
Qué infinito era aquel mar
Mediterráneo.
Su imagen de claridad
me acompañó mucho tiempo
como una estela de paz...
Cuántas veces necesito
revivir un sentimiento
de una tarde junto al mar.
Consuelo Ojeda
Mi voluntad, Señora,
se quedó aprisionada
una tarde serena
entre tus manos blancas.
Desde entonces es un hecho
la honda paz de mi alma.
Y en las dulces prisiones
de tus manos, la gracia
ha infundido en mi vida
la libertad soñada.
Libertad que es la luz,
libertad que es la calma
de quien lo tiene todo
cuando no quiere nada.
Libertad en tus manos
poderosas y santas.
Que he descubierto un mundo
infinito en el alma.
Todo lo hallé al dejarlo
todo en tus manos blancas.
Quiero ir a la montaña
y a lo infinito mirar.
Pero es que también quisiera
verte a su cima llegar.
Quiero subir en la barca
y lanzarme a navegar.
Pero es que también quisiera
que te hicieras a la mar.
Quiero beber en la fuente
del más limpio manantial.
Pero es que también quisiera
ver tu sed allí saciar.
Quiero expresar la alegría
de la vida en un cantar.
Pero es que también quisiera
verte vivir y soñar.
Consuelo Ojeda
Ya el agua de mi arroyo
no se rompe en cascadas.
Es remanso tranquilo
de aguas serenas, claras.
En la oración mi vida
no cavila, no habla;
sólo sabe decirte muy despacio:
gracias, Dios mío, gracias.
Consuelo Ojeda
Soy peregrino enrolado en el Pueblo de Dios
que caminando va
hacia un único y seguro destino.
La humanidad semeja
la corriente de un río.
Todos caminamos,
pero no todo el mundo sabe a dónde va.
Yo sé a donde voy,
porque yo camino con el Pueblo de Dios.
Se habla mucho de dialogar,
y yo quiero aprender dialogando contigo.
Habla tú primero, ya que tú eres primero.
Yo te escucho.
Haré silencio profundo para oírte.
Después yo te hablaré...
Quiero aprender a dialogar contigo.
Así, cuando lo haga con los otros
seria muy bueno que en mi estilo
se acordaran de ti.
Hermano separado,
si nos damos las manos
habrá menos distancia entre los dos.
Hermano separado, si nos amamos
surgirá la luz.
Marchemos de la mano hacia el destino eterno
donde por siempre unidos estaremos los dos,
estaremos con Dios.
Todos tuvimos culpa, pero hoy
ni tú ni yo somos culpables.
Hoy sólo resta amar. y olvidar.
Y surgirá la luz,
Señor, !os santos saben vivir en todos los
tiempos,
porque en todos los tiempos es lo mismo
el amor.
Ellos no se escandalizan de los cambios,
ni de las deficiencias de los hombres
Son comprensivos,
echan una mano.
Son los seres más humanos de la tierra,
quieren como los hermanos aman a sus hermanos.
Y este modo de amar lo aprendieron de ti.
Consuelo Ojeda
Quiero sembrar una flor
en un desierto de arenas.
Quiero poner esperanzas
donde sólo existan penas.
Quiero encender una luz
donde haya oscuridad.
Quiero llevar alegría
donde todo es soledad.
Sé tú
mi inseparable compañero
hacia el destino.
Sé tú
el agua viva de la fuente
en el camino.
Sé tú la luz del sol,
la sombra bienhechora,
la estrella que me guía...
Sé tú mi compañero
en la noche y el día.
Sé tú
quien va conmigo
siempre.
Quien me defiende
siempre.
Quien me da aliento
siempre.
Sé tú,
sólo tú,
siempre tú,
mi norte y mi destino.
Tu voz,
sea tu voz,
sólo tu voz,
lo único que escuche en el camino.
Consuelo Ojeda
Desde que tú me hablas
Me es insulso el hablar de los hombres
porque hay mucha mentira y falsedad
en ese afán de buscarse a si mismos
y tanta vanidad.
Y hace tiempo, Señor, que voy buscando
tu luz y tu verdad.
Háblame tú, Señor, que tu lenguaje
es sencillo, puro, transparenta,
y siempre eres igual
Pero hazme, Señor, más coherente
en mi modo de ser
que pagado de mi, y variable,
y lleno de egoísmo,
he sido yo también hasta ahora mismo
y no quiero, Señor, ser mas así.
Consuelo Ojeda