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Homenaje Mandela#2

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Last updated: Jue 01 Enero 1970 02:00
Created: Mar 10 Diciembre 2013 12:14
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ORACIÓN DEL LEPROSO

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ORACIÓN DEL LEPROSO

(Mt 8, 1 – 4)

 

1.- Hacemos silencio exterior e interior.  Nos ponemos cómodos…, nos relajamos…, nos concentramos en la respiración…, con la inspiración el Espíritu del Señor me invade… con la espiración salen los ruidos, los nervios, las negatividades… Inspiro y espiro a mi ritmo, sin forzar, pero observando cómo entra y cómo sale el aire…

Estoy en presencia del Señor que me quiere, me acoge, me escucha, me habla

 

2.- Le pedimos que nos abramos a su presencia Viva dentro de nosotros, Viva en la Eucaristía (en el Sagrario), Viva en la Palabra que nos va a dirigir.

3.- Lectura del texto


“Cuando bajó el monte, le fue siguiendo una gran muchedumbre. En esto, un leproso se le acerca y se postra ante él, diciendo: “Señor, si quieres puedes limpiarme”. El extendió la mano, le tocó y dijo: “Quiero, queda limpio”. Y al instante quedó limpio de su lepra. Le dice Jesús entonces: “Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio”

 

4.- ¿Qué dice este texto? (Lectura honda: personas, circunstancias, actitudes...)  ¿Qué me dice a mí, personalmente?       (Meditación)

 

Intentamos meternos en la escena, nos imaginamos Jerusalén con un paisaje semejante al nuestro de Andalucía.

 

Contempla a Jesús bajando del monte donde predicó las bienaventuranzas. Baja ágil, contento, con ánimo de seguir enseñando el mensaje de salvación… Junto a Él se agolpa la gente para escucharle. Todos ansiosos de escuchar su Palabra.

Y en esto, se le acerca un leproso y le dice: “Señor, si quieres puedes limpiarme”…

Detente junto a Jesús y el leproso… Mira sus rostros. Observa cómo Jesús mira al leproso, con qué compasión y ternura… y cómo el leproso mira a Jesús llenos de fe y confianza… ¡Cuánto le costó al leproso llegar hasta Jesús!, a los leprosos que no les estaba permitido juntarse con la gente... Pero él, movido por la fe en Jesús, vence los obstáculos y se acerca hasta él… ¡qué interés tan grande!

Yo, que estoy viendo la escena me pregunto…¿Qué hago yo para acercarme a Jesús?¿Cómo y cuándo me acerco a Él?

¿Soy libre para hacerlo o me pesa lo que puedan decir los demás?¿Me avergüenzo de Él?

¿Es realmente importante en mi vida?¿qué excusas pongo cuando se me invita a orar o al encuentro con Él?

           

Una vez que está el leproso junto a Jesús, exclama: “Señor, si quieres puedes limpiarme” ¡qué oración tan sencilla y tan profunda, tan humilde y tan llena de fe!... Repítesela tú también al Señor una y otra vez sin prisa… Acércate a Él con sencillez, sin exigencias… si quieres… pídele lo que necesitas con la misma confianza que has visto en el ciego, con la confianza de que Él te escucha…

Y Jesús le contesta: “quiero, queda limpio”… no podía ser de otra forma… La misericordia de Jesús se derrama sobre el leproso y le cura al momento… Escucha cómo a ti te dice lo mismo una y otra vez: “quiero queda limpio”, observa con qué cariño y ternura te mira…

Luego Jesús le dice “preséntate al sacerdote y entrega la ofrenda”… o lo que es lo mismo… acércate a la Iglesia, acércate a la Eucaristía y entrega tu ofrenda, ofrece algo en agradecimiento por su amor.

 

 

5.- Desde esto, ¿qué te digo yo ahora, Señor? (Oración)

 

 

6.- ¡Quiero identificarme contigo, Señor! ¿Qué hacer? (compromiso)

 

7.- Gracias: 

Gracias, Señor, por tu presencia y tu cercanía en este rato de oración;y  por la luz y la fuerza que me has dado.

 Ayúdame a vivir según tu voluntad y sirviendo siempre a mis hermanos.                         

Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

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Fe del centurión

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FE DEL CENTURIÓN

(Mt 8, 5 – 13)

 

1.- Hacemos silencio exterior e interior.  Nos ponemos cómodos…, nos relajamos…, nos concentramos en la respiración…, con la inspiración el Espíritu del Señor me invade… con la espiración salen los ruidos, los nervios, las negatividades… Inspiro y espiro a mi ritmo, sin forzar, pero observando cómo entra y cómo sale el aire…

Estoy en presencia del Señor que me quiere, me acoge, me escucha, me habla

 

2.- Le pedimos que nos abramos a su presencia Viva dentro de nosotros, Viva en la Eucaristía (en el Sagrario), Viva en la Palabra que nos va a dirigir.

3.- Lectura del texto

“Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.» Jesús le dice: «Yo iré a curarle.» Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.» Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el criado.”

4.- ¿Qué dice este texto? (Lectura honda: personas, circunstancias, actitudes...)  ¿Qué me dice a mí, personalmente?       (Meditación)

 

Intentamos meternos en la escena, nos imaginamos a Jesús caminando con sus discípulos por los caminos de las afueras de la ciudad.

 

Contempla al Centurión. acercándose a Jesús… No es Israelita (no es del Pueblo de los escogidos, del pueblo de Dios según la cultura de los judíos). Es un jefe de la corte… Ante la enfermedad de parálisis de su criado acude a Jesús… solicita la curación de su criado… Ve a su criado sufriendo y quiere ayudarle… En su corazón reina el amor a un cercano suyo…

Jesús le dice “Yo iré y le curaré…” El centurión ante esto reacciona inmediatamente lleno de humildad y dice “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo…” El centurión sabe cómo ven los judíos a los que no son de Israel, por eso dice “no soy digno”, a la vez es como decir “no te molestes Señor, no es necesario… basta que digas una palabra y mi criado sanará…”

Admira en el centurión su amor desinteresado para el que sufre, su humildad ante Jesús (se arriesga a ser rechazado, confía en que será acogido), su fe en el poder de Jesús…

Ahora  mírate a ti mism@... ¿cómo actúas ante los demás? ¿te das cuenta de que pueden estar necesitando tu ayuda? ¿te implicas? ¿te preocupas por ellos?

¿pides al Señor con humildad y fe por sus necesidades…?

¿hay alguna persona que pueda estar necesitando en este momento tu atención?

Ponla delante del Señor, aprende  del centurión pide por ella y repite varias veces “Señor no soy digno de que entres bajo mi techo, basta que digas una palabra y mi compañero, mi hermana, mi madre… (quien quiera que sea esta persona que sufre cerca tuya) quedarán sanos”…

Observa cómo Jesús ante el servicio al prójimo, ante la humildad y la fe en Él no se resiste… En seguida te dice “que suceda lo que has creído”… El que ama queda curado…

Gracias Jesús por tu bondad y tu generosidad… Aumenta mi fe en Ti… Que con humildad recurra siempre a Ti… hazme servicial y humilde…

Examina tu actuar… Pide perdón al Señor por ir a lo tuyo y no darte cuenta de quien te necesita, por  tu falta de servicio, humildad, de fe…

 

5.- Desde esto, ¿qué te digo yo ahora, Señor? (Oración)

 

6.- ¡Quiero identificarme contigo, Señor! ¿Qué hacer? (compromiso)

 

7.- Gracias: 

Gracias, Señor, por tu presencia y tu cercanía en este rato de oración; y  por la luz y la fuerza que me has dado.

Gracias Jesús por tu bondad y tu generosidad.  Aumenta mi fe, que con humildad recurra siempre a Ti.

Ayúdame a vivir según tu voluntad amando desinteresadamente a los demás siendo servicial con ellos.                                

Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

 

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Oración - María Inmaculada

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Oración -  María Inmaculada

-         Comenzamos escuchando: Madre mía (Diana Navarro)

 Se nos presenta a María Inmaculada como el epílogo, como la síntesis del mundo de la santidad (…) El mundo entero a reconocido que ha sido adornada de los privilegios a los santos otorgados y que todos en Ella se han reunido en grado sumo, en tal manera que nada de los santos existe que María no posea por modo maravilloso y singular. (M. Spínola) 

 

-  Contemplamos la escena

Contempla la imagen: aparece un ángel y María. Mira los colores: blanco, rojo, dorado,  azul.  Fíjate  que  es  un  mosaico  con  teselas  de  diferentes  tamaños.

 

Estamos ante un icono.

 Ahora  pon  tu  mirada  en  los  rostros  de  María  y  del  Ángel.  Fíjate  hacia  donde miran. Los dos de perfil: María hacia abajo y el ángel a María. Los dos tienen una expresión de serenidad, paz, tranquilidad.

 

 Estamos ante el acontecimiento más grande que podamos presenciar: Dios, por medio  del  ángel,  anuncia  a  María  que  va  a  ser  Madre  de  Dios  y  le  pide  su  consentimiento. Nos encontramos con la escena de la Anunciación.

 

 El ángel anuncia la Palabra de Dios, representada por ese pliego de papel dorado  que va desde su mano a María. Se aprecia la escucha y la aceptación de parte de María. El ángel toma su ala con una mano para entrar sin hacer ruido.

 

Contempla  la  actitud  de  María:  no  se  sobresalta,  en  su  rostro  hay  paz  y serenidad. Continúa en sus quehaceres y acepta lo que viene de Dios. Acoge la Palabra recibida de la Alto, pero no se queda con ella. Su mano tiende abierta hacia  los  demás.  Fíjate  en  el  ovillo.  Es  el  germen  de  la  Palabra.  Ya  Dios  y  su  Palabra habitan en ella. Es Jesús a quien comienza a tejer, María, en su interior.

 

 

-         Escuchamos la escena: Lc 1, 26-38)

 

-         Reflexión:

 

“De  eso, sí se  trataba:  del  destino  del  mundo,  pendiente,  como  de  un  hilo,  de  unos  labios  de  mujer.  Y  en  el mundo no  sonaron  campanas  cuando  ella  abrió  los labios.  Pero,  sin  que  nadie  se  enterara,  “el corazón de Jesús” comenzó a  latir porque una mujer dijo: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según Tu  palabra”. Dijo  “esclava”  porque  sabía  que  desde  aquel  momento  dejaba  de  pertenecerse.  Dijo  “hágase”  porque  “aquello”  que  ocurrió  en  su  seno  solo  podía entenderse  como  una  nueva  creación.  No  sabemos  como  se  fue  el  ángel.  No  sabemos  como  quedó María.  Solo  sabemos  que  el mundo  había  cambiado. Fuera,  no  se  abrieron  las  flores.  Fuera,  quienes  labraban  la  tierra  siguieron trabajando  sin  que  siquiera  un olor  les  anunciase  que  algo  había  ocurrido.  Si  en Roma el emperador hubiera consultado a su espejito mágico sobre si seguía siendo  el hombre más importante del mundo,  nada le  habría hecho  sospechar que en  la otra punta del mundo la historia había girado. Solo Dios, María y un .ángel lo sabían.  Dios había  empezado la prodigiosa  aventura  de  ser hombre  en  el  seno de una mujer”.

(J. L. Martín Descalzo, vida y misterio de Jesús de Nazaret, 91)

 

 

 

“Hacer pues, la corte a la Inmaculada concepción de María, será andar siempre ocupados en Ella; pensando en lo que es y en lo que vale, estimándola y apreciándola en su grandeza, amándola con todo el amor que en nuestras almas quepa, y tributándole rendidos y afectuosos homenajes; será llevar a la Inmaculada concepción a todas partes… “

 

“Pero no basta a la esclava hacer la corte a María Inmaculada; debe llenarse del aroma de este Misterio. Cada uno de los momentos de la vida de María, como cada uno de los instantes de la vida de Jesucristo, tiene su espíritu propio. (…) el ambiente de la Concepción es un ambiente de pureza, de suavidad, de dulzura, de paz y de tranquila esperanza.”              

(M. Spínola)

 

 

 

-          Tiempo de Oración Personal

 

-          Compartimos

 

Terminamos cantando: Magnificat

 

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ORACIÓN CON FANTASÍAS SIMBÓLICAS. Escultura

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ORACIÓN CON FANTASÍAS SIMBÓLICAS. Escultura

(Sadhana un camino de oración. Tony de Mello)

 

1.- Hacemos silencio exterior e interior.  Nos ponemos cómodos…, nos relajamos…, nos concentramos en la respiración…, con la inspiración el Espíritu del Señor me invade… con la espiración salen los ruidos, los nervios, las negatividades… Inspiro y espiro a mi ritmo, sin forzar, pero observando cómo entra y cómo sale el aire…

Estoy en presencia del Señor que me quiere, me acoge, me escucha, me habla

 

2.- Le pedimos que nos abramos a su presencia Viva dentro de nosotros, Viva en la Eucaristía (en el Sagrario), Viva en la Palabra que nos va a dirigir.

 

3.- Lectura del texto

Se ha encargado a un escultor que haga una escultura tuya. La estatua está lista y tú pasas por el taller del escultor para echarle un vistazo antes de que aparezca en público. El escultor te da la llave del lugar donde se encuentra la estatua. Puedes, de esta manera, contemplarla sin que nadie te moleste y examinara durante todo el tiempo que te apetezca.

Abres la puerta… El taller está oscuro… Alí en medio, se levanta tu escultura, cubierta con una sábana… Te acercas hasta ella y retiras la sábana…

Te retiras unos pasos y la contemplas. ¿Cuál es tu primera impresión?... ¿Te sientes satisfecho o descontento?...Observa todos los detalles de tu estatua… Su tamaño… los materiales con los que ha sido hecha… Da vueltas alrededor de ella… mírala desde diferentes ángulos… Obsérvala desde lejos, acércate y mira los detalles… Toca la estatua… observa si es suave o tosca… fría o caliente al tacto… ¿Cuál es la parte de la estatua que más te gusta?... ¿Cuál te desagrada?...

Di algo a la estatua… ¿qué te responde?... ¿Qué le dices tú a continuación?... Continúa hablando mientras la estatua o tú tengáis algo que decir…

Ahora conviértete en estatua… ¿Te apetece ser tu estatua?... ¿Qué tipo de existencia llevas como estatua?...

Imagina ahora que, mientras eres tu estatua, entra Jesús en el taller… ¿Qué ve en ti?... ¿Qué sientes mientras Él te mira?... ¿Qué te dice?... ¿Qué le respondes tú?... Continúa el diálogo mientras Jesús o tú tengáis algo que decir… Después de un rato Jesús se marcha… Ahora, vuelve a tu ser y mira de nuevo la estatua… ¿Se ha producido algún cambio en la estatua?... ¿Ha cambiado algo en ti o en tus sentimientos?...

Ahora despídete de la estatua… un minuto y después abre los ojos.

           

4.- Invitar a los miembros del grupo a compartir con los demás lo que han experimentado durante la fantasía.

Con frecuencia realizan descubrimientos sorprendentes acerca de sí mismo, de Dios, de su relación con él.

Las fantasías o imaginaciones, al igual que los sueños, son instrumentos útiles para aprender sobre ti mismo ya que en ellas proyectas tu verdadero ser. Por esta razón cuando compartes tus fantasías con alguien o con un grupo estás, probablemente, revelando algo más íntimo sobre ti mismo que si manifestases secretos profundos que guardas celosamente para ti solo.

Las fantasías no se limitan a proyectar lo que piensas de ti mismo. ¡De alguna manera misteriosa logran cambiarte! A veces sales de una fantasía dándote cuenta de que has cambiado… no sabes exactamente cómo ni por qué, pero el cambio se ha producido… Es posible que en las dos fantasías que te he propuesto notes que ha cambiado tu relación con Dios, que se ha profundizado, aunque seas incapaz de explicar cómo o por qué.

Si se quiere extraer toda la utilidad que encierran estas fantasías se deben repetir con mucha frecuencia.

 

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ORACIÓN CON FANTASÍAS SIMBÓLICAS. Desde la cima de la montaña y con un símbolo

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ORACIÓN CON FANTASÍAS SIMBÓLICAS. Desde la cima de la montaña y con un símbolo

(Sadhana un camino de oración. Tony de Mello)

 

1.- Hacemos silencio exterior e interior.  Nos ponemos cómodos…, nos relajamos…, nos concentramos en la respiración…, con la inspiración el Espíritu del Señor me invade… con la espiración salen los ruidos, los nervios, las negatividades… Inspiro y espiro a mi ritmo, sin forzar, pero observando cómo entra y cómo sale el aire…

Estoy en presencia del Señor que me quiere, me acoge, me escucha, me habla

 

2.- Le pedimos que nos abramos a su presencia Viva dentro de nosotros, Viva en la Eucaristía (en el Sagrario), Viva en la Palabra que nos va a dirigir.

 

3.- Lectura del texto

Imagina que te encuentras en la cima de una montaña desde la que se divisa una gran ciudad. Es al anochecer. Se ha puesto el sol y ves que comienzan a encenderse las luces en la gran ciudad… Contemplas cómo aumenta su número hasta que la ciudad entera parece un lago de luz… Tú estás senado aquí solo, gozando del maravillosos espectáculo… ¿Qué sientes en estos momentos?...

Cuando ha pasado un rato oyes unos pasos detrás de ti; sabes que son los de un hombre piadoso que vive por aquellos parajes, de un eremita. se acerca hasta ti y se coloca a tu lado. Te mira lentamente y te dice únicamente una frase: “Si desciendes a la ciudad esta noche encontrarás a Dios”. Después da media vuelta y se aleja. No hay explicaciones. Ni tiempo para hacer preguntas…

Tú tienes el convencimiento de que esta persona sabe lo que dice. ¿Qué sientes en estos momentos? ¿Te sientes inclinado a aceptar lo que te ha dicho y bajar a la ciudad? ¿O preferirías permaneces donde estás?

No importa cuál pueda ser tu inclinación; baja ahora mismo a la ciudad para buscar a Dios… ¿Qué sientes cuando desciendes por la pendiente?...

Has llegado a los arrabales de la ciudad y es el momento de decir adónde vas a ir a buscar a Dios y encontrarlo…

¿A dónde decides ir? Por favor, sigue los dictados de tu corazón a la hora de decidirte por un lugar al que ir. No te dejes llevar por lo que piensas que deberías hacer ni vayas adonde creas que deberías ir. Vete adonde tu corazón te dice que vayas…

¿Qué te sucede cuando llegas a ese lugar?... ¿Qué encuentras allí?... ¿Qué haces allí?... ¿Qué te sucede?... ¿Encuentras a Dios?... ¿De qué manera?... ¿O te sientes decepcionado?... ¿Qué haces entonces?... ¿Decides ir a alguna otra parte?... ¿Adónde? O ¿decides permanecer allí donde te encuentras?...

Cambia ahora de fantasía. Prescindiendo de que hayas encontrado a Dios o no, escoge un símbolo de Dios: algo que para ti simbolice a Dios del mejor modo posible: el rostro de un niño, una estrella, una flor, un lago tranquilo… ¿Qué símbolo has escogido?... Toma tiempo para hacer la elección…

Cuando hayas escogido el símbolo, colócate de pie, reverentemente, ante él… ¿qué sientes cuando miras fijamente este símbolo?... Dile algo…

Ahora imagina que te responde… ¿Qué es lo que dice?... Conviértete ahora en ese símbolo… y, una vez te has convertido en él, mírate a ti, que sigues de pie, reverentemente… ¿Qué sientes cuando te ves desde el punto de vista y actitud de este símbolo?...

Vuelve ahora a ti mismo, de pie junto o frente al símbolo… Permanece durante algunos momentos en contemplación silenciosa… Después despídete de tu símbolo… Emplea un minuto o dos en la despedida, abre los ojos y pon fin al ejercicio.

 

4.- Invitar a los miembros del grupo a compartir con los demás lo que han experimentado durante la fantasía.

Con frecuencia realizan descubrimientos sorprendentes acerca de sí mismo, de Dios, de su relación con él.

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Created: Lun 19 Noviembre 2012 17:52
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