Mi voluntad, Señora,
se quedó aprisionada
una tarde serena
entre tus manos blancas.
Desde entonces es un hecho
la honda paz de mi alma.
Y en las dulces prisiones
de tus manos, la gracia
ha infundido en mi vida
la libertad soñada.
Libertad que es la luz,
libertad que es la calma
de quien lo tiene todo
cuando no quiere nada.
Libertad en tus manos
poderosas y santas.
Que he descubierto un mundo
infinito en el alma.
Todo lo hallé al dejarlo
todo en tus manos blancas.
Buscó tu pobreza y dijiste HÁGASE, ¡por eso te CORONAMOS!
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre :
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblo,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra ?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo ;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Al llegar el día de Pentecostés, estaban los discípulos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. (...) Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y dijo: «Judíos y habitantes todos de Jerusalén: Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras: No están éstos borrachos, como vosotros suponéis, pues es la hora tercia del día, sino que es lo que dijo el profeta: Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. (...) Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.»
Jesús dice: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conoceréis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros.»
Ven, Espíritu Santo, haz que surja del cielo el esplendor de tu amor.
Ven, Padre de los pobres; ven, Espíritu generoso; ven, Luz de los corazones.
Tú, el perfecto Consolador, haces que en nuestra alma habite la paz: Ven, Espíritu Santo.
Tú, maravilloso frescor, en la pena, tú eres el descanso, en la prueba, la fuerza: Ven, Espíritu Santo.
Luz bondadosa, penetra la intimidad de nuestro corazón; ven, Espíritu Santo.
Ablanda nuestra rigidez, enciende nuestra tibieza; ven, Espíritu Santo.
Abreva nuestra sequedad, cura nuestra herida; ven, Espíritu Santo.
Danos la alegría que permanece; ven, Espíritu Santo, haz que brote del cielo el resplandor de tu amor.
Espíritu Santo, en cualquier situación, quisiéramos acogerte con gran sencillez. Es ante todo con la inteligencia del corazón como podemos penetrar el misterio de tu vida dentro de nosotros.
Que el fuego del amor de Cristo nos habite, ese amor con el que nos amó primero.
Quiero ir a la montaña
y a lo infinito mirar.
Pero es que también quisiera
verte a su cima llegar.
Quiero subir en la barca
y lanzarme a navegar.
Pero es que también quisiera
que te hicieras a la mar.
Quiero beber en la fuente
del más limpio manantial.
Pero es que también quisiera
ver tu sed allí saciar.
Quiero expresar la alegría
de la vida en un cantar.
Pero es que también quisiera
verte vivir y soñar.
Consuelo Ojeda
Canto
Salmo
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios :
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre :
« El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. »
salmo 99
Lectura
Antes de pasar de este mundo al Padre, Jesús rezaba así: «No te ruego sólo por estos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has amado a mí. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.»
Juan 17, 20-26
Canto
Silencio
Oración de Intercesión
Señor Jesús, después de haber dado tu vida en la cruz, tú has entrado en la gloria del Padre. Haz que toda la humanidad participe en tu vida de Resucitado.
Por medio de ti, Jesús, Dios ha hecho con nosotros una alianza nueva. Tú estás con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos.
Jesús, tú apareciste a tus discípulos después de tu pasión. Con tu presencia en medio de nosotros, consolídanos en nuestra fe.
Jesús, tú has prometido el Espíritu Santo a los apóstoles. Que el Espíritu Consolador renueve nuestra fidelidad hacia ti.
Jesús, tú has enviado a los apóstoles a anunciar la Buena Noticia hasta los confines de la tierra. Que el Espíritu Santo nos haga testigos de tu amor.
Padrenuestro
Oración
Señor Cristo, aún teniendo una fe que trasportara montañas, sin amor ¿qué seríamos? Tú, tú nos amas. Sin tu Espíritu que habita en nuestros corazones, ¿qué seríamos? Tú, tú nos amas. Tomándolo todo sobre tí, nos abres un camino hacia la fe, esa confianza en Dios, él que no quiere ni el sufrimiento ni la aflicción humana. Espíritu de Cristo, Espíritu de compasión, Espíritu de la alabanza, tu amor por cada uno de nosotros nunca desaparecerá.
Cantos
Canto
Salmo
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti ;
yo digo al Señor : « Tú eres mi bien. »
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa ;
mi suerte está en tu mano :
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
del salmo 15
Lectura
Jesús dice: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.» Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino por mí.»
Juan 14, 1-6
Canto
Silencio
Oración de Intercesión
Cristo, tú has infundido sobre tus discípulos el Espíritu Santo recibido del Padre: condúcenos con ese mismo Espíritu.
Cristo, tú nos envías a anunciar tu perdón: revela tu amor a cada ser humano.
Cristo, tú has prometido que el Espíritu nos enseñaría todas las cosas: ilumina nuestra fe.
Cristo, tú has prometido el Espíritu de paz: renueva la tierra con tu paz.
Cristo, tú has prometido enviar el Espíritu de verdad: haz que conozcamos tu amor que supera todo conocimiento.
Cristo, tu Espíritu llena el universo: él habita en cada uno de nosotros.
Padrenuestro
Oración
Salvador de toda vida, al seguirte elegimos amar, en ningún caso endurecer nuestro corazón. Tú quieres para nosotros una alegría de Evangelio, y cuando las profundidades son invadidas por una niebla, un camino permanece abierto, el de la serena confianza.
Cantos
Ya el agua de mi arroyo
no se rompe en cascadas.
Es remanso tranquilo
de aguas serenas, claras.
En la oración mi vida
no cavila, no habla;
sólo sabe decirte muy despacio:
gracias, Dios mío, gracias.
Consuelo Ojeda
Canto
Salmo
El Señor es mi pastor,
nada me falta :
en verdes praderas
me hace recostar ;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, por que tú vas conmigo :
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis adversarios ;
m unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
todos los días de mi vida.
salmo 22
Lectura
Jesús dice: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa de ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor y conozco a mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»
Juan 10, 11-18
Canto
Silencio
Oración de alabanza
Cristo resucitado, tú estás vivo para siempre, te adoramos.
¡Alabado seas, Señor resucitado!
Tú has descendido a lo más bajo para revelar el amor del Padre a toda criatura humana.
¡Alabado seas, Señor resucitado!
Tú has subido hacia tu Padre y nuestro Padre.
¡Alabado seas, Señor resucitado!
Cristo, como en la tarde de tu resurrección infundes sobre cada uno de nosotros el Espíritu Santo.
¡Alabado seas, Señor resucitado!
Tú nos ofreces ser testigos de tu presencia.
¡Alabado seas, Señor resucitado!
Padrenuestro
Oración
Jesús, Amor de todo amor, tu compasión no tiene límites. Tenemos sed de ti, que nos dices: ¿Por qué tener miedo? No temas, yo estoy aquí.
Cantos
“He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!
Soy peregrino enrolado en el Pueblo de Dios
que caminando va
hacia un único y seguro destino.
La humanidad semeja
la corriente de un río.
Todos caminamos,
pero no todo el mundo sabe a dónde va.
Yo sé a donde voy,
porque yo camino con el Pueblo de Dios.
Se habla mucho de dialogar,
y yo quiero aprender dialogando contigo.
Habla tú primero, ya que tú eres primero.
Yo te escucho.
Haré silencio profundo para oírte.
Después yo te hablaré...
Quiero aprender a dialogar contigo.
Así, cuando lo haga con los otros
seria muy bueno que en mi estilo
se acordaran de ti.
Hermano separado,
si nos damos las manos
habrá menos distancia entre los dos.
Hermano separado, si nos amamos
surgirá la luz.
Marchemos de la mano hacia el destino eterno
donde por siempre unidos estaremos los dos,
estaremos con Dios.
Todos tuvimos culpa, pero hoy
ni tú ni yo somos culpables.
Hoy sólo resta amar. y olvidar.
Y surgirá la luz,
Señor, !os santos saben vivir en todos los
tiempos,
porque en todos los tiempos es lo mismo
el amor.
Ellos no se escandalizan de los cambios,
ni de las deficiencias de los hombres
Son comprensivos,
echan una mano.
Son los seres más humanos de la tierra,
quieren como los hermanos aman a sus hermanos.
Y este modo de amar lo aprendieron de ti.
Consuelo Ojeda