¿Qué quieres que te haga?"(Mc). Eran tantas cosas las que podía pedir, una limosna, un cobijo, una ayuda familiar, un consuelo. Pero El ciego le respondió: "Rabboni, que vea". Pide lo que sólo se puede pedir desde la fe, pide lo imposible, pide la vista. "Entonces Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino"(Mc).
¿Dónde tengo puesta mi mirada? ¿Qué cosas veo? ¿ Qué me pasa desapercibido?
Petición: "Señor, que vea"
Señor, me concediste
mirar hacia adelante siempre,
Y hacia adelante siempre miraré,
porque siempre he soñado
con caminos nuevos para andar.
Caminos nuevos donde tú me esperas.
Mi vida es la certeza de que vives
y que me haces vivir.
Ese contar contigo,
tú que eres el Señor de la vida.
El Señor de las sorpresas grandes,
de la eterna novedad creciente.
Ante mis ojos siempre
ese camino que a mi me sobrepasa,
me desborda.
Todo eso tuyo tan inabarcable…
Y hasta me llena
ese nunca alcanzarte del todo,
ni entenderte del todo...
Aunque sí presentirte.
ESTO ME HACE FELIZ
Consuelo Ojeda
Canto
Salmo
Bendigo al Señor en todo momento
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.
Gustad y ver qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
del salmo 33
Lectura
Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios nos envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo para el perdón de nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
1 Juan 4,7-12
Jesús dice: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.»
Mateo 13,44-46
Canto
Silencio
Oración de Intercesión
Por todos los que anuncian fielmente tu Palabra, te pedimos Señor.
Haznos capaces de reconocer tu presencia en nuestro prójimo; que estemos atentos a los pobres y a los desdichados.
Señor, te pedimos por los que sufren en su lugar de trabajo, por los que están sin empleo, por el respeto de su dignidad.
Por los prisioneros y los olvidados de la sociedad; haznos solidarios de su sufrimiento, a ti, el Consolador, te pedimos.
Por los científicos y los investigadores, para que su trabajo sirva a toda la humanidad, te pedimos.
Por los que tienen responsabilidades en la vida pública, para que trabajen con honestidad y para el bien de todos, te pedimos.
Para que en tu Iglesia seamos signos del amor fraterno, te pedimos.
Padrenuestro
Oración
Dios de todos los vivientes, haznos capaces de abandonarnos en ti, en el silencio y el amor. Abandonarse en ti no es algo habitual en nuestra condición humana. Pero tú intervienes hasta en lo más íntimo de nosotros mismos y quieres para nosotros la claridad de una esperanza.
Bendícenos, Cristo Jesús, tú que vienes siempre a nuestro lado, allí donde estamos.
Cantos
Canto
Salmo
Te doy gracias, Señor, de todo corazón ;
delante de los ángeles tañaré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
Daré gracias a tu nombre :
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama ;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor de mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca ;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio. _cuando camino entre peligros,
me conservas la vida ;
Extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
el Señor completará sus favores conmigo :
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
del salmo 137
Lectura
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, - pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó - lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo.
1 Juan 1,1-4
La Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos ha llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás, el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.
Juan 1,14-18
Canto
Silencio
Oración de alabanza
Jesús, Hijo del Dios vivo, esplendor del Padre, luz eterna,
—¡Alabanza a ti, Señor!
Jesús, Rey de gloria, Sol de justicia, hijo de la Virgen María,
—¡Alabanza a ti, Señor!
Jesús, Consejero maravilloso, Señor eterno, Príncipe de la Paz,
—¡Alabanza a ti, Señor!
Jesús, manso y humilde de corazón, nuestro socorro y nuestro refugio,
—¡Alabanza a ti, Señor!
Jesús, Dios de paz, amigo de los seres humanos, fuente de vida y de santidad,
—¡Alabanza a ti, Señor!
Jesús, hermano de los pobres, bondad sin medida, sabiduría inagotable,
—¡Alabanza a ti, Señor!
Jesús, buen pastor, luz verdadera, nuestro camino y nuestra vida,
—¡Alabanza a ti, Señor!
Padrenuestro
Oración
Jesucristo, desde el comienzo estabas en Dios. Viniendo entre los seres humanos, has hecho accesible la humilde confianza de la fe. Y llega el día en que podremos decir: soy de Cristo, pertenezco a Cristo.
Bendícenos, Jesucristo, haznos capaces de acoger tu amor.
Cristo Jesús, luz interior, en este tiempo de Navidad envías sobre nosotros tu paz, que es bondad y nos abre a un cambio en nuestra vida. Entonces resuena en nosotros como una voz interior, y esta voz ya es nuestra oración. Si nuestros labios permanecen en silencio, nuestro corazón te habla y escucha. Entonces se cumple en nosotros la voluntad de tu amor.
Cantos
¿Por qué ser feliz y deseárselo a otros, especialmente en esta época del año?
La Navidad se convierte siempre en embajadora de la auténtica felicidad.
Estos días, contemplando el Misterio se hacen eco en mí dos preguntas que plantean los salmos 8 y 112:
· ¿Qué es el hombre para que te fijes en él? (¿Quién soy yo para que te fijes en mí?)
· ¿Quién como nuestro Dios que se abaja para mirar al cielo y a la tierra? (¿Quién como nuestro Dios…?)
Y en el Niño-Dios, en ese pesebre donde descubro al Dios-con- nosotros, ahí, encuentro admirada alguna respuesta:
Más importante que la talla de mi confianza, es la fuerza con la que DIOS SELLA constantemente su confianza en mí, y se la juega, dándome su PALABRA: JESUCRISTO
Sí, sé que cuando experimento, que alguien cree en mí, a pesar mío, crecen todas mis posibilidades. Y cuando descubro que además, ese es Dios,… todo se redimensiona de otra manera! ¡Este es uno de los rostros de la felicidad! ¡Esta es la que os deseo a todos en esta Navidad!, ¡Ojalá estos días navideños experimentemos, en algún momento, que Dios nos repite de nuevo al oído: creo en ti!
¡Feliz Navidad!
Mariló
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas :
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia :
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de su pueblo.
Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera ;
gritad, vitoread, tocad.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumento :
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos; el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de Cesar Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel de Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
Cristo, los profetas han anunciado tu venida, los pobres la desearon.
—La alegría de nuestro corazón está en Dios.
Los cielos han celebrado tu nacimiento; los apóstoles, los mártires, los fieles de todos los siglos han vuelto a decir los cánticos de los ángeles.
—La alegría de nuestro corazón está en Dios.
Tu Iglesia te alaba en todas las lenguas humanas, porque ha visto tu salvación.
—La alegría de nuestro corazón está en Dios.
Hijo de Dios, te rebajaste haciéndote servidor, con el fin de que seamos ensalzados y podamos participar de tu gloria.
—La alegría de nuestro corazón está en Dios.
Estábamos en las tinieblas y nos has dado la luz y la fuerza, la paz y la alegría.
—La alegría de nuestro corazón está en Dios.
Condúcenos según tu voluntad de amor; haz de nosotros un pueblo que vive de ti en la santidad.
—La alegría de nuestro corazón está en Dios.
Danos unos corazones rectos para escuchar tu Palabra y produce en nosotros frutos abundantes.
—La alegría de nuestro corazón está en Dios.
Jesús, hijo de la Virgen María, en Navidad nos ofreces el mensaje de alegría de tu Evangelio. El que escucha, el que acoge los dones del Espíritu Santo, tanto de día como en las vigilias de la noche, descubre que con una fe muy pequeña, con casi nada, lo tiene todo.
Cristo Jesús, unos humildes pastores te descubrieron en un establo. Haznos capaces de avanzar hacia la claridad de tu presencia, oculta en nosotros. Y nuestro corazón puede decirte: Jesús, mi alegría, mi esperanza, mi vida.
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
(Lc. 2, 1-14)
Jesucristo todo lo transforma, y lo pequeño lo hace grande, y lo que nada vale, lo hace precioso, y convierte la oscuridad de la noche en claro día.
Muchas veces los hombres, aun los que cristianos nos apellidamos, miramos la pobreza como cosa ruin y miserable, y a la vista del grande, del poderoso, nos sentimos abatidos y humillados. Aquél, decimos, nada en la abundancia, mientras que yo de todo carezco; y esta idea de la pobreza nos aflige y nos abate...
Aquél, decimos, está en la cumbre, todos se inclinan delante de él, todos le ensalzan y le queman incienso, mientras yo estoy humillado y abatido. Y cuando esto vemos, nos quejamos y decimos a Dios: ¿Por qué yo he de pisar entre espinas, y aquél ha de pisar entre rosas? Hermanos míos, yo he visto a los santos, y los he visto pobres, y los santos gozaban en la pobreza; y aquellos que poseían riquezas, los he visto dejar todo cuanto poseían y abrazar la pobreza voluntaria; y vivían contentos, y vivían alegres en medio de las privaciones. ¿Y por qué esto? Es que en la pobreza, en las humillaciones, y en los dolores de los santos, se hallaba desleído el amor divino; es que los santos sufrían con Cristo, y Cristo hace grande la pobreza, como hizo grande el establo de Belén; es que Jesucristo convierte lo amargo en dulce; es que Jesucristo, todo lo que toca lo engrandece.
Nosotros miramos a los santos, a esos héroes, a esos hombres grandes, y nos quedamos asombrados; nos miramos a nosotros mismos, y nos encontramos pequeños y miserables. ¿Cómo, pues, nos haremos grandes? ¿Sabéis cómo? Con la fuerza de Cristo, con Cristo. ¿Y cómo conseguiremos unirnos con Cristo? Dios está cerca de aquel que le invoca, de aquel que le llama por medio de la oración; pues aquí tenéis un medio, la oración, para que Dios a nosotros se acerque. Pero no basta que se acerque Dios, que se acerque Cristo a nosotros, es necesario además que nos toque, y esto se consigue por medio de la humildad. Dios se resiste a los soberbios, y da su gracia a los humildes, y se comunica con ellos. Aquí tenéis otro medio; la humildad unida a la oración, que hace que Cristo nos dé su gracia, y la gracia ya es un toque de Cristo. Pero no basta que Cristo nos toque, es necesario que entre en nosotros, que se una estrechamente con nosotros, y que se aposente en nuestro corazón. ¿Y cómo conseguiremos que Cristo more y descanse en nosotros? Oíd a Jesucristo mismo: “El que me ama, guardará mis mandamientos, y el Padre le amará, y vendremos a él, y nos haremos nuestra mansión en él”. Pues he aquí otro medio para que Jesucristo entre en nosotros, la perfecta guarda de su ley.
Hermanos míos, no olvidemos estas lecciones; invoquemos a Cristo, y a la oración unamos la humildad, y a la humildad y a la oración, la guarda de la ley, y entonces Cristo vendrá a nosotros, y lo que era vil, lo hará digno de respeto; y a los que somos pequeños, nos hará grandes; y a los que somos débiles, nos hará fuertes; y a los que somos cobardes nos hará valientes, nos convertirá en héroes; y a los que tenemos el corazón frío, nos lo calentará. Fuego vine a traer a la tierra; y ¿qué ha de ser sino que arda? Pues que arda ese fuego de la caridad de Cristo; que arda y prenda su llama en nuestros corazones, que si teneos la caridad de Cristo, todo lo tendremos, porque la caridad es luz; la caridad es fuerza; la caridad es humildad; la caridad es paciencia; la caridad es dulzura; la caridad es amor; la caridad es todo, porque la caridad es Cristo, y Cristo es Dios.
(Pláticas II, pág.824)
Estás presente
en la fuente escondida,
en la flor que se abre,
en el ave al volar.
Estás presente
en la estrella lejana,
en las luces del alba
y en las olas del mar.
Estás presente
en la noche callada,
en la bulla y la vida,
el descanso y la paz.
Estás presente
porque lo animas todo,
porque lo llenas todo,
porque a todos te das.
Estás presente
en mis grandes silencios,
en mis ratos de espera,
en la serenidad.
Estás presente
en la dicha profunda
de quien ve sus anhelos
hacerse realidad.
Canto
Salmo
A ti, Señor, me acojo :
no quede yo nunca defraudado ;
tú que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí.
ven aprisa a librarme,
Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte ;
por tu nombre dirígeme y guíame :
Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu :
tú el Dios leal, me librarás.
Te fijaste en mi aflicción
velaste por mi vida en peligro.
No me entregaste en poder del enemigo,
colocaste mis pies en terreno espacioso.
Pero yo confío en ti, Señor,
digo : Tú eres mi Dios.
En tu mano están mis azares :
líbrame de los que me persiguen.
Muestra a tu siervo tu rostro radiante,
sálvame por tu lealtad.
del salmo 30
Lectura
¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel! (...) Ya no temerás ningún mal. Aquel día se dirá a Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión, no desmayen tus manos! El Señor tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! El exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta.
Sofonías 3,14-18a
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios.
Juan 1,6-12
Canto
Silencio
Oración de alabanza
Jesús, a ti que vienes a anunciar a los pobres la Buena Noticia:
—Bendecimos tu santo nombre.
Jesús, a ti que vienes a revelar a los seres humanos la alegría del perdón:
—Bendecimos tu santo nombre.
Jesús, a ti que das a conocer tu amor a quienes se creían excluídos:
—Bendecimos tu santo nombre.
Jesús, quieres que tu Evangelio sea proclamado en todo lugar:
—Bendecimos tu santo nombre.
Jesús, tú sostienes la esperanza de tu Iglesia:
—Bendecimos tu santo nombre.
Jesús, tú vienes a habitar en medio de nosotros:
—Bendecimos tu santo nombre.
Padrenuestro
Oración
Salvador de toda vida, que se alegren los que te buscan. Tú nos dices: conozco tus pruebas y tu pobreza, y sin embargo estás colmado. ¿Colmado de qué? De las fuentes vivas, escondidas en lo más profundo de ti.
Bendícenos, tú, el Dios vivo que, mediante el bautismo, nos has revestido con un nuevo vestido que es Cristo mismo.
Cantos
El nacimiento de Jesús fue así: María, su madre, estaba desposada con José, y, antes de que vivieran juntos, se encontró encinta por virtud del Espíritu Santo. José, su marido, que era un hombre justo y no quería denunciarla, decidió dejarla en secreto. Estaba pensando en esto, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no tengas ningún reparo en recibir en tu casa a María, tu mujer, pues el hijo que ha concebido viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa Dios con nosotros”. Cuando José despertó del sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió en su casa a su mujer. (Mt. 1, 18-24)
Por el sendero del bosque
va caminando un pastor,
delante van las ovejas,
las ovejas de su amor.
No sabe que me recuerda
su camino y su labor
a Jesús cuando decía
que él era El Buen Pastor.
Por la costa va una barca
y en la barca un pescador,
lleva en sus manos las redes,
remendadas con primor.
No sabe que me recuerda
los pasajes del Señor.
Me recuerda Tiberiades,
la barca y el pescador.
Por tierra recién arada
va pisando el sembrador
va esparciendo la semilla
que más tarde será flor
No sabe que me recuerda
la enseñanza del Señor,
una semilla en silencio
germinando por amor.
Consuelo Ojeda
Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y adoración del Señor. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. (...) La justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos. Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano. Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento del Señor, como cubren las aguas el mar.
Isaías 11,1-9
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
Lucas 1,39-45
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se turbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”. María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?”. El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios”. Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel dejándola se fue.
(Lc.1, 26-38)