Soy Esclava porque el Señor, la realidad que vivo, mi familia y otras esclavas así me lo gritan, no sólo en el momento de mi primera decisión, sino en los diferentes momentos por los que he pasado en mi vida, y en mi día a día.
Soy de Sevilla, y entré en el colegio que tenemos allí gracias a madre Belén. Así que este fue el primer instrumento del que se valió el Señor para llamarme. Unido a todo lo que fui viviendo en él de grupos, catequesis, estudios, amistades, está lo que a través de mis padres, mis hermanos, mi familia también me ha ayudado a crecer y madurar mi fe y mi vocación.
Con 16 años, preparándome para recibir la confirmación, fue cuando me planteé con más fuerza… y después de la confirmación, ¿qué? El acompañamiento personal, la experiencia del grupo de montañeras, de las colonias spínola… todo eso me dio el empujón final, y me decidí a entrar, no sin antes “luchar” un poco con la resistencia de mis padres, que me pedían dejarlo para un poco más adelante.
Entré contenta y con ganas de comerme el mundo. Ya el Señor se encargó de ponerme los pies en la tierra, y de hacerme madurar poco a poco. Mi camino en Málaga en el noviciado, Sevilla y Valdezorras en el juniorado, me ayudaron a dar mi sí definitivo.
Después de un tiempo trabajando en nuestros colegios de España-Sur, pedí una experiencia misionera, y vine a Angola, donde ya me quedé y donde me siento en casa. Son ya 9 años viviendo en esta realidad, con sus carencias materiales y sus riquezas humanas, queriendo dar a conocer que Jesucristo ama a todos y quiere que seamos felices y justos unos con los otros. Vivir en Angola me ha abierto horizontes, me ha hecho descubrir que la fe es universal y que nos une de verdad unos a otros. Convivir con hermanas de otras nacionalidades, culturas, me hace enriquecerme y descubrir otros valores, otros puntos de vista de la realidad, otra manera de ver la vida.
El Señor me sigue gritando en esta realidad de carencia y dolor, en el día a día de este pueblo de Angola. Y no quiere que me quede, como esclava, con los brazos cruzados. Intento poner mi grano de arena ante esta inmensa tarea de estar y vivir entre los más pobres. Soy feliz aquí, y creo que, por encima de mis limitaciones y pobrezas, el Señor me llama a seguir aquí.
Carlota ADC
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Unidas en la oración, un abrazo muy fuerte. Cinta
Gracias por hacer presente al Señor en ella y por poner lo mejor de ti misma al servicio de los demás.
Un abrazo: María Jesús