a. Ante el mal "descarado" ¡claro que no pico! Pero ¿qué pasa ante ternas como "hambre piedras pan"? ¿Soy lúcida o me atolondro?
b. Poner a prueba el amor que Dios me tiene... De otro modo: ¿alguna cosa me hizo dudar alguna vez de él?
c. No es fácil mantenerse erguidas sin arrodillarse ante nada ni ante nadie. "Algo" o "algunos", de algún modo, ¿mandan en mi vida? ¿la dirigen? ¿Qué cosas?, ¿qué personas? ¿Cómo es mi modo de "arrodillarme" ante ellos? Ser lúcidas y sinceras, y no caer en la trampa ante la propuesta: hambre piedras pan...
Por si vale…
* El relato de las tentaciones, situado por Mateo (también por Marcos y Lucas) entre el bautismo de Jesús y el comienzo de su vida pública es un relato admirable por su densidad, narrado como una historia mitológica. Es decir, se trata de un relato simbólico, que no es verdad literalmente, mediante el cual se quiere transmitir algo importante. Pretende contar una verdad, pero una verdad esencial, que no es la del recuerdo histórico. El mito no se contraponen a la verdad sino a la historia, por eso, “para captar su mensaje, es preciso remontarse más allá de la letra, adentrándose en el plano de la vivencia. (...) Los mitos bíblicos no pueden aceptarse tal como aparecen en los textos. ¡Urge interpretarlos!” (Cf. SALAS A. La Biblia hoy. Temas introductorios. Ed. Paulinas, pp. 93.94).
* Se trata de tentaciones radicales: lo que el texto aborda es la cuestión de quién ejerce la soberanía en el mundo: el diablo al que Jesús no se somete y que por eso tiene que ceder el puesto, o Dios, que envía a sus ángeles. El relato se convierte en un motivo de esperanza y en expresión de la confianza en Jesucristo, que con su obediencia venció al diablo, y en Dios Padre, cuyos ángeles asistieron al obediente. Entendido así, el relato tiene sentido al comienzo de un evangelio que desarrolla lo que significa la obediencia a Dios, a pesar de la condena de los hombres. (Cf. ULRICH L. El Evangelio según san Mateo, vol. I. Ed. Sígueme, Salamanca 2001, p.234).
* La escena no tiene testigos. Las tentaciones ocurren en el núcleo fundamental de la personalidad de Jesús. Las tentaciones se dan en el hondón de la propia experiencia. No se trata de “cositas”, aunque se juegue la cosa en las cosas aparentemente sin importancia del día a día.
* Podemos decir que este pasaje evangélico, condensa la experiencia de la vida de Jesús. En el bautismo, ha oído: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto”. La tentación será: “si eres el Hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en panes”; y “si eres hijo de Dios, baja de la cruz” (Mt 27,40b). Pero Jesucristo nos salvará no a través del poder y del éxito (poder y éxito que no todo el mundo disfruta en la vida) sino a través del servicio y la entrega a los demás (algo que está al alcance de todos), y de los sufrimientos que la vida trae y de los que no podemos escapar siempre (rasero que nos iguala a todos).
a. Hay cosas “pequeñas” que me cuesta trabajo abandonar. Si me cuesta trabajo dejarlas, quizá es que no sean tan “pequeñas” para mi…
Pensar sobre esto a nivel de costumbres: personales, familiares, sociales, religiosas, comunitarias… ¿Qué me aportan, qué seguridad me dan?
b. ¿Ocurrió alguna vez que permanecimos en algo porque “toda la vida se había hecho” sin otra razón que esa?
c. ¿Por dónde puede ir la urgencia evangélica, en mi situación concreta de relaciones, cuando decimos que el cariño a los demás, conforme al Corazón de Dios, es mucho más que no matar?
d. ¿Por dónde puede ir la urgencia evangélica, en mi situación concreta de relaciones, cuando decimos que el cariño entre quienes se han dado una palabra de fidelidad, conforme al Corazón de Dios, es mucho más que no adulterar?
e. ¿Por dónde puede ir la urgencia evangélica, en mi situación concreta de discernimiento, cuando decimos que ser buenos, conforme al Corazón de Dios, siempre es mucho mejor y “más útil” que cualquier otra cosa por mucho valor que digamos que tiene.
a. La vida humana es muy superior a cualquier otra cosa. Es el funcionamiento del organismo y mucho más, porque incluye nuestra psicología, con su capacidad de ser libres, de amar, de conocer, de relacionarnos; y nuestra dimensión espiritual con su capacidad de interioridad y de apertura a los demás y a Dios. Tener vida es gozar de todo esto. ¿Cómo ando de vida? ¿Necesito más vida en alguna de sus facetas?
b. Una de las cosas más bellas de este texto es la pena y el llanto de Jesús ante un amigo sin vida, y el amor/dolor/inquietud/oración que conlleva dar vida a quien la ha perdido…
c. ¿Creo que el Espíritu Santo (“Señor y dador de vida” decimos en el Credo) puede hacer renacer en las personas cosas aparentemente muertas? ¿Creo que puedo ayudar a dar vida a otras personas con lo que esto conlleva de amor/dolor/inquietud/oración?
d. Dice el texto: “Señor, tu amigo...”; “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro”; “Comentaban: ¡cómo lo quería!”. La afectividad de Jesucristo y su cariño concreto a personas concretas, con lo que el cariño lleva de disfrute y de sufrimiento. Pensarlo (¡y disfrutarlo!) en relación a mí: “mi amigo”, “me ama”, “¡cómo me quiere!”.
e. En el libro de la Sabiduría (11,24-26) se dice algo tan bonito como esto:
Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. ¿Y cómo subsistirían las cosas si tú no lo hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.
a. Los miedos siempre dan cerrazón, siempre. ¿A qué me cierro?
b. Cuando Jesús dice: “La paz con vosotros”, está relativizando todos los motivos de nuestros miedos. Relativizar los motivos de nuestros miedos y desasosiegos… Pedirle a Jesucristo que aumente nuestra fe en él, nuestra confian-za en él y se disiparán tantos y tantos miedos que nos acogotan.
c. El cuerpo de Jesucristo resucitado es un cuerpo con cicatrices; con cicatrices, ¡pero resucitado! ¡No hay muerte sin resurrección! Agradecerle a Jesucristo, el Señor, que haya llenado de sentido tanto sin sentido de la vida.
d. “La paz con vosotros, como el Padre me envió, también yo os envío”. Soy una enviada de esta noticia de sosiego ante tantos miedos. Liberada del miedo a sufrir, no escatimaré esfuerzos por evitarle a otros tantos y tantos sufrimientos que se padecen. Lo más que puede pasar -¡gracias al Señor, muerto y resucitado!- es que me queden cicatrices. Comprometerme con Jesucristo, “Señor mío y Dios mío”, en ir por la vida como creyente.
Domingo 6 de febrero, 5º del tiempo ordinario, ciclo A
Continúa el “sermón del monte”…
Mt 5,13‑16
Dijo Jesús a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para ponerla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean nuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo."
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Sal que sala y conserva. la sal, ¡sosa!; ...y ahora, ¿qué?
Luz que ilumina y orienta. ¡No es posible!
¡Es de tontos!
Demos luz... no nos de "corte" que vean que obramos el bien, y... ¡ojalá se acerquen por él a Dios! |
a. ¿En qué cosas de mi vida mantengo "sabor" y qué cosas vivo "sosamente"?
b. ¿Fui luz alguna vez para alguien? ¿Me fue fácil o difícil serlo?
c. Pensar en personas que me han hecho bien.
d. Pensar en personas que me han hecho bien y me ha acercado a Dios.
e. Pensar en personas a las que he hecho bien. Pensar en personas a las que he acercado a Dios.
Al ver Jesús el gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo." |
Sí, conviene acercarse...
Carecer...
No huir del sufrimiento...
Llorar... (¡es tan de persona!)
Hambre. Sed. De justicia: que sean las cosas como Dios las concibió. Ser misericordioso, es ser muy parecido a Dios.
A los de corazón limpio, Dios se muestra.
...no por la revancha, no por la venganza, no por "donde las dan las toman". No. Trabajar por la paz. Alguna pequeña persecución habrá...
Algún pequeño insulto caerá...; alguna pequeña exageración... ¡A causa de Jesucristo! "Estad alegres y contentos": ¡dichosos! |
a. Señala situaciones personales de alegría y felicidad. Señala motivos personales de alegría y felicidad.
b. Elige la "bienaventuranza" que más te guste. Comenta por qué. ¿Qué experiencia tienes de ella? Elige la "bienaventuranza" que más te choque. ¿Por qué?
c. Seguro que alguna vez hubo "a modo de" insulto, persecución, calumnia, a causa de Jesucristo. ¿Me afecta mucho (¿me "arrugo"?)? ¿Tiendo a evitarlo? ¿Cómo?
El evangelio es para la vida de cada día, para la vida normalita que vivimos la mayoría de las personas; de no ser así, ¿de qué y para qué es Buena Noticia?
También las “Bienaventuranzas” (bienaventuranza... = aventurarse bien...)
1. Pobres de Espíritu. El Reino de los cielos.
Señor, ayúdame a tener un corazón despojado, desprendido, que confíe en Ti.
El Reino de los cielos es Jesús, Él es un tesoro. Encontrar mi tesoro en el Señor.
2. Mansos. Poseerán la tierra.
Señor, ayúdame a poner buena cara, a encajar las cosas.
Poseerán la tierra. Te ganarás a los que te rodean, te ganarás el corazón de los demás.
3. Los que lloran. Serán consolados.
Señor, ayúdame a sentir las cosas de mis hermanos; dame lágrimas de amor solidario
Serán consolados. En las lágrimas solidarias se encuentra consuelo.
4. Hambre y sed de justicia. Serán saciados.
Señor ayúdame a tener hambre y sed de cosas buenas: JUSTICIA (≡ el Señor mismo): hambre y sed de Ti; hambre y sed de cosas buenas para los demás.
Serán saciados. ¡Encontrarán sentido! Vivid con hambre y sed de lo bueno, da sentido a la vida, sacia.
5. Los misericordiosos. Encontrarán misericordia.
Señor, ayúdame a ser persona comprensiva y compasiva. Entender a la gente a imitación tuya.
Encontrarán misericordia. “...entonces clamarás, y Yavé te responderá, pedirás socorro, y dirá: «Aquí estoy».” (Is 58,)
6. Los limpios de corazón. Verán a Dios.
Señor, ayúdame a tener un corazón sincero, corazón que no se deja engañar. Fallos sí, pero pretextos y engaños, no.
Un corazón sincero se encuentra con Dios: verá a Jesús.
7. Los pacíficos. Serán llamados hijos de Dios.
Señor, ayúdame a ser persona que une y suaviza.
Serán llamados hijos: se parecerán al Señor, a Jesús.
8. Los perseguidos de hecho y palabra. El Reino de los cielos.
Señor, ayúdame para que las contradicciones de la vida –en las obras y en las palabras- yo las viva contigo y como Tú.
Ahí hay un tesoro: ser como Jesús: Jesús mismo.
(De Juan Manuel García Lomas s.j. Orientaciones en unos Ejercicios Espirituales)