"Congregarse en nombre de Cristo es unirse animadas por los mismos sentimientos de la fe, y ligadas por los vínculos de la caridad" M.Spínola
Hemos sido llamadas personalmente por Jesucristo para vivir en comunión con El y con las hermanas, para compartir su vida y su misión, para reflejar de una manera visible, la hondura y la riqueza del misterio de unidad que es la Trinidad y ser fermento de comunión en la Iglesia universal.
La llamada personal se hace vocación comunitaria, pues cada una hemos sido llamadas para formar con las otras hermanas un solo corazón y una sola alma.
Nuestra comunión se edifica y potencia por el amor, señal distintiva de la Esclava y por el perdón; se realiza y se significa en la participación de la Eucaristía; se alimenta en la oración; se fomenta con unas relaciones fraternas y una comunicación cordial, sencilla y abierta; se renueva en el sacramento de la reconciliación; se expresa en el estilo de gobierno, animación y organización de la comunidad.