Querida Congregación, tras haber leído y releído tu modo de atravesar la historia, tu forma de estar en ella, de vivenciarla y de recrearla, nos dirigimos a ti con el corazón en la mano para decirte sencillamente GRACIAS ¡acógelas con toda la hondura de la que eres capaz!
Es un gracias sentido y emocionado, conscientes de que cuando decimos “congregación”, no lo hacemos en “abstracto”, decimos congregación sabiendo que detrás de esa palabra hay muchos rostros de ESCLAVAS que han dado y siguen dando su vida por mantener vivo el espíritu que animó los orígenes. ¡A vosotras hermanas va dirigida esta carta! De todo corazón GRACIAS.
Es mucho lo acontecido desde que naciste allá por el 1885 en Coria, GRACIAS por la búsqueda profunda y auténtica del comienzo, por tu confianza total y el abondo absoluto en las manos de Dios, por tu capacidad de resistir ante la dificultad con limpieza de corazón y “tumbativa” humildad. Porque nunca quisiste “SER”, sin el consentimiento de Dios, pero afortunadamente, ¡lo consintió! y aquí estamos. Gracias porque creíste que “todo lo podías en Él”. Tus primeros pasos nos hablan de disponibilidad, entrega y despojo, mucho despojo.
Gracias congregación porque aunque te quedaste “huérfana” siendo aún muy niña; te preocupaste por seguir siendo tu misma, luchaste por mantener vivo el motivo que te hizo nacer “transmitir a todos el amor personal de Jesucristo”. Nunca cesaste en tu empeño por buscar todo y solo lo que Dios quería. Gracias congregación porque nos has enseñado que Dios se sirve de nuestros límites y posibilidades para hacer historia. Gracias por tu fe recia, tu valentía, fidelidad y fuerte sentido de pertenencia que te ayudó a sobrevivir incluso en tiempos de guerra. Atravesaste los mares, te hiciste misionera, creciste y te hiciste fuerte en el Señor, el celo te desbordó,… y llegaron tiempos nuevos,…
El Concilio Vaticano II te sorprendió y no pusiste resistencia, deseaste “sentir con la Iglesia” Congregación, ¿qué dices de ti misma y para quién eres? Te aventuraste a preguntártelo con sinceridad y hondura y no vacilaste en dar respuesta rápida y audaz. Gracias congregación por tus “atrevimientos”, por tu búsqueda incansable, tu compromiso con los más pobres, gracias por salir de ti misma, por tu fidelidad creativa y por la seriedad con la que supiste retornar a las fuentes. Sabemos que no fue fácil, que sufriste y que de alguna manera los cambios provocaron en ti, heridas que tardaron en cicatrizar, pero nunca te faltaron las fuerzas para seguir creyendo que el evangelio merecía la pena. Gracias congregación por tu SER y MISIÓN, por tus raíces sólidas y apertura al mundo en el que te ha tocado vivir. Gracias congregación porque siempre has apostado por la persona, porque has sabido reconocer los aciertos y los errores, no te asustan los retos, ni temes al futuro porque estás segura de Dios.
Gracias congregación por tu fuerte AMOR a Jesucristo, que ha sido siempre tu brújula, tu centro y motor. Gracias congregación porque como María, sabes mantener intacta la esperanza y confías en la promesa de que Dios, a su tiempo, hará posible lo que parecía imposible.
“Congregación bendita ¡sigue adelante!” cuentas con nuestro Sí para seguir haciendo historia.
Gracia Keiko Iizuka (Japón)
Graciela Machado (Argentina - Paraguay)
Mª da Graças Santos (Brasil)
Mª del Carmen Aguilar (Argentina - Paraguay)
Miriam Saldivia (Argentina - Paraguay)
Yolanda Rosendo (España - Sur)
Beatriz Martín (España-Norte)
Lorena Ruiz (Ecuador)
Victoria Chumo (Ecuador)
Ledys Labrador (Venezuela)
María Cuenda (Angola)
Consuelo Rodríguez (España - Sur)
Ángela Lopera (España - Sur)
Gimena González (España-Norte)
Marcelline Nsepela (Angola)
Curso de renovación,
20 de diciembre de 2013 al de febrero de 2014.
Madrid - Chamartín