Las formandas de España y el noviciado internacional, convocadas por el gobierno general, nos dimos cita el pasado fin de semana en Corteconcepción para seguir profundizando en nuestras raíces, camino que ya iniciamos en el último encuentro del curso pasado. Nos encontramos el viernes por la noche para cenar y estaríamos juntas hasta el domingo al medio día.
El campo nos recibió radiante, fueron unos días para convivir, respirar a fondo y compartir desde el cariño y
la sintonía “cosas de familia”. Acercarnos a la historia de nuestra congregación (que de algún modo es también nuestra propia historia) para aprender de ella era uno de los objetivos principales del encuentro. Para ello nos dividimos en dos grupos: las novicias y junioras de la mano de Hna. Luz María Medina se fueron adentrando en los entresijos de la historia desde la muerte de los fundadores hasta el generalato de M. Anunciata, quedándose a las puertas del cambio que supondría posteriormente el concilio Vaticano II. Y las post-junioras nos dedicamos a un trabajo de profundización sobre la persona de M. San Marcelo, a partir sobre todo, de las cartas recogidas en “itinerario de una amistad”.
Para ambos grupos fue un gusto este volver a las fuentes. Pasar por el corazón la vida de tantas hermanas que a lo largo de la historia han querido ser fiel al carisma recibido, emociona ¡y mucho! Y sobre todo nos empuja y anima a querer seguir haciendo historia en este presente que nos toca vivir, convencidas de que cada esclava, cada día, desde el lugar y el momento que le toca vivir escribe una página de la historia (que será más o menos conocida, más o menos relevante,…) pero sin la cual el libro estaría incompleto. Estos son algunos de los ecos que resonaron en el compartir del domingo.
Al coincidir el encuentro con el comienzo de la semana santa, tuvimos también la posibilidad de unirnos al pueblo en la misa de “ramos”, el domingo por la mañana. Fue también un momento bonito, de compartir y celebrar, el enclave donde está situada la iglesia, en pleno campo, hizo que la procesión tuviera un “color” diferente del que estamos acostumbradas a ver en la ciudad, y para mí también, una hondura distinta.
No me despido sin antes agradecer a todos los que han hecho posible estos días de disfrute en familia, un GRACIAS grande a nuestros caseros de Corte (Rosario y Teófilo) que nos hacen siempre la estancia tan agradable, y también a las hermanas que nos acompañaron, gracias por hacerlo posible, gracias por estar ahí.
Ángela Lopera, adc