Todo comenzó con un garbanzo… ¡¡sí!! así de simple y así de hondo… y es que la cosa iba de “ponerse a remojo”. Nuestra hermana Mª Isabel comenzó la propuesta de EE.EE con esta sugerente metáfora, nos invito a todos a entrar de este modo en la experiencia ¡¡a remojo con el Señor!! No importa la chura de nuestro vaso, lo que importa es adentrarse, esperar y dejarse empapar hasta ponerse “blandito”. Y esta aventura es la que se atrevieron a correr un grupo de jóvenes Spínola de España el fin de semana del 13-15 de marzo en el Centenillo. Llegaban algunos con muchos interrogantes, empujados, expectantes, curiosos, asustados… pero solo hizo falta tomar la decisión de entrar… para que en el ambiente se notara que ya aquello lo conducía el Señor. Me resulta complicado hacer una crónica de esta experiencia porque las cosas del corazón ni se pueden fotografiar, ni se pueden contar… porque ¿qué contar? Del alboroto que provoca Dios cuando irrumpe dentro solo uno sabe… ¿verdad?
Y esto fue lo que paso, que el Señor entró e irrumpió en la vida de estos jóvenes apasionados, alocados y sedientos. Y fue precioso ser testigo de sus búsquedas, y su asombro ante un Dios tan sencillo y cercano que en medio de la tempestad que supone a veces la vida cotidiana nos agarra fuerte y nos manda ir a Él. Un Jesús que nos dice ¡¡sígueme!! a todos sin excepción, todos caben en su corazón… y que sin darnos cuenta nos hace entrar en esa lógica suya tan extraña, en la que de repente lo que una sentía, vivía como pérdida, a su lado y a su modo se convierte en ganancia. El broche de oro a la experiencia lo puso una eucaristía compartida en plena naturaleza, dejándonos tocar por ese sol que brilla más intenso los domingos.
Y no quiero terminar estas palabras sin algún que otro agradecimiento… el primero y más sonado al Señor por la oportunidad brindada, el segundo al grupito de jóvenes que decidió “embarcarse” en esta propuesta radical y diferente, el tercero a nuestra hna. Mª Isabel que supo provocar y conducir al grupo al encuentro auténtico y hondo con el Señor… y el ultimo y no por eso menos importante a nuestra hna. Eugenia que en silencio y siempre con una sonrisa nos preparó una comida riquísima cada día.
Gracias a todos por “exponeros” a que Dios os toque el corazón. ¡Ojalá haya sido realmente una experiencia de iniciación al encuentro frecuente con el Señor!
Ángela Lopera Casal. ADC