Es la tercera vez en menos dos años que se da este fenómeno de la crecida del rio en el Paraguay, en Asunción, en el Bañado Norte, donde tenemos ubicada la comunidad.
Desde mediados del mes de noviembre el agua comenzó a subir rápidamente a consecuencia de las fuertes lluvias que se fueron dando, y por la crecida del río. Las familias (entre ellos muchos padres de los niños que asisten a nuestra escuela, otros coordinadores o encargados de capillas que buscan refugio no sólo para sus familias, sino también para las imágenes de los santos patronos), empezaron a buscar rápidamente un lugar donde instalarse y hacer su casita (que son 4 palos y algunas chapas para los techos), cuando se acercaron a la casa y llamaron a la puerta para preguntar si podrían instalarse en la vereda de la casa, en la mente se me vino la imagen de María y José buscando un lugar donde poder estar, enseñándome con esto, lo rápido que puedo perder lo necesario cuando no caigo en cuenta de lo esencial, como ellos que defienden su familias y también la parte espiritual.
Ellos pierden sus hogares y pertenencias en cada inundación, y pareciera que eso no es tan importante cuando saludo y les veo tan alegres y cercanos, como si nada les hubiera pasado, lo que el agua puede hacer con ellos, es catastrófico, pero en sus rostros sufridos, quemados, Dios va naciendo, me lo dicen cada mañana, viéndoles luchar contra el calor, falta de ayuda (agua, alimentos), y sin poder muchos de ellos trabajar, ya que se dedican a reciclar, para esto suelen pedir al coche de la basura, que descargue la basura en su patio, de ahí seleccionan para comer, para la comida de los chanchos y para su reciclaje.
Cuando vinieron a pedir para instalarse en la vereda, fue por la noche, un día con mucha lluvia, recuerdo que estuvieron clavando hasta las tres de la mañana para intentar terminar su pequeño hogar, no pude dormir, no porque me molestaban, sino que sentí vergüenza, yo metida en la cama, con la ropa seca y ellos sin parar de trabajar, sentí mucha impotencia por dentro por la forma en que muchos de ellos tienen que vivir ( algunos se han acostumbrados a esa manera y otros no tienen la manera de salir del lugar de la inundación).
Estas situaciones que vivo me hacen preguntar, sobre la cantidad de tierra que hay en Paraguay, para que estas personas estén viviendo así sin contar dentro del plano del municipio, sin tener su propio espacio para vivir de manera digna y tranquila.
También hemos albergado en la capilla de la comunidad algunas imágenes de santos, ya que cada comunidad inundada cuenta con su santo patrono; esta sí que fue muy significativo para nosotras, pues comenzamos el año de la Misericordia, con la presencia de la imagen de Jesús Misericordioso en nuestra capilla, no puedo entender con claridad lo que el Señor nos va pidiendo, pero sí digo que no puedo dejar de escuchar lo que Dios me va diciendo a través de estos acontecimientos.
Este año nos toca compartir una Navidad diferente, en la que tenemos que salir y estar cerca de los que dejan que Jesús nazca en su corazón, aquellos que se atreven a creer que en la sencillez y en la carencia, Dios hace su morada.