Cada año, una semana en torno al 19 de enero, día del Beato Marcelo Spínola, hacemos una parada en la familia Spínola para poner la mirada en nuestro Fundador como modelo de vida evangélica.
Si no le conoces en esta misma web tienes un resumen de su biografía (http://www.adcspinola.org/index.php/marcelo-spinola/historia) y abundante reseña bibliográfica del conocido popularmente como “arzobispo mendigo”.
En este año de la misericordia, nos unimos todos con más fuerza para evocar y reconocer públicamente este rasgo definitivo en la vida de D. Marcelo. Podéis seguirlo en twiter con el hashtag #marcelospinolasantidad, desde el 19 de enero.
D. Marcelo era un hombre introvertido, nada amigo de la vida pública, el protagonismo y los honores “La recepción fue solemnísima… mucho agradezco todo esto, pero me hace sufrir lo indecible… para mí es una violencia todo lo que sea exhibición” “parece que Dios se olvidó de mi pequeñez cuando permitió que me hicieran Senador y aún Obispo” “No me gustan las exhibiciones; el rincón ignorado es mansión muy agradable” “Me gusta ocultarme, esconderme, pasar inadvertido”…
Pero más fuerte que su temperamento y forma de ser de “amor a los rincones y la vida escondida”, fue su amor a Jesucristo, su pasión por dar a conocer al Señor y su pasión por la humanidad sufriente, saliendo al paso de la necesidad allí donde la percibía.
Algunos datos para ilustrar:
- Con 21 años abrió su bufete en Huelva ejerciendo para los más necesitados para quienes ganó todos los pleitos desinteresadamente. De ahí el apodo que le pusieron “el abogado de los pobres”.
- Como Obispo él mismo define su actitud “Los obispos, si hemos de cumplir bien el encargo que se nos ha encomendado, es menester que seamos como esas fuentes públicas donde todo el mundo tiene derecho a beber”.
Así describe su acción el P. Francisco Mondéjar , SJ, en su libro sobre los obispos de la Iglesia de Málaga: Una faceta muy importante del obispo Spínola fue la caridad que practicaba, con la amplitud de los santos. En colaboración con la autoridad civil, se las ingenia para que diariamente se dé comida a centenares de malagueños necesitados.
Gracias a su gestión se pudo abrir un asilo donde podían dormir quienes carecían de techo.
Abrió escuelas dominicales, y escuelas nocturnas para jóvenes obreras. Se ocupa y restaura un orfelinato que estaba a punto de sucumbir. Consiguió que los salesianos llegaran a Málaga para ocuparse de la enseñanza de obreros especializados… visitaba de continuo los hospitales, las cárceles, consuela a los enfermos y a los detenidos… él mismo confesaba, predicaba, confirmaba, daba consuelo, repartía limosna y siempre compartía con los pobres cuanto había en su casa.
- Un hecho significativo de gran repercusión a nivel internacional ocurrió en 1905, un año antes de su muerte. Una sequía asoló Andalucía, el hambre y la desesperación llegaron a límites peligrosos. Marcelo Spínola, a quien no quedaba ya nada que dar, tomó la decisión de pedir limosna, y en el sofocante agosto sevillano durante varios días, recorrió calles y plazas, hogares y establecimientos, pidiendo para los hambrientos. El que fuera Abogado de los Pobres cosechó para sí un nuevo título: Don Marcelo, el Arzobispo mendigo.