Semana de prácticas docentes en Barcelona

Resulta difícil describir con palabras las impresiones de los cerca de treinta docentes de los colegios de la Congregación en España sobre lo vivido en esta semana de prácticas del curso organizado por FERE sobre la innovación y el cambio en la educación. En estos días hemos visitado por las mañanas los cuatro colegios que las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret tienen en Cataluña, reuniéndonos por las tardes en su colegio Montserrat para analizar lo visto y conocer algunas experiencias más.

Es tan difícil concretar lo vivido que la mayoría de nosotros recurrió a fotografiar o grabar las metodologías expuestas “en directo”… Ahora, con un poco de perspectiva, se va aterrizando qué ha supuesto la semana.

Lo primero que nos brota es el agradecimiento ante una “oportunidad privilegiada” de formación, como muchos verbalizamos en el curso. Y el agradecimiento también ante la excelente organización y atención de las religiosas de Nazaret: abrieron de par en par sus colegios para poner a disposición de los demás, con sencillez pero con convicción, su itinerario de prácticas innovadoras.
¿Y qué es lo que hemos visto? Más allá de estimulación temprana, de PBL, de destrezas de pensamiento, de proyectos de comprensión interdisciplinares, de un cuidado exquisito del diseño y los recursos arquitectónicos… ¿qué nos queda? Nos quedan unas convicciones y una manera de trabajar que sí son exportables a cualquiera de nuestras realidades, por diferentes que parezcan:
-    el convencimiento de que la innovación no es una moda, sino la respuesta responsable a lo que la sociedad de mañana esperará de nuestros alumnos;
-    la importancia de una educación que favorezca la autonomía del estudiante, la seguridad en sí mismo y el trabajo cooperativo;
-    la apuesta por un currículo integrador, en el que todas las materias sean igual de importantes a la hora de formar a una persona en todas sus dimensiones;
-    una inversión de planteamientos (preguntarnos no tanto qué queremos enseñar, sino qué queremos que nuestros alumnos aprendan, y cómo lo van a aprender mejor);
Por todo ello, nos ha merecido la pena esta semana, cargada también de anécdotas, conversaciones y viajes en metro. Toda una oportunidad para compartir aquello que nos une: la pasión por la educación como instrumento privilegiado de evangelización en este siglo XXI que nos plantea toda una serie de retos nuevos a la hora de responder a las eternas preguntas de siempre.