¡Hola Familia Spínola!
Después de la experiencia vivida en la Conferencia General de la Congregación en Filipinas, sobre pastoral juvenil vocacional, este fin de semana (25-26 de noviembre) en Valencia, Estado de Carabobo, en la Unidad Educativa “Leopoldo Yanes Fe y Alegría” hemos compartido 78 personas la experiencia del Embarque. Es una convivencia preparada para los jóvenes de 16 años o de 4º año que pertenecen al Movimiento Mares. En otros momentos he compartido esta experiencia presentando la temática y en qué consiste. ¿Cuál es la novedad entonces en este momento histórico de Venezuela y por qué lo deseo compartir?
- Una de las dinámicas que se realiza es agruparse de dos en dos y contarse la historia de su vida en clima de oración: uno escucha al otro viendo en él a Cristo; ¡fueron capaces de hacerlo! Al recoger la experiencia, compartieron que esto les impactó mucho. Descubrieron en los ojos de su compañero el rostro de Cristo. Lograron el silencio para hablar con Dios, de corazón a corazón. Fue un grupo con mucha serenidad.
- La logística y organización. Percibir a los animadores y laicos Spínola, con su entrega, sin llamar la atención, contentos y deseosos de servir. Un grupo de estos animadores se van del país, todos querían ayudar a modo de despedida y agradecimiento por lo vivido, porque no saben cuándo se volverán a encontrar. Querían dejar su legado a los que vienen detrás.
- En toda la ciudad de Valencia no tenían agua en 20 días, el día anterior no hubo clases por este motivo. Por la noche la profesora Patricia P. Directora del colegio me decía: "Hermana yo le dije al Señor: voy a descansar pero ayúdanos, ¡No nos vayas a echar esa broma!". Desde el viernes comenzó a llenarse el tanque y no faltó el agua. El Señor hasta en esto nos ayudó ¡Gracias! Cuando se lo dijimos al grupo para concientizarlo, me asombró que ni una mala cara, ni una queja hubo. Teníamos que ahorrar inclusive para que el lunes los estudiantes, pudieran tener clase también. Se nota que la situación del país nos ubica a vivir de otro modo.
- La comida tampoco faltó, nos pudimos alimentar disfrutándolo todo. A la hora de servir, los números no cuadraban nunca, siempre éramos más, alcanzaba para repetir. Comer la arepa hecha con harina pan de verdad, nos hizo felices a todos.
Por todo lo vivido ¡Gracias Señor!
Norma Uzcátegui ADC
Noviembre 2017