El fin de semana del 2 y 3 de febrero, hemos abierto las puertas de nuestra casa por cuarta vez. Han asistido 5 chicas de Manta y 4 de Quito, todas ellas con claros planteamientos vocacionales, por lo que en esta ocasión el tema trabajado durante su estancia ha sido la presentación de nuestra vocación de Esclava como una respuesta concreta al seguimiento. Así decíamos en la carta convocatoria “Creemos en nuestra vocación y sabemos que el Señor sigue llamando, sigue invitando a seguirle y muchos se pierden la oportunidad de vivir con sentido desde el estar con Él y anunciar a otros su amor”.
En cada convocatoria (dinámica de inicio, tiempos de oración, tiempos de compartir…) hemos comenzado con un testimonio de Esclava (de los que tenemos en la Web), tuvimos mesa redonda (con un buen “Interrogatorio” como le llamó una de ellas), hicimos una dinámica con las distintas palabras claves de nuestra Consagración como
Esclavas…
Al finalizar la experiencia 6 de las jóvenes deciden continuar o iniciar un acompañamiento, tres de ellas manifiestan claramente que este puede ser su camino y van a continuar el discernimiento en esta línea.
Ha sido todo un disfrute verlas en la oración, poder hablar abiertamente del seguimiento, de Jesucristo, de nuestra vocación… En manos del Señor las ponemos para que sigan en esa búsqueda de lo que el Señor quiera de ellas y estén decididas a responder generosamente cada una a su “llamado”.
Una de las más jovenzuelas (de la parroquia de Manta) se ofreció a escribir algo para la ventana, os dejo con ella:
Quito, 03,03,2013
Este fin de semana tuvimos la mejor experiencia de nuestras vidas conociendo un poquito más la vida y costumbres de las hermanas Esclavas del Divino Corazón. Es la primera vez que hice una experiencia de lo que es la vida religiosa y consagrada. Vine con dudas de lo que se iba a realizar en la casa, al principio como todo ser humano me dije así muy dentro de mi “¿Qué haré yo en una casa de religiosas?”. Claro no me gustó mucho la idea, pero después me detuve y dije “hay que realizar cosas nuevas para así cambiar un poco la rutina” y también tenía algunas dudas que quería aclarar y me dije “sería interesante conocer cómo viven, ¿Qué hacen? ¿Cómo es su vida diaria como religiosa?” Entonces como la Hermana Caty Marcillo me invito a hacer esta experiencia dije “hay que hacerlo”. Se lo dije a mis padres, al principio no me dijeron nada no les gustaba la idea de que yo viajara, pero después dijeron “anda ya es hora que seas independiente y que veas como es el mundo en otras experiencias” y bueno, al principio no quería dejar mi casa, pero decidida a lo que quería hacer empaqué mis cosas y me vine a conocerlas. Al principio sentí timidez pero después que pasaron las horas ya tuve un poco más de confianza con todas las hermanas entre risas y juegos y todo lo demás. El conocerlas me dio alegría: son alegres y divertidas. Mis dudas quedaron atrás gracias a ellas porque tuve una semana muy agradable y bueno decidí hacer un acompañamiento con la hermana Jerline.
Dayanna Espinoza Jiménez (Puerto de Manta-Manabí)
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