En los Ejercicios Espirituales que hicimos hace 2 semanas, el Señor me hizo ver cuán bendecida soy por tanto que he recibido de Él, y pensé sería yo desagradecida si no hiciera hacer llegar a la gente los motivos por los cuales quiero dar gracias al Señor.
Los 2 años aquí en Ecuador ha sido muy rápido para mí, pero mis experiencias se quedarán grabadas en mi memoria afectiva… para siempre. Ha sido un tiempo de caídas y levantadas, de bajos y arribas… de alegría y también de penas, pero en esos momentos siempre hay nombres que mencionar, hay palabras y gestos para recordar. Le doy muchas gracias al Señor por haberme permitido vivir esta experiencia, por haberme mostrado su detalle de cariño a través de estas personas que están aquí que de alguna manera ha sido parte de mi persona y de mi vocación como Esclava.
Al venir aquí dejé los míos pero al dejar los míos encontré otra familia con la que me sentí muy en casa. Me dije me iré de aquí pero me iré con el corazón lleno de recuerdos y nombres a los que ahora quiero decir “Un Dios les pague” como dicen aquí.
Primero a mi comunidad aquí en Quito a la que he tenido muy cerca en momentos buenos y momentos que eran para tirar la toalla, quien aguantó el ruido cuando canto lo que siento y quien me comprendió en momentos en los que lo que quiero es solo “silencio”, hermanas que ofrecieron su “estamos contigo”, que me contagiaron su fe y que me acompañaron con sus oraciones. A ustedes hermanas “muchas gracias”. También quiero darle gracias a las hermanas de Manta y Portoviejo que siempre nos da su acogida cálida, nos hace sentir en familia cada vez que nos encontramos y que siempre nos acompañan con sus oraciones. A mi maestra, Fátima que ha estado allí cuando he necesitado una muleta y que me ha tirado de la oreja cuando me he despistado, para que me eche andar y me enseñó más con su ejemplo que con su palabra también “muchas gracias”. A mis compañeras en esta jornada Gislany, Jerline y Susana, ya saben lo que hemos vivido todo este tiempo, y gracias por todo esto, ustedes también me ayudaron mucho. A mi familia en la catequesis en la parroquia, mi gratitud por todo su ejemplo de entrega incondicional y su fe. Ustedes han contribuido algo en mi deseo de ser disponible a Dios y a mis hermanos. Al coro matutino que con su fe tan grande mostrado en cantos y en fidelidad al Señor en su sencillez y servicio muchas gracias. A los viejitos del comedor muchas gracias porque ustedes me ayudaron a descubrir esa ternura que está dormida dentro de mí. A los profes y alumnos de este colegio gracias por hacernos sentir
parte de esta familia. También gracias a los haitianos que me ayudaron a salir de mi misma cada vez que tengo encuentro con ellos en la clase. Ustedes también me han ayudado tener esa sensibilidad a las personas que necesitan. También gracias a las familias de las hermanas que también nos han tratado con mucho cariño. Y finalmente quiero agradecerles a todos ustedes ecuatorianos que están aquí, ha sido muy bonita mi experiencia en su “lindo ecuador” y fue un paso de Dios en mi vida. El no vernos o vernos otra vez personalmente solo Dios sabe pero si queremos vernos de vez en cuando sería solo en SU CORAZÓN, EN EL CORAZÓN DE JESÚS. Nos veremos entonces allí. Muchas gracias a todos y a todas.
Elmor
Del 2 al 6 de diciembre se celebró en Quito la III Semana Teológica. Nos llevamos una gran alegría al conocer el nombre de la ponente (“facilitadora” en Ecuador!!!): Mariola López Villanueva. Algunas de la comunidad la conocíamos personalmente, pues era profe en el Inter de Granada, otras eran “admiradoras” por sus escritos. ¡En tantas ocasiones nos ayudan a ponernos en contacto con el Señor!
Hemos tenido la suerte de compartir con ella una cena en la casa. La invitamos a la comunidad y, en su agenda apretada, no dudó en buscar un hueco para, como ella diría, “regalarnos una tarde”.
La bienvenida a la casa, el paseo por el barrio, el contar experiencias, el recordar a los “conocidos comunes”, el compartir la realidad que vivimos… fue todo un disfrute. La sencillez en el trato, la acogida, el gozo por el momento, la alegría de sabernos hermanas en el Señor… marcaron la tarde-noche del 5 de diciembre. Todas nos sentimos “bendecidas” por el encuentro.