Porque lo fui descubriendo poco a poco, siempre sentí sensibilidad y curiosidad por las cosas de Dios. Mi abuela me llevaba a rezar desde pequeña por las casas, o lo hacíamos con mis hermanas el rezo del rosario, ver una Religiosa me alegraba y atraía a que un día yo sería así. Al principio no me creía nadie, ni yo me lo imaginaba, pero ese deseo fue creciendo cuando nos cambiamos de casa ya que pude asistir a misa con más frecuencia; participaba leyendo las lecturas, grupos de niños que se preparaban para hacer la primera comunión. Fui descubriendo que las cosas de Dios llenaban más mi vida de paz, alegría y daba sentido a todo lo que vivía, encontraba un lugar donde podía ser yo misma y me sentía feliz. Cuando tuve la oportunidad de ponerle nombre a lo que estaba viviendo por dentro mío no pude creer que Dios me estaba llamando, sentí muchas veces que no era capaz, que no iba a poder, o que no serviría para lo que me estaba pidiendo, en ese momento me vinieron todas las dudas y miedos posibles porque fui compartiendo lo que pensaba hacer con mi vida. Dejé de ver a la hermana que me estuvo acompañando en ese tiempo, pero eso no pudo ser por mucho tiempo porque lo que sentía por dentro era más fuerte que todo eso y me atreví a romper con esquemas y pensamientos ajenos lanzándome a la aventura de responder a lo que Dios me estaba pidiendo, seguirle. No fue fácil pero soy tan feliz que si lo volviera a vivir no lo dudaría. Ahora al recordar todo lo que pasé desde que me sentí llamada me sale agradecer con todo el corazón por lo que hizo, hace y hará en mí, porque obra desde lo pequeño y en lo pequeño, de eso no cabe la menor duda en mí. A su lado me siento pequeña y segura y como dice San Pablo a Timoteo: no me siento fracasada porque se en quien he puesto mi confianza.
Al escribir y contar lo que fue un poco mi vocación, lo hago pensando en aquellas personas que como yo sienten que su vida tiene sentido al lado del Señor, entregándose a los demás. Anímense porque es una vida que llena, fortalece y se recibe mucho más de lo que se da y lo más grande que he descubierto que Dios obra en ti como un canal para llegar a otros que no lo han descubierto.
Al principio pensé que era yo quien había elegido la Vida Religiosa, y fue esa falsa seguridad la que por cuatro años no me permitió creer en mi vocación, hasta que descubrí que El Señor fue quien me eligió y me amo primero.
Veo que el principio de la motivación que me trajo hacia acá (VR) fue apenas una excusa del Señor para atraerme hacia Él. Tenía verdadero deseo de seguirle, pero lo atribuía a mí misma, con todo, mirando el pasado y viendo la trayectoria de mi vida, es muy pretencioso decir que fui yo.
Tuve la dicha de ser mirada y elegida por El Señor desde una edad temprana, cuándo de mi parte solo pude decir “soy muy joven”. El Señor con su eterna paciencia supo esperar el tiempo propicio preparando el terreno en el que deseaba sembrar su mejor semilla.
A lo largo de los años fue Él quien me sostuvo hasta que me vi lista para dar un gran paso en mi vida, sintiéndome comprometida y deseando llevar a cabo ese compromiso, que bien en el fondo me sonaba a carga y que contaba con poca certeza de que el Señor también lo deseaba.
… yo quiero, no sé el Señor…
El tiempo se pasó y creo que ahora puedo decir que mi vocación es un don, pues un don es un regalo y si es un regalo nadie te obliga a recibir y si lo aceptas… haces lo que quieres, lo tiras, lo guardas… pero nadie te lo puede quitar, tampoco quien te lo dio, es tuyo aunque no lo creas.
Sí, mi vocación es un regalo, pero con un diferencial; a veces cuando nos hacen un regalo, nos lo hacen por conveniencia o porque lo merecemos, y ni El
Señor necesita hacerlo, ni tampoco yo lo merezco, me la dio de manera totalmente gratuita.
Me la regaló simplemente porque a Él le encanta hacer grande las cosa pequeñas.
Gislany
A la vuelta de las navidades nos tomamos el pulso comunitariamente. Fue un reflexionar con hondura en el que disfrutamos al ver cómo el Señor nos habla y se repite… En el Objetivo General del curso, cuando nos preguntábamos qué quería de nosotras, salió la necesidad de ser significativas, proféticas y de cuidar mucho la calidad de nuestras relaciones. Ahora nos volvemos a preguntar y sale: necesitamos personas de avanzadilla y buenos samaritanos… Curiosa coincidencia… parece que el Señor tiene claro por dónde llevarnos y ¡nosotras le queremos secundar!.
En esa estamos, buscando la huella de Dios en todo lo que vamos viviendo, queriendo alabarle y servirle con nuestra vida, descubrirle en todo, explicitar más nuestra experiencia de su amor, hablar más de sus “cosas”, acogiendo, dialogando, perdonando, arriesgando…
Mis Queridas Hermanas:
Lo primero que me aportan es alegría, entrega, esperan-za, que a pesar de la edad y enfermedad que algunas pa-decen siguen apostando por Jesucristo y por serle Fiel. Entusiasmo y deseo de renunciar porque he encontrado un Tesoro que me da vida.
Me brota también decirles que me aportan sencillez, humildad, acogida y el vivir apasionadas por Jesucristo como nuestro único Amor y a quien le debemos todo por las Gracias que nos concede y por el llamado a la voca-ción.
Espero que esa alegría y esa ilusión de estar unidas a Jesucristo no se apague, al contrario cada día puedan encenderla más haciendo que eso se transmita y haya más personas que lo conozcan y experimenten su Amor.
Como dice San Pablo hagan crecer lo que han recibido.
Les pido que vayan buscando siempre lo que Dios nos pi-de, que le podamos responder como ÉL quiere y vivamos de los detalles que la vida nos ofrece poniendo cada día color, alegría, entusiasmo a lo que Dios nos tiene prepa-rado desde donde estamos llamadas y desde lo que nos corresponde hacer. Como decía Nuestra Madre Celia: Quiero que mis hijas sean extraordinarias en lo ordina-rio.
Antes de terminar quiero expresarle mis agradecimien-tos a cada una de ustedes por su oración, por caminar conmigo en esta etapa en la que como ustedes deseo ser plena y Feliz, por tener la oportunidad de compartir y ser parte de la Gran Familia Esclavas del Divino Cora-zón.
Unidas en la oración.
Un abrazo fuerte.
Susana
Reflexionando a cerca de la pregunta yo sentí la alegría que me envuelve, una alegría que brota del pensamiento de “cuán bendecida soy”, bendecida por haber sido llamada.
Pero… ¿Por qué digo que mi llamada es un don?
Con todo lo que he experimentado desde el día en que me permití escuchar la voz Del
Señor pidiendo mi “sí”, puedo decir que es de verdad un don.
Primero, porque no estaba en mí, sino en Él. Él fue quien tomó la iniciativa. A través de mi experiencia y de personas que han pasado en mi vida le revelaban y manifestaban que Él me amó primero. Llena de este amor, no podía quedarme sin devolverle tanto amor, aunque ese amor no espera que yo devuelva nada.
No solo puedo decir que es un don, sino también un tesoro, un tesoro revelado a quienes buscan y cuando lo encuentras, una está dispuesta a abandonar todo, incluso a sí misma, tesoro que lleva a una a hacer “locuras” a los ojos del mundo.
Y además, es un don gratuito ya que no requiere cumplir con las demandas o criterios del mundo: éxito, poder, dinero, etc. Dios me llamó sin importarle “quién soy”. Me llamó en mi totalidad; con mis dones, mis posibilidades, debilidades, vulnerabilidades, limitaciones, pequeñez y pecados.
Finalmente, esta es la belleza de mi vocación: cada día es una llamada, todos los días son una garantía de que su amor es mayor/grande que mis debilidades, su plan de bendecirme es más grande que todos mis errores juntos, que Él está trabajando, transformando mi corazón para que poco a poco se parezca al Suyo.
Elmor
“Cuando aprendí a salir de mi misma y pensar en los demás he visto lo que significa la vida para mí…”
“…y allí cuando aprendí a dar fue cuando aprendí a recibir.”
“Buenos días hermanitas, ¿cómo le va (sonrisa)?” ese siempre es el saludo de los viejitos cada mañana del lunes en el comedor.
Este año de nuevo nos hemos comprometido a compartir con los viejitos un poco de nuestro tiempo, hacemos algunas actividades que les ayudan a relacionarse mejor con sus compañeros, y también para poner un poco de movimiento a sus vidas. Durante una hora y media hacemos oración, un poco de ejercicios o baile o cantos , también pintamos, dibujamos o vemos películas, hacemos manualidades ... Y mientras trabajamos aprovechamos la oportunidad de hablar con ellos, de saber cómo están… y en esta conversación de “tú a tú” nos encontramos con diferentes historias; historias de alegría y muchas de dolor y tristeza.
Con estas cosas sencillas que ellos hacen, se sienten bien consigo mismo viendo su trabajo. Pero creo que lo que les hace sentir bien no son las actividades que hacen sino simplemente el sentir que alguien está con ellos, dispuesta a escuchar lo que llevan dentro y les hacen sentir importante.
Tratar con los viejitos y pensar las actividades intentando llevar ese rostro de Jesús que dice: “Estaré con ustedes hasta el fin del mundo” es un reto para mí, pero al saber que ellos me esperan me anima…
Ésta realidad en el comedor me hizo tanto bien porque me hace dejar “lo mío”, me ayuda a salir de mi misma y ver que también de esta manera el Señor habla:
“Eres mujer, tienes ternura y eres capaz de transmitir ese amor, compasión y paciencia que recibiste…”
Le doy gracias al Señor por darme esa oportunidad de ver otra realidad… el más allá de mi mundo… “El mundo en el comedor”.
Salmo 71 -Oración de un anciano
En ti, oh Señor, me he refugiado;
Señor, eres mi esperanza,
Seguridad mía desde mi juventud.
No me deseches en el tiempo de la vejez;
Cuando mi fuerza se acabar, no me desampares.
Me enseñaste desde mi juventud,
Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.
Tú has hecho grandes cosas;
Oh Dios, ¿quién como tú?
Bueno me presento ante la familia Spínola.
Mi nombre es Katherine Ysamar Escalona Peña.
Mi nacionalidad es Venezolana, tengo 20 años.
Paso a contarles algo de mí. Estuve viviendo 18 años con mis padres en Barquisimeto mi tierra natal de Venezuela. Tenía una vida común y corriente como la de cualquier joven, siempre buscaba refugio en otras cosas que realmente no me llenaban de felicidad, pero a pesar de eso no faltaba mi asistencia a la iglesia con mi familia e iba a retiros que me invitaban.
Estudiaba en el colegio Cardenal Marcelo Spínola que está en Barquisimeto a unos minutos de mi casa, hice mi bachillerato, me gradué de Técnico Medio en Contabilidad.
Cuando estaba en 4to año estaba a cargo de la pastoral Hna. Ledys Labrador Adc, ella me invitaba a convivencias retiros y encuentros de jóvenes, en ese mismo curso me invito a una convivencia vocacional, donde fui teniendo una pequeña idea de lo que haría en mi vida.
Mucho tiempo después decidí tener un seguimiento constante con ella, lo que más me gustaba era que no me imponía la vida religiosa, sino que veía mi historia y se interesaba por ella, hasta me invito a una experiencia comunitaria un Agosto del 2010. En esa convivencia quería salir corriendo, pero como tenía seguimiento con la
Hna. Ledys Labrador, supe que Dios se manifestaba de nuevo en mi vida, posteriormente me fui de experiencia con las hermanas por tres meses que después se convirtieron en dos años.
Lo que me empujó a dar este paso era que tenía 18 años era mayor de edad y que ya podía tener la capacidad de escoger por mí misma lo que quería, veía a las hermana en el colegio su entrega y dedicación y me llamaba la atención, también veía cómo esa convivencia comunitaria despertó cosas que no había sentido. No tenía decidido qué haría en ese momento, ya me había graduado, pensé que era hora de comenzar un camino que me diera paz y tranquilidad, que realmente me hiciera saber cuál era el sentido de la vida.
Opte por esta vida sin pensarlo, sin darme cuenta de lo que estaba dejando.
Sin imaginar que haría Dios de mí….
Y poco a poco va haciendo su obra.
Mi vida ya no es igual a lo que era dos años atrás.
Dios ya está creando un estilo que sí le está dando sentido a mi vida con dificultades pero a la final me regala un poco de triunfo. De hacerme ver que estoy capacitada para ir mas allá.
Cuando llegué a mi casa lo hablé con mi padre y luego con mi madre la propuesta era para Septiembre solo faltaban días. Todos los días mi familia se sentaba conmigo y me cuestionaba con sus preguntas, pero ya la decisión estaba tomada.
El 26 de Septiembre decidí dar un paso, un paso que ni me pasaba por la cabeza, pero fue lo que me permitió que valorara todo lo que tenía, simplemente me hizo más humana.
Comencé mi experiencia en la casa de Formación Celia Méndez en Mérida-Venezuela, quedaba a 8 horas de Barquisimeto. Al llegar tuve como maestra de Formación Hna. María Fuentes Segura Adc, quien me estuvo formando por dos años en mi postulantado. Le doy gracias a Dios que ella junto de la mano con Jesús me dio las herramientas necesarias para seguir adelante, también le doy gracias a Dios por la oportunidad que me dio de vivir con una pequeña parte de la Delegación, una comunidad con la que tuve altos y bajos, pero que supo sembrar en mi grandes valores y fundamentos para formarme como persona. Ellas se merecen mi cariño y respeto: Hna María Luisa Castrillón Adc, Hna María José Ruiz Adc, Hna Ángeles Romero Adc, Hna María fuentes Segura Adc, Hna Norma Urzcategui Adc y mi compañera (también postulante) Marbelys Vargas. Solo me queda darles las Gracias por seguir apostando y apoyando para buscar la voluntad de Dios.
¿Saben? Dios me ha cambiado la vida en segundos diría yo, ahora estoy en Ecuador donde hace un año ya tenía tinaja destinada para mí, cuando lo supe me costó mucho asimilarlo pero llegó el momento y aquí estoy una vez más apostando por el ser que me dio y devolvió la vida…
Tengo tres meses, donde he pasado unos días duro pero también he podido ver que para Dios nada es imposible siempre y cuando tú estés dispuesta.
No es fácil dejar tu familia tu país tus tradiciones, realmente en los dos primeros meses lo sufrí mucho, pero todo paso cuando me abrí y logre alcanzar ver el regalo que Dios me estaba haciendo, no dejas de extrañar a los tuyos, pero la distancia te ayuda a intensificar el amor que les tienes y a descubrirlos como la base fundamental de mi vida.
Estos tres meses me han ayudado a ver y entender muchas cosas, no solo personales sino también del mundo y de tantas personas necesitadas, no solo tu país es el que sufre o pasa situaciones difíciles, ya se te crea una universalidad dentro de ti y aprendes a sufrir con otros. Y así poco a poco Dios va creando un gran firmamento en mi vida.
Se valió de cosas que quizás me dolieron y me costó aceptar, pero con la gran alegría de ver que de allí fluyen cosas tan hermosas.
Tres meses que han sido duros y fuertes pero ahora tengo algo que no tenía y es Esperanza...
Katherine Escalona.
Gracias a Dios por regalarme vivir ésta experiencia de inculturación, de diferencia, de búsqueda y encuentro. Gracias a mis hermanas de comunidad por ser lo que son: hermanas para lo bueno y para lo malo. Gracias a mis padres por respetarme y acompañarme en ésta aventura. Gracias a la realidad de Ecuador, a su gente sencilla y cercana. Gracia a la Congregación que en personas concretas me ha ayudado a ser quien soy, me ha cuidado y me ha querido.
Sin más me despido de ésta ventana a través de la cual nos habéis seguido durante éste año, pero no lo hago para siempre, ahora desde la distancia soy yo también “espectadora” y cómplice de todo lo que pasa por allá.
Mercedes Blanco.
¡Parece mentira que haya pasado un año ya! Ha sido paso de Dios la experiencia en el Ecuador. En mi corazón y en mi memoria, quedan guardados como tesoro cada uno de los momentos vividos, los encuentros con los jóvenes y niños de nuestro colegio, las Eucaristías tan llenas de vida de nuestra parroquia, los ratos de formación en el Inter, el ambiente precioso de la Vida Religiosa de Ecuador…Pero sobre todo en mi historia ya hay grabados nombres nuevos que son motivo de alegría, experiencia del amor de Dios y ¡Congregación!:
Virginia, Victoria, Lorena, Graciela, Fátima, Elmor, Gislany ,Jerline, Susi… ¡¡GRACIAS!!
La ventana sigue abierta, yo me despido con el deseo de poder seguir siendo partícipe de lo que por allá se viva. Ahora comienza una nueva etapa de formación.
El Señor que sabe lo que hace con cada una de nosotras nos seguirá cuidando y llevará a “buen término” su obra. Como se dice por allá…Chao y chao y que Diosito nos las bendiga.
Rocío.
Estas palabras del Señor resonaron en mi corazón y con ellas emprendí el camino que Dios me preparaba para este segundo año de noviciado. Consciente de que la voluntad de Dios era que viviera en Ecuador con alegría, fiándome de Él y buscándole en cada rincón, crucé el “charco” y vine a por todas.
Hoy soy yo la que digo… “Ha estado, está y estará conmigo”. Esta certeza me invita a caminar y me asegura que estará conmigo en la misión que tiene preparada para mí. Es por ello que con gran gozo y enorme libertad le diré SÍ el 8 de septiembre en mi primera profesión.
Esto supone que… me marcho de Ecuador, termino el noviciado y emprendo una nueva etapa. Ya no estaré en la “ventana de Ecuador”, aunque sí pendiente de las vivencias de las que aquí se quedan. Seguiré bebiendo de este manantial que el Señor me ha proporcionado.
Agradezco a cada una de las hermanas que forman la Delegación de Ecuador el tiempo compartido con ellas, la alegría, cercanía, sencillez en el trato y su ejemplo de ser Esclava.
En estos momentos mi misión está en otro lugar pero… dado que el Señor se encarga de ensanchar nuestro corazón para aumentar nuestra capacidad de amar… Ecuador se viene conmigo y estará siempre en mi corazón como “experiencia de Dios”.
Chao y ¡¡¡GRACIASSSSSSS!!!!!
Filli
Me preguntan que por qué mi vocación es un don. Para mí don significa regalo y no dudo que el Señor me ha hecho un regalo, y grande, al invitarme a ser su Esclava.
Anterior a la vocación, fue regalo encontrarme con un Dios, con mi Dios, que me devolvía la dignidad, que me devolvía a la Vida, que me enamoraba cada día más y me hacía sonreír, ilusionarme con sus cosas, que daba sentido a mi vida, que la llenaba de color y de esperanza, de posibilidades no sólo para mí, sino también para mis hermanos.
Mi vocación es un regalo desde el mismo momento en que conocí la Congregación por lo que a través de ella he recibido: trato personal con el Señor “de corazón a corazón”, trato diario con Él, relaciones personales de igualdad y dignificación de la persona, vivir más profundamente que Dios me quiere por encima de mis límites, que Él cuenta conmigo tal cual soy, que me capacita para lo que me pide, que al invitarme a ser su Esclava me hace libre, que me regala una comunidad con la que compartir la vida y la misión, preferencia por los que menos cuentan y más necesitan, descubrirme como soy y mostrarme así….
Vivir hoy como Esclava es un don que sé que no sólo depende de mí, sino que es Él quien me ayuda a vivir cada día, quien poco a poco ha ido cogiendo mi corazón, quien ha ido hablándome de manera que yo le pudiera entender.
Es Él quien me ayuda a vivir abierta a su paso en mi vida, quien me da su mano para que caminemos juntos. Es Él quien me amó primero y quien me mostró su amor personal y desde entonces no puedo callarme tanto bien recibido.
Mercedes Blanco
El sentir que mi vocación es un DON y el sentirme profundamente amada por el Señor van unidos. Me es imposible separar el Amor del Señor de la vocación a seguirle siendo Esclava.
DON, GRACIA, REGALO de Dios que me llegó hace cuatro años y que cada día agradezco al Señor.
Tengo 35 años y hasta los 31 no conocí a las Esclavas. Aunque entré en la Congregación con 32 años, mucho antes ya había sentido la inquietud por seguir al Señor en la vida consagrada. Circunstancias, momentos concretos, debilidad… me impidieron tomar una opción que yo veía clara en aquel momento. Desde entonces hasta entrar en la Congregación, transcurrieron años. Años donde hubo alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, búsqueda continuada… Años de afianzar mis deseos de seguirle, años para intimar con el Señor, aprendizaje de vida, desarrollo de la vocación educativa,… El Señor estaba allanando el sendero y yo no lograba entender lo que ocurría.
Mi corazón sentía la necesidad de seguir al Señor de forma distinta a como lo hacía en aquellos momentos. “Id al mundo entero y proclamad la Buena Noticia”. Estas palabras calaron en mí y me hablaban de Evangelio, jóvenes, alegría, cercanía, sencillez, desprendimiento,…
En un primer momento, sentí que mi seguimiento a Cristo pasaba por la vida contemplativa pero… después de haber pasado algunos años, esa vida me “ahogaba”. El Señor me mostraba otro camino que me entusiasmaba pero me costaba encontrar. ¿Cómo, Señor? ¿Dónde encontrar el lugar para desarrollar mi vocación? La respuesta no la tenía yo pero el Señor sí. Él había preparado un sitio para mí y de la forma más inesperada me puso en el camino. En el verano de 2007 busqué alguna actividad con jóvenes cristianos y… conocí a las Esclavas ¡Bendito día!!!
Ese verano devoré los libros que pude encontrar de Marcelo Spínola. Una de las hermanas me prestó para que leyera su espiritualidad y… ¡qué sorpresa!, me encontré con unos escritos del Padre que hicieron latir mi corazón:
“ Teniendo yo en cuenta, y no sólo yo, sino otros también, la poca importancia que se da a la vida de contemplación cuando se está consagrado a la vida de acción, y viceversa, me propuse al formar la Congregación equilibrar estas dos vidas, unirlas de tal modo, que de las dos se formase una sola; este fue mi fin, para que llenas del espíritu de Dios, y abrasados vuestros corazones de amor divino, al tratar con las niñas, al ejercer la caridad, pudierais comunicarles esa misma caridad” (M. Spínola)
¿Estaba encontrando mi sitio? ¿Sería lo que yo imaginaba? Seguí interesándome por todo lo referente a las Esclavas, su forma de vida, la espiritualidad, carisma… ¡Era mi sitio!!?
Ante la certeza de que Dios me llamaba a seguirle de otra manera, pedí al Señor su fuerza para luchar contra lo que podía ser impedimento en mi seguimiento y… “tomé mi cruz y le seguí”.
Ser Esclava del Divino Corazón es un DON, un gran REGALO. Esta Gracia solo puedo agradecerla luchando cada día por ser su Esclava, por tener sus sentimientos, por Amar como Él amó, por acoger al prójimo, por mostrar la ternura de Dios a quienes la desconocen…
El seguimiento es un aprendizaje a lo largo de toda la vida. Me siento en continua evangelización, me siento barro en manos de Dios… pero tan querida por Él que ha sido capaz de “transformar en milagro el barro”.
Gracias, Señor, por tu llamada a seguirte siendo Esclava y te pido que me ayudes cada mañana a decirte “He aquí la Esclava del Señor!”
Filli
¡Me encanta la música! Creo que mi padre desde muy pequeña supo alimentar esta pasión.
Durante mucho tiempo he buscado acordes, distintos “arpegios”, notas originales, ritmos diferentes…hasta que llegó el día en que me di cuenta que mis heridas, personas que caminaban a mi lado y algunas realidades de sufrimiento…poco a poco me iban llevando a una búsqueda más autentica, a caminar hacia el compositor de la canción más “hermosa” del mundo: mi vocación. Una vocación con una entonación y dulzura preciosa, la de ser Esclava del Señor.
Tengo 25 años y hoy por hoy, vivo mi vocación como un don. Me siento una mujer como otras tantas, intentando vivir el Evangelio y procurando no estorbar mucho en la tarea del Reino.
Cada vez soy más consciente de que esto no es cosa mía. Cuanto menos soy más de Dios me siento y más comprendo eso de que no me llamó por mis éxitos sino sencillamente por AMOR.
Por amor, viene el Señor cada día hacía mí en la oración. Es ese instante donde sólo deseo estar con Él, libre de mí. Donde intento dejarle todo en sus manos y donde quiero aprender de su mirada, de su ternura, de su sencillez, de su libertad. ¡A veces ocurre el milagro! Y por un momento parece que me olvido de controles, resistencias y bloqueos…y siento como se calman mis prisas y cómo una voz cálida me susurra ¡Ven!...” Hoy tengo que alojarme en tu casa”
Por amor, el Señor me llena el corazón con nombres nuevos con quienes caminar y en quienes quererle, mi comunidad. Para mí, es estímulo para vivir en verdad mi vocación y también zarandeo que me ayuda a buscar lo más evangélico y seguir creciendo.
Y por amor me invita a seguirle como Esclava del Divino Corazón, cada día con un sí nuevo y cada vez un poquito más grande. Es la Congregación para mí como un campo de girasoles (¡Que me encantan!)Buena gente que busca y se torna siempre a Dios y que me ayudan a girarme siempre a Él.
Que… ¿Por qué mi vocación es un Don? Porque gracias a Dios no depende de mí. Yo prometo cada día trasmitir su amor personal con mis torpes palabras, con mis pobres gestos, con mi mirada…es decir, buscar su Reino y lo que le es propio…y el Señor “de los lirios”, por AMOR, hace el resto y me da por añadidura. Es el mejor de los regalos.
Rocío