“...esta es una de las muchas contradicciones que vivo. En medio del hambre, la violencia y la muerte, la fiesta y la esperanza.
La violencia es cada día mayor, prácticamente todos los días matan a alguien en el barrio pero es gracioso, ahora lo vivo con una cierta paz, por la noches le pido al Señor una noche tranquila y repito las palabras de S. Pablo “si vivimos con Cristo moriremos con Él” y duermo en paz. Hago esfuerzo por vivir con Cristo porque el resto ya no depende de mí.”
“A un vecino, miembro del Consejo de la Capilla le han dado un tiro en la cabeza. Me puse nerviosa y pasé varias noches sin dormir y temblando con cada tiroteo en mi ventana.
Después poco a poco me fui serenando. Cogí el salmo 22 que dice “aunque pase por cañadas oscuras nada temo porque el Señor está conmigo”. Es cierto, el Señor no me va a quitar los momentos de oscuridad y las dificultades de la vida pero sí me acompaña y va conmigo.
Esta experiencia me está ayudando a vivir el momento presente lo mejor posible, porque en cualquier momento nos puede llegar la hora del encuentro con el Padre. No vivo ya con angustia sino con confianza, pidiéndole al Señor que acoja y cambie el corazón de todos los que hacen el mal, el daño a los otros, incluso a los hombres buenos. A todos nos puede pasar, pero Él nos acompaña...”
“...Me parece que no es la primera vez que te digo que aquí hay dos experiencias que vivo, la confianza y la esperanza, que en el fondo son lo mismo, porque sólo vale la pena esperar en el Señor, y no es por virtud sino por necesidad, porque si no es así no se vive.
Es bonito confiar, abandonarse, esperar, solo que es difícil creer verdaderamente que no me va a dejar en ningún momento, que esos son los momentos de muerte que necesito para la VIDA y que son necesarios...
...en medio de todo esto el Señor me va dando la gracia y me doy cuenta que es Él porque por mí en muchos momentos ya me habría “hartado” y sin embargo continúo y soy feliz”.
“Es bonito ver cómo no depende ni de dónde estamos ni de lo que hacemos, sino que en el fondo sigo con la misma tesis del noviciado, el Señor es un caprichoso y quiere nuestro corazón y si no se lo damos por las buenas, El lo va a coger por las malas. Da igual que sea España, Angola o la Cochinchina, que seas blanco, negro o amarillo, es así de simple...”
“...Son cosas que no se pueden entender, hubo muchos heridos y muertos... Cuando se viven estas situaciones no hay más posibilidad que ponerse en las manos del Señor y se entiende el Evangelio que dice “estad siempre preparados porque no sabemos ni el día ni la hora”. Creo que no se piensa en nada, sólo se espera, se confía y se reza. Otra cosa no se puede. Te agarras al Señor porque es el único que te da paz en la vida o en la muerte. A veces estas experiencias ayudan a entender algunas cosas....”
Para leer más testimonios ADC pincha aquí.
No inicio do ano de 1953 chegaram, em Dianópolis, então Estado de Goiás, as primeiras Escravas do Divino Coração, para assumir a Direção do Colégio João d’Abreu que tinha um ano de fundação; eram elas: Madre Belém, Madre Aránzazu, Madre Glória, ( espanholas), Madre Consolata e Ir. Anunciata ( brasileiras). Eu era aluna do Colégio, onde cursava a 6ª série do Ensino Fundamental.
Após o primeiro ano de relacionamento com as Religiosas, no Colégio, eu quis ficar interna (1954). Fui, então, conhecendo-as mais de perto e ao mesmo tempo, passei a admirá-las e valorizá-las pela união, entrega dedicação, zelo apostólico e alegria.
Esta alegria que manifestavam no dia a dia foi sendo para mim um motivo de interrogação. O que terá a Vida Religiosa para torná-las tão felizes? O que explica esta vida de entrega gratuita e generosa?O que plenifica seus corações para que no meio de tantas dificuldades e carências de vida, vivam satisfeitas, seguras e confiantes?
Com todas estas observações, sentia-me, internamente, inclinar-me para este estado de vida. Fui, então, mudando o meu centro de interesse na vida: passeios, namoros, e festas para acompanhar as Irmãs nas visitas aos doentes e às famílias pobres, ir à Capela do Colégio para rezar ante o Sacrário ( onde sempre havia uma ou duas religiosas rezando com muito recolhimento ).
Minha mudança foi sendo tão radical que minha mãe me perguntou o que estava acontecendo para eu não estar mais querendo sair com minhas amigas para os lugares e festas? E ela, que antes me chamava atenção por eu não parar em casa, passou a me incentivar para que eu saísse.
Nestas alturas, eu já havia procurado a Madre Belém para lhe expor os meus questionamentos. Foi ela que me acompanhou, orientou e me deu força para enfrentar as dificuldades que ia encontrando pela minha mudança. Decidi, então, ir para o Convento no ano seguinte E com receio da reação de meu pai ante esta minha decisão, resolvi escrevê-lo uma carta comunicando este meu desejo. Como era de se esperar ele não concordou e me perguntou o que estava me faltando em minha vida? De que eu estava querendo fugir? E passou a me oferecer coisas, passeios, etc, porque não se convencia que esta fosse a minha vocação, mesmo porque eu era a primeira jovem, de minha cidade, a tomar tal decisão.
Sem argumentos que lhe convencesse, fui falar com Madre Belém e ela me prometeu conversar com meu pai a este respeito. Para o próximo final de semana, às 15 horas, foi marcado este encontro. Procurei estar lá no Colégio neste horário, sem que ele soubesse e enquanto Madre Belém dialogava com ele, a Madre Aránzazu e eu fomos à Capela e diante do Sacrário, de braços em cruz, rezávamos o terço pedindo a Nossa Senhora por esta intenção.
Quando meu pai foi embora, Madre Belém me procurou para dizer-me que havia convencido o meu pai a deixar-me seguir meu ideal.
Neste dia, em torno da mesa do jantar, meu pai puxou o assunto e disse-me, após algumas considerações, que me deixaria ir, porém, que se eu visse depois que havia me enganado que voltasse e seria bem acolhida em minha casa.
Minha alegria foi imensa! No outro dia fui ao Colégio e contei tudo a Madre Belém. Combinamos, então, o dia da viagem para o ano seguinte. A força de Deus é palpável para se enfrentar os obstáculos que vão surgindo nestes momentos e o amor de Deus cresce em nosso interior.
Assim, com o coração “ardendo”, no dia dois de fevereiro do ano 1955, viajei para a Cida de Aiuruoca/ Estado de Minas Gerais, onde iniciaria a minha vida de amor e entrega absoluta a Deus, através do serviço aos irmãos, especialmente, aos mais necessitados.
Doracy Ayres Rodrigues
Para leer el testimonio en español ... Con el corazón ardiente (39.98 kB).
Para leer más testimonios ADC pincha aquí.
Llegué a pensar que era mejor caer hasta el fondo, ya que no podía ser una niña buena. Después de terminar la ESO y el Bachillerato, se me presentó de repente la ocasión de viajar a España. Y pensé que si salía de Japón podría ser una persona nueva, así que aun sin el permiso de mis padres emprendí el viaje. En la Residencia Universitaria de las Esclavas me encontré con una chica filipina. Ella era una cristiana muy fervorosa que participaba en la Misa cada mañana. Yo no entendía ni el idioma ni el significado, pero me gustó el ambiente solemne y comencé a asistir. En la Misa de Nochebuena, cuando me invitaron a besar al Niño después de la Misa, sentí dentro de mi corazón que era una tontería ir a adorar un muñeco, y me reí por dentro; de las 200 personas que estaríamos allí, yo fui la única que me quedé sentada. Esa noche no pude dormir porque me sentía muy triste y sola. Y esa noche escuché algo dentro de mí, no sé si sería la voz de mi corazón, pero sentí me decían: “Tomoko, ¿hasta cuando vas a seguir siendo cabeza dura?” Yo pregunte: “¿Eres tú Dios que me habla?” Por supuesto no obtuve ninguna respuesta. Pero a partir del día siguiente yo sentí que quería aprender más sobre Dios y sobre Jesús; y con el diccionario en la mano empecé a recibir catequesis. 6 meses después, el 24 de junio, recibía el Bautismo en la iglesia del colegio de las Esclavas de Sevilla. Lo primero que brotó de mi corazón ese día fue el deseo de volver a Japón, porque allí (aquí) había tanta gente que no conocía el amor personal que Dios les tiene. Y yo quería decirles que Dios no nos ama porque seamos buenos, sino que nos ama como somos. En el pasado yo había sufrido por sentir que no había amor dentro de mí. Ahora sentía que el amor es recibir/aceptar a Dios, a Jesús y a los demás de corazón.
Volví a Japón, y después de 3 años, entré, naturalmente, en la Congregación de las Esclavas del Divino Corazón. Yo había ido a España como turista y solo me había preparado básicamente sobre la lengua y las costumbres. Pero la alegría, la simplicidad, la acogida de las Hermanas me hizo no sentirme agobiada y pude tener una estancia agradable y feliz. En medio del frío de Madrid o del calor grande de Sevilla, ver como las Hermanas transmitían su alegría, ver su amabilidad con las alumnas y con todo el mundo, ver como seguían trabajando con el mismo entusiasmo, más que tocarme el corazón fue para mi motivo de asombro. Yo comprendí que el corazón de esas Hermanas había sido atraído por Jesús, y sentí envidia de Jesús. Por mi parte yo solo había recibido amabilidad y cuidado, aunque yo no había hecho nada para merecerlos. El estar recibiendo el amor de tantas personas me hizo pensar que era el Señor el que movía el corazón de las personas para que me amaran. Yo, como Esclava siempre he trabajado en el campo de la educación y siento que he recibido mucho amor, del Corazón de Jesús, del corazón de otras persona y del corazón de los niños, así como mucha alegría y gracias. Y hasta el día de hoy vivo agradeciendo.
Tomoko ADC
Para leer más testimonios ADC pincha aquí.
Nilda Hallasgo Palad ADC
Para leer más testimonios ADC pincha aquí.¡Hola!
¡Quisiera compartir con ustedes cómo soy una Esclava del Divino Corazón!
Soy parte de una familia de 6 hermanos, mis padres ya no están con nosotros pero les agradezco que su unión matrimonial le llevase a vivir en Mérida - Venezuela, en el barrio San José Obrero, parroquia que la llevan los Jesuitas y que dio posibilidad a que cada uno de nosotros pudiésemos conocer la fe y comprometernos en diferentes estados de vida. Les agradezco el apoyo y la libertad para que cada uno pudiésemos elegir.
Cuando tenía 11 años empecé a estudiar en San Javier del Valle, un internado mixto que para ese momento estaba siendo llevado por el Padre Velaz, fundador de Fe y Alegría junto con la hermana Monte, esclava del Divino Corazón. Estas personas me impactaron por su modo de vivir, no fue por lo mucho que hablé con ellos porque infundían mucho respeto, pero sus vidas me dijeron lo que necesitaba saber para hacer algo grande con la mía. Recuerdo que desde 9no asistía a la misa diaria que ofrecían en casa de las hermanas, allí les conocí en la intimidad. En 5to año, me fui llorando porque dejaba allí años de hermosa felicidad, muchos amigos y las hermanas esclavas que quería (Micaela, Carmen Gonzalez...)
Pensava antes de começar a escrever como iria intitular minha experiência vocacional, e me vinha: tudo o que eu sou hoje; se sou o que sou graças a acção e o agir de Deus em mim.
Tudo começou quando pela primeira vez minha mãe mandou-me a catequese. Aí na catequese aprendi a conhecer e a amar Jesus. Pois, em minha casa era como que um “imperativo categórico” ir a catequese aos sábados pela tarde e a missa os Domingos pela manha. E ainda, quando chegássemos éramos interrogados por meu pai sobre o que lá aconteceu, sobre o que disseram o catequista e o padre. Agradeço a Deus ter vivido estes momentos não como uma ditadura, pois, hoje acredito que em meio de tudo Ele esteve presente.
Minhas catequistas eram as irmãs Teresianas e mais tarde chegaram os padres Salesianos. Lembro-me que eram catequeses muito festivas, onde tínhamos sempre direito a rebuçados e bolachas, e essa era “a alegria de toda a criançada”. Nisto, como que algo no subconsciente dizia-me: “quando eu for grande, quero ser como estas irmãs , dar rebuçados as crianças e que elas fiquem contentes”. E esta ressonância ficou em mim como um ideal a atingir.
Quando terminei a terceira classe numa escola publica, no ano seguinte meu pai matriculou-me na escola Santa Teresa onde já estudavam os meus irmãos. Neste mesmo ano chegaram as irmãs Escravas a essa escola. Foi uma experiência nova, bonita e de alegria a presença destas irmãs em todo nosso bairro.
Em Santa Teresa estive cinco anos, de quarta à oitava classe. E, no convívio e no contacto com as irmãs Escravas, fui amadurecendo o meu ideal, que já o percebia e sentia como uma Vocação. E desde aí procurei, e na minha procura decidi seguir Jesus Cristo. Então com as irmãs Escravas, na pessoa de Irma Victória, comecei a fazer o processo de acompanhamento e discernimento vocacional.
Terminado os estudos em Santa Teresa, passei a escola Marista onde fiz o ensino médio. Foi lá onde li no jornal mural, uma frase dedicada aos estudantes por um irmão Marista, o irmão Carlos (de feliz Memória) e dizia: “A medida que o tempo passa, a que saber, que coisas levar a frente e que coisas deixar atrás”. Este pensamento marcou-me e chegou-me ao coração e decidi levar a frente aquela que eu acredito ser a vocação a que Deus me chama respondê-lo. E assim entrei na congregação.
Hoje posso dizer que o seguimento de Jesus Cristo faz-me feliz. E agradeço ao Senhor por todas as pessoas que ao longo de minha vida me levaram até Ele e por tudo quanto Ele fez e faz em mim.
Descubrí que Dios me llamaba a través de personas y acontecimientos muy concretos.
El desconocimiento y la curiosidad también han tenido parte en esto. No me eduqué en colegio religioso, nunca tuve contacto con monjas, por tanto no tenía idea de la vida Religiosa.
Descubrí que Dios me llamaba a través de personas y acontecimientos muy concretos.
El desconocimiento y la curiosidad también han tenido parte en esto. No me eduqué en colegio religioso, nunca tuve contacto con monjas, por tanto no tenía idea de la vida Religiosa.
Tenía 17 años y no había hecho la primera Comunión, me gustaba ir a Misa con alguien de mi familia o con mis amigos, pero no podía comulgar (mi madre que era una de las catequistas del pueblo había fallecido cuando yo tenía menos de 2 años).
Un día, al final de la Misa, La Hermana María Alonso, Esclava del Divino Corazón, que llevaba muy poco tiempo en el pueblo, dio un aviso para los jóvenes que tenían más de 15 años y no habían hecho su Primera Comunión.
En ese mismo momento me acerqué junto con unos amigos y nos inscribimos para la Catequesis que daría la misma Hermana dos veces en la semana.
Esta es la pregunta que me hacen y piden que responda.
¿Qué por qué soy Esclava? Creo que porque Dios se apañó para que lo fuera. Tengo claro que yo no elegí serlo, aunque fuera yo quien diera el paso.
No quería ser monja. Si algo no quería ser era monja. Yo quería ser arquitecto. Me parecía una carrera que aunaba muy bien la creatividad, la belleza, y el rigor, lo exacto. No quería ser monja: me resultaban rarísimas y ajenas a la vida: su mundo se reducía a las paredes del colegio. No digo que fuera así, sino que yo las percibía así.
La primera vez que se me pasó por la cabeza tenía sólo 14 años. Cómo fue no lo sé, sólo que se me pasó por la cabeza. Fui razonadoramente fría y me dije: “Soy muy chica para pensar en eso”, y lo espanté sin más. No lo resolví, sólo lo espanté. Pasaba el tiempo y la idea seguía ahí; seguía ahí insistentemente así que, en lo que entonces se llamaba 6º de bachillerato, en edad hoy 4º de ESO, la enfrenté. Yo notaba que algunas monjas “me echaban el gancho” que se decía entonces. Me molestaba sobremanera. Hice un par de consultas a personas ajenas al colegio. En Preu (Preuniversitario, el equivalente a COU pero con edad de 1º de Bachillerato de hoy), me decidí a dar el paso durante unos Ejercicios Espirituales que hicimos en el colegio antes de las vacaciones de Semana Santa. Sé que lo decidí, pero de aquel Retiro, no me acuerdo más que del final de una historia que contó la persona que nos lo dio. Decía: «…Y yo me dormiré en tus brazos mientras me cuentas un cuento que dice: “Erase un hombrecito de la tierra y un Dios que lo quería”.»
Dos fueron las tentaciones grandes que tuve para no ser monja: una, el miedo a enrarecerme; la otra que las monjas del colegio pudieran creer que habían sido ellas las que habían conseguido “echarme el gancho”. Había más cosas, pero estas fueron de verdad las trampas en las que pude caer y, ¡gracias a Dios!, no caí.
No sabía muy bien porqué tenía que ser monja, pero sí sabía que de no serlo no hacía lo que tenía que hacer. Así que me dije: “Pues si me enrarezco que me enrarezca, y si se creen que han sido ellas las que lo han conseguido, me aguantaré aunque me de coraje.”
Y aquí estoy. Entré en el Noviciado en enero de 1964. Tenía 17 años. Ahora en el 2011 cumplo 47 años de monja, ¡que no es cualquier cosa!
A estas alturas, y vivido lo vivido en esta familia que iniciaron Celia y Marcelo, creo que tengo autoridad moral para afirmar que ser monja, y serlo como Esclava del D.C., es un modo interesantísimo de vivir la vida.
Gracias a Dios por regalarme vivir ésta experiencia de inculturación, de diferencia, de búsqueda y encuentro. Gracias a mis hermanas de comunidad por ser lo que son: hermanas para lo bueno y para lo malo. Gracias a mis padres por respetarme y acompañarme en ésta aventura. Gracias a la realidad de Ecuador, a su gente sencilla y cercana. Gracia a la Congregación que en personas concretas me ha ayudado a ser quien soy, me ha cuidado y me ha querido.
Sin más me despido de ésta ventana a través de la cual nos habéis seguido durante éste año, pero no lo hago para siempre, ahora desde la distancia soy yo también “espectadora” y cómplice de todo lo que pasa por allá.
Mercedes Blanco.
¡Parece mentira que haya pasado un año ya! Ha sido paso de Dios la experiencia en el Ecuador. En mi corazón y en mi memoria, quedan guardados como tesoro cada uno de los momentos vividos, los encuentros con los jóvenes y niños de nuestro colegio, las Eucaristías tan llenas de vida de nuestra parroquia, los ratos de formación en el Inter, el ambiente precioso de la Vida Religiosa de Ecuador…Pero sobre todo en mi historia ya hay grabados nombres nuevos que son motivo de alegría, experiencia del amor de Dios y ¡Congregación!:
Virginia, Victoria, Lorena, Graciela, Fátima, Elmor, Gislany ,Jerline, Susi… ¡¡GRACIAS!!
La ventana sigue abierta, yo me despido con el deseo de poder seguir siendo partícipe de lo que por allá se viva. Ahora comienza una nueva etapa de formación.
El Señor que sabe lo que hace con cada una de nosotras nos seguirá cuidando y llevará a “buen término” su obra. Como se dice por allá…Chao y chao y que Diosito nos las bendiga.
Rocío.
Estas palabras del Señor resonaron en mi corazón y con ellas emprendí el camino que Dios me preparaba para este segundo año de noviciado. Consciente de que la voluntad de Dios era que viviera en Ecuador con alegría, fiándome de Él y buscándole en cada rincón, crucé el “charco” y vine a por todas.
Hoy soy yo la que digo… “Ha estado, está y estará conmigo”. Esta certeza me invita a caminar y me asegura que estará conmigo en la misión que tiene preparada para mí. Es por ello que con gran gozo y enorme libertad le diré SÍ el 8 de septiembre en mi primera profesión.
Esto supone que… me marcho de Ecuador, termino el noviciado y emprendo una nueva etapa. Ya no estaré en la “ventana de Ecuador”, aunque sí pendiente de las vivencias de las que aquí se quedan. Seguiré bebiendo de este manantial que el Señor me ha proporcionado.
Agradezco a cada una de las hermanas que forman la Delegación de Ecuador el tiempo compartido con ellas, la alegría, cercanía, sencillez en el trato y su ejemplo de ser Esclava.
En estos momentos mi misión está en otro lugar pero… dado que el Señor se encarga de ensanchar nuestro corazón para aumentar nuestra capacidad de amar… Ecuador se viene conmigo y estará siempre en mi corazón como “experiencia de Dios”.
Chao y ¡¡¡GRACIASSSSSSS!!!!!
Filli
En el momento en que nos estábamos planteando qué tipo de pastoral hacer en el mes de julio, una propuesta nos llegó como “caída del cielo”. La propuesta consistía en impartir un curso intensivo de español para muchos de los haitianos que se encuentran en Ecuador. Estuvimos discerniendo en el noviciado los pros y los contras y finalmente decidimos aceptar la propuesta: era una necesidad urgente y estamos para ello!!! Así que... el mes de julio con los haitianos!!
A día de hoy los grupos están hechos y disfrutamos de sus avances, risas y empatía con nosotras. Los primeros días llegábamos a la casa con el corazón dolorido de las historias que cada uno de ellos tienen detrás.
Tenemos la suerte de vivir la realidad de Haití muy de cerca. Haití sigue sufriendo, los jóvenes no pueden estudiar por los precios de las universidades. Muchos salen del país para estudiar, otros “engañados” con becas de estudio, algunos en busca de trabajo y hay quienes quieren empezar una vida nueva, después de haber perdido a todos sus familiares.
Las más jóvenes sueñan con volver a su país, junto a su familia. Para ellas Haití es el país más bonito del mundo y lo recuerdan con muchísimo cariño. Desean realizar estudios universitarios para regresar a su país y trabajar. Las condiciones en las que viven no son las más adecuadas. Hay días que pueden comer y otros que no… eso se nota en las clases.
Durante este mes de julio, la comunidad está volcada con el pueblo de Haití. No todas damos clases pero sí que todas estamos en el proyecto. Todas conocemos la realidad que allí se vive. Unas impartimos las clases y otras nos esperan en la casa deseosas de saber cómo ha ido el día, cómo siguen viviendo, cómo van los avances en español,... Somos “comunidad en misión”. Un nuevo regalo del Señor para este mes de julio.
Una vez más agradecemos al Señor esta realidad que nos permite palpar. Los haitianos están siendo mediación para transformarnos el corazón, disponernos a servir en las necesidades urgentes y mirar más allá de lo que nos rodea.
Seguimos presentando nuestros países de origen y ahora le toca el turno al país que nos acoge: Ecuador.
Antes de la presentación ya conocíamos un poquito de Ecuador, pues, además de que llevamos un año viviendo aquí, la parte sociopolítica y económica de la nación nos la presentó nuestra hermana Graciela al comenzar el curso para introducirnos en la realidad del país y concretamente de Solanda, el barrio en que vivimos. También gracias a la disponibilidad de nuestras hermanas para cocinar comida ecuatoriana conocíamos algo de la riqueza culinaria, pero todavía faltaba por mostrar de su gran riqueza cultural.
La celebración tuvo lugar la tarde-noche del 29 de Junio, comenzó con un plato típico de la sierra: el cevichocho ¡riquísimo! Acompañado de unos chifles...
Tras la cena llegó la sorpresa: un dúo de música andina, pertenecientes a un grupo llamado “Tierra Eterna” nos sorprendieron con música instrumental y típicos cantos no sólo Ecuatorianos, sino también de otros países andinos. Toda una sorpresa que nos dejó con la boca abierta. Pudimos disfrutar de los lindos sonidos de la Kena y la zampoña como representación de la sierra ecuatoriana.
A continuación nuestras hermanas costeñas nos presentaron un baile típico de la costa: “el baile del sombrerito” del cual no sólo disfrutaron ellas preparándolo sino también nosotras viéndolas a ellas disfrutar.
Después una visita rápida por las grandes zonas ecuatorianas: la Sierra, la Costa manabita, Esmeraldas, Galápagos… acompañado de los típicos dulces de Rocafuerte (Manabí) y para terminar un recuerdo de éste día: un llavero hecho con tagua (artesanía ecuatoriana).
Disfrutamos mucho de la riqueza que Ecuador tiene y que nuestras hermanas supieron presentarnos muy bien.
Movidos por esa espiritualidad que tanto Marcelo Spínola inculcó en las primeras Esclavas y que hoy aún sigue haciendo eco en nosotras poniendo en movimiento nuestra fe y nuestro labor misionero; celebramos la fiesta del Sagrado Corazón.
Una fiesta linda que expresaba la belleza de ese “amor enamorándonos”.
Empezamos con la celebración eucarística y después un momento de reconocer con la entrega de pañoletas y escarapela a los niños y jóvenes de los movimientos Spínola que perseveraron en el grupo. Seguimos nuestro acto de fe con procesión y adoración a Jesús eucarístico, ese momento fue emocionante percibir el respeto, la participación y adhesión de jóvenes, niños y profesores que prepararon por grado un precioso altar para recibir al Señor mientras hacían su momento de oración.
Un día para abrazar y hacer vida poniendo de relieve ese don que no solo es parte de nuestro carisma sino de la Iglesia de Cristo, pero que es motor de nuestra espiritualidad y que intentamos inculcar y transmitir en nuestras escuelas.
Es el amor de Jesús centrado en su corazón y manifestado en la Eucaristía que nos alimenta y anima en la entrega por tantos jóvenes y niños que deseamos lo conozcan.
Me preguntan que por qué mi vocación es un don. Para mí don significa regalo y no dudo que el Señor me ha hecho un regalo, y grande, al invitarme a ser su Esclava.
Anterior a la vocación, fue regalo encontrarme con un Dios, con mi Dios, que me devolvía la dignidad, que me devolvía a la Vida, que me enamoraba cada día más y me hacía sonreír, ilusionarme con sus cosas, que daba sentido a mi vida, que la llenaba de color y de esperanza, de posibilidades no sólo para mí, sino también para mis hermanos.
Mi vocación es un regalo desde el mismo momento en que conocí la Congregación por lo que a través de ella he recibido: trato personal con el Señor “de corazón a corazón”, trato diario con Él, relaciones personales de igualdad y dignificación de la persona, vivir más profundamente que Dios me quiere por encima de mis límites, que Él cuenta conmigo tal cual soy, que me capacita para lo que me pide, que al invitarme a ser su Esclava me hace libre, que me regala una comunidad con la que compartir la vida y la misión, preferencia por los que menos cuentan y más necesitan, descubrirme como soy y mostrarme así….
Vivir hoy como Esclava es un don que sé que no sólo depende de mí, sino que es Él quien me ayuda a vivir cada día, quien poco a poco ha ido cogiendo mi corazón, quien ha ido hablándome de manera que yo le pudiera entender.
Es Él quien me ayuda a vivir abierta a su paso en mi vida, quien me da su mano para que caminemos juntos. Es Él quien me amó primero y quien me mostró su amor personal y desde entonces no puedo callarme tanto bien recibido.
Mercedes Blanco
El pasado día 17 de Mayo celebramos en el “inter” (internoviciado) el día de AFICER (área de formación inicial de la conferencia ecuatoriana de religiosos). En éste encuentro participamos postulantes, novicios, juniores, formadores y religiosos de la CER.
El lema del encuentro era “la fuerza del riesgo: tu Palabra” y en torno a ello estuvimos reflexionando.
El día comenzó con una preciosa Eucaristía en la que hicimos presente la realidad intercultural que tenemos en el inter: novicios de distintos lugares de origen (Paraguay, México,
Ecuador, Brasil, España…) hicimos las ofrendas con nuestros trajes típicos. Fue una manera de ofrecer también lo que somos y tenemos, lo que nuestra cultura ha dejado impresa en nuestro ser.
Nuestras hermanas filipinas hicieron una delicada danza en el momento de la entronización de la Palabra, orgullosas las mirábamos y decíamos ¡son mis hermanas!
El día continuó con un panel (mesa redonda) en el que diferentes personas nos hablaban de qué significa para ellos eso de “la fuerza del riesgo: tu Palabra”, y otros daban una visión de ello desde la Palabra.
Seguidamente nos reunimos por grupos para reflexionar sobre ello. A mí me quedó bien claro que la Palabra no nos deja indiferentes, que nos mueve y nos remueve por dentro, nos hace salir de nosotros mismo y responder al sueño que Dios tiene para cada uno de nosotros en cada momento de nuestra vida.
Después cada etapa de formación (postulantes, novicios y juniores) presentamos diferentes canciones, que hablan del lema, creadas y cantadas por nosotros. Junto a eso distintas escenificaciones en torno al mismo tema.
El día terminó con una comida compartida.
El ambiente que se respiró durante todo el día fue de fiesta, de alegría, de fraternidad y unidad en la diferencia: Jesús nos llama a cada uno a vivir desde un carisma concreto, y juntos podemos hacer grandes cosas.
El día 4 (por la noche) y 5 de Mayo fueron unos días muy especiales para nuestras hermanas españolas igual que para nosotras porque este día nos hicieron conocer su tierra: “España y olé”. El día anterior estaba emocionada por saber algo sobre el país que es la tierra madre donde nació la Congregación y que de alguna manera toma parte de mi cultura.
La celebración empezó con una “cena española” tuvimos la oportunidad de disfrutar la comida que “¡me chifla!” como cualquier filipina puede decir cuando le presentan jamón, tomate, pan (pantumaca), queso, chorizo, salchichón, tortilla de patata y salpicón de marisco.
Al día siguiente nos despertaron con canciones españolas y con un ambiente de fiesta con el patio adornado con farolillos, una cruz de mayo y mantoncillos. También la capilla estaba adornada de tal manera que nos llevó a los tiempos de nuestros fundadores y primeras esclavas. Con los cuadros de la primera casa, la fundación y el de la Virgen Inmaculada en Sevilla que nos provocó el sentimiento de gratitud por la fidelidad del Señor que ha sostenido la Congregación.
Una barra de pan con aceite de oliva fue el desayuno. A media mañana no faltaron las ricas tapitas con una cervecita.
La celebración terminó con un rico almuerzo, y un disfrutar al ver la belleza de nuestras hermanas con sus peinetas y flores.
Es verdad que somos diversas pero esa diversidad no nos hace diferentes porque estamos bebiendo del mismo espíritu, recibiendo gracias en el mismo manantial: el carisma de nuestra
Congregación y buscamos al mismo Dios, al mismo Jesús a quien consagramos nuestra vida.
“En la diversidad esta la riqueza”. Así que por nuestras hermanas Españolas unimos nuestro grito ¡“Viva España”!