FE DEL CENTURIÓN
(Mt 8, 5 – 13)
1.- Hacemos silencio exterior e interior. Nos ponemos cómodos…, nos relajamos…, nos concentramos en la respiración…, con la inspiración el Espíritu del Señor me invade… con la espiración salen los ruidos, los nervios, las negatividades… Inspiro y espiro a mi ritmo, sin forzar, pero observando cómo entra y cómo sale el aire…
Estoy en presencia del Señor que me quiere, me acoge, me escucha, me habla
2.- Le pedimos que nos abramos a su presencia Viva dentro de nosotros, Viva en la Eucaristía (en el Sagrario), Viva en la Palabra que nos va a dirigir.
3.- Lectura del texto
“Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.» Jesús le dice: «Yo iré a curarle.» Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.» Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el criado.”
4.- ¿Qué dice este texto? (Lectura honda: personas, circunstancias, actitudes...) ¿Qué me dice a mí, personalmente? (Meditación)
Intentamos meternos en la escena, nos imaginamos a Jesús caminando con sus discípulos por los caminos de las afueras de la ciudad.
Contempla al Centurión. acercándose a Jesús… No es Israelita (no es del Pueblo de los escogidos, del pueblo de Dios según la cultura de los judíos). Es un jefe de la corte… Ante la enfermedad de parálisis de su criado acude a Jesús… solicita la curación de su criado… Ve a su criado sufriendo y quiere ayudarle… En su corazón reina el amor a un cercano suyo…
Jesús le dice “Yo iré y le curaré…” El centurión ante esto reacciona inmediatamente lleno de humildad y dice “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo…” El centurión sabe cómo ven los judíos a los que no son de Israel, por eso dice “no soy digno”, a la vez es como decir “no te molestes Señor, no es necesario… basta que digas una palabra y mi criado sanará…”
Admira en el centurión su amor desinteresado para el que sufre, su humildad ante Jesús (se arriesga a ser rechazado, confía en que será acogido), su fe en el poder de Jesús…
Ahora mírate a ti mism@... ¿cómo actúas ante los demás? ¿te das cuenta de que pueden estar necesitando tu ayuda? ¿te implicas? ¿te preocupas por ellos?
¿pides al Señor con humildad y fe por sus necesidades…?
¿hay alguna persona que pueda estar necesitando en este momento tu atención?
Ponla delante del Señor, aprende del centurión pide por ella y repite varias veces “Señor no soy digno de que entres bajo mi techo, basta que digas una palabra y mi compañero, mi hermana, mi madre… (quien quiera que sea esta persona que sufre cerca tuya) quedarán sanos”…
Observa cómo Jesús ante el servicio al prójimo, ante la humildad y la fe en Él no se resiste… En seguida te dice “que suceda lo que has creído”… El que ama queda curado…
Gracias Jesús por tu bondad y tu generosidad… Aumenta mi fe en Ti… Que con humildad recurra siempre a Ti… hazme servicial y humilde…
Examina tu actuar… Pide perdón al Señor por ir a lo tuyo y no darte cuenta de quien te necesita, por tu falta de servicio, humildad, de fe…
5.- Desde esto, ¿qué te digo yo ahora, Señor? (Oración)
6.- ¡Quiero identificarme contigo, Señor! ¿Qué hacer? (compromiso)
7.- Gracias:
Gracias, Señor, por tu presencia y tu cercanía en este rato de oración; y por la luz y la fuerza que me has dado.
Gracias Jesús por tu bondad y tu generosidad. Aumenta mi fe, que con humildad recurra siempre a Ti.
Ayúdame a vivir según tu voluntad amando desinteresadamente a los demás siendo servicial con ellos.
Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
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